26 de diciembre de 2010
Paréntesis de amistad
Un abrazo,
http://picasaweb.google.com/Fotos.de.Ppong/PrisiLuisYYo#slideshow/5554949438372477714
25 de diciembre de 2010
Amistad "cerril"
Quiero daros mi más profundo agradecimiento por ser parte de nuestro Cerro que tanto nos ha unido.
No soy hombre de Navidades. Pero no dejo de considerar que son parte de nuestra tradición, no más distintas que la fiesta de la C.A.M., por decirlo así.
Mañana, si es que me dan el relevo, quiero subir al Cerro por el lado más largo y bajar por las Canteras. No estoy nada bien físicamente. Pero lo haré a mi bola.
Iniciaré la cabalgada sobre las 8. Probablemente desde mi casa. Aunque depende...
Si alguien está interesado en acompañar a este espectro, pues me enviáis un correíllo.
Un gran abrazo,
24 de diciembre de 2010
Había una vieja costumbre...
Hoy he de reconocer que la vida y sus circunstancias han castrado aquel hábito.
Añoro aquella costumbre y siempre guardaré un emotivo recuerdo.
Hoy, aúnque en solitario intentaré reeditar parte de aquella costumbre y, no dudeis que os tendré muy presentes.
Esos giros de la vida
Esa grandeza, como no podía ser de otra forma, se muestra en las cosas más sencillas, en las cotidianas, sin grandes alardes ni fuegos artificiales que la enluzcan, pues brilla por sí misma. Incluso si no eres alguien curioso y observador será imposible que pase desapercibida, pues es inevitable sentir que en esa humildad también reside parte de su gloria.
Hoy he tenido una nueva ocasión de volver a vivir en un gesto esa plenitud que te da el compartir un rato con una de esas personas, pero he de reconocer que no he estado a la altura. Esta vez, por desgracia, la llamada que tendría que haber sido para desear una buena noche era diferente en su esencia, pues resultaba que iba acompañada de un "¿qué tal?" angustioso. Después de esa respuesta "tranquilizadora" de: "controlado de momento", ha surgido espontáneo el gesto de la excelencia, pues la siguiente frase que he escuchado ha sido: ¿y tu y la familia, qué tal todo? ¿bien?. Ese olvido de lo suyo por la preocupación del que no tiene problema, esa forma de no hablarte de su difícil situación preocupándose primero por ti es lo que me ha vuelto a recordar lo enorme que es la persona que estaba al otro lado del hilo telefónico. Decía que no he estado a la altura porque lo que debiera haber hecho es hablar un rato largo de lo superficial para así hacerle de alguna forma olvidar por un breve espacio de tiempo la realidad que está viviendo el que realmente lo está pasando mal y lo necesita. Sin embargo, un nudo ha atenazado mi garganta, el mismo nudo que ahora me hiere y brota de nuevo y he tenido que acortar la conversación y despedirme antes de lo debido, por no romper con voz desgarrada la serenidad de mi amigo. Tras colgar, un sentimiento de inmadurez me ha hecho sentir que no he estado a la altura de las circunstancias, pero ¿se llega en algún momento a aprender a afrontar estas situaciones?. Reconozco que no valgo para ellas, soy demasiado niño o sentimental, no lo sé.
Perdonad este tostón que en un principio pretendió ser un elogio y ha terminado siendo, una vez más, un párrafo egocentrista que hablaba de mí mismo.
Ppong, que pases una MUY FELIZ NOCHE CON LOS TUYOS, los que te quieren y son tu familia. Bébete cada minuto de esta noche con especial disfrute y sé dichoso, aunque sea por unas horas y mañana la bendita realidad nos vuelva a poner a todos en nuestro sitio. Un abrazo muy fuerte del que te quiere y estima.
20 de diciembre de 2010
14 de diciembre de 2010
Locos del Cerro en el podio
13 de diciembre de 2010
Un sueño...
Pero nada termina aquí, no haré caso a mi hermana, la cual me pide que me retire en lo más alto, jeje. Hoy he vuelto a salir a correr con las mismas metas que antes, divertirme, relajarme, disfrutar del frío y el calor, de los caminos y las sendas, de futuras carreras en las que el objetivo será de nuevo terminar.
29 de noviembre de 2010
Tu eres el mejor
Esperemos que el mejor, a ese que tanto echamos de menos, vuelva a unirse a nuestros pasos y no deje que Fernan se aburra los viernes... ¡Ayer fue un gran día!
26 de noviembre de 2010
Asics y Trnd
Como todos podéis imaginar, la primera reacción es de incredulidad pero por una alineación especial de las estrellas y planetas o algo similar, decidí inscribirme. Ya estaba todo olvidado cuando recibí un correo muy especial, había sido elegido para el proyecto y en pocos días las zapatillas llegarían a casa. ¡Qué alegría!, no todos los días me regalan unas zapatillas de montaña.
Han llegado además mucho más rápido de lo esperado, ya están es casa, y habrá que probarlas... jeje, la verdad es que ya lo he hecho pero no tengo tiempo ahora para contaros esa primera salida y sus sensaciones, lo dejo para dentro de un rato.
Las primeras sensaciones fueron negativas, para un tío clásico como yo, las "Asics Gel Fuji" resultan más feas que pegar a un padre, por otro lado, a mi hijo el pequeño le parecieron las zapatillas más bonitas del mundo, resultado de que a su edad todavía vive en ese país multicolor que todos envidiamos. Otro problema a bote pronto fue verlas pequeñas, estoy acostumbrado, tal vez por mi pasado de montañero caminante, a zapatillas grandes y fuertes, y la sensación que me transmiten mis nuevas Fuji es de ligereza. ¡Són más pequeñas que las que uso normalmente para carretera!
No obstante, no todo fue malo al verlas, me gustan mucho los tacos de la suela, a pesar de su ligereza parece ser que van a tener un buen agarre... ¡qué ganas de probarlas!
25 de noviembre de 2010
Cirrus interruptus
http://connect.garmin.com/activity/57894358
23 de noviembre de 2010
De nuevo la doble A
Y uno que permanece ajeno a esta maravillosa circunferencia fraternal pero que sabe que milagrosa energía la mueve, recibe, como si de los propios protagonistas se tratara, una profunda punzada de satisfacción.
Gracias a los dos por tan bello gesto.
16 de noviembre de 2010
El inicio de una historia.
Como en todo hubo un inicio. Una agrupación de personas y, alguién un día tuvo la feliz idea de plasmarlo materialmente, en este caso en una preciosa camiseta de la que os dejo unas imagenes (en meta tras mi primera participación en Zegama y el 9º MAM con meta en el Puerto).
Hoy, con la perspectiva del tiempo no puedo dejar de constatar que aquello fue el embrión de la DobleA que me acompaña. Apenas hace unas semanas, aunque en distinto color, sorprendentemente ese mismo espíritu, volvió a materializarse en textil. Y no puedo ignorarlo, por encima de cualquier avatar.
Por cierto, la camiseta ya no la conservo, hoy es un recuerdo en manos de un gran amigo de aquellas tierras vascas.
15 de noviembre de 2010
Unos auténticos desconocidos

¿Será este anonimato lo que realmente nos gusta del deporte qué practicamos?
¿Será éste el motivo de ser corredores populares y no querer dedicarnos profesionalmente?
Seguramente no, pero también tendrá algo que ver. Por mi parte, por lo menos, es lo que más me agrada del atletismo, que conseguimos algo que poca gente sabe lo que realmente supone y sin embargo podemos continuar con nuestra anónima vida personal un día tras otro. Creo que me mientras sigamos en este anonimato podremos seguir beneficiándonos de las carreras populares y del hecho de correr por correr, aunque cada día se nos va a plantear más difícil la primera parte, pues está empezando a ser un negocio bastante rentable en algunos casos. Una verdadera lástima (os lo dice alguien que el domingo correrá una nueva invención “Merengues” contra “Atléticos”).
7 de noviembre de 2010
De vuelta de Zaragoza. Contento sin tirar cohetes
Mejor voy a empezar por el sábado a mediodía en Zaragoza. Recogida de dorsal en la feria del corredor en el mismo hotel donde nos alojábamos. Fenomenal el hotel de la organización, la salida y la meta de la carrera estaban más cerca de mi habitación que del guardarropa de la carrera. El que vaya otro año, que no lo dude: céntrico, cómodo, cercano a la salida-meta, barato, límpio, recién reformado, buen desayuno, …
Para comer nos dimos un pequeño homenaje en el Bodegón del Azogue. Comimos con el gran Ppong, todo un referente para mí. Tarde de paseo y tiendas, socorro! Cena en un italiano cercano al hotel, muy rico.
Mañana del domingo, zona de salida. Comparto la espera con Jesus270670 y con Ppong. Antes de darnos cuenta, la salida.
Nublado, fresquete, sin viento, buen día para correr. Despacio, Pepe, despacio, no te emociones, km 10 en 49’37”, zona muy céntrica, empiezan a salir los km un poco más rápido, pero yo sigo sujetándome, la cabeza fría, muy fría. Km 20 en 1h38’00” y la media en 1h42’57”. Voy bien, me encuentro cómodo, pero ha empezado a soplar un viento fuerte en una zona totalmente despejada de edificios que se hace muy molesto. Me encuentro tirando de un grupo de más de 30 corredores y no me da un relevo absolutamente nadie. Pido algo de colaboración y sólo me ayuda un chaval de un pueblo de Zaragoza, entre los dos, nos chupamos todo el viento hasta el km 28 a base de relevos de unos 500 m.
Sin emociones ni aspavientos, decido jugar a ganar, ya vendrá luego el del mazo a bajarme los humos, pero ¿y si no viene hoy el tío del mazo? Todos los km están cayendo entre 4’40” y 4´45”, el recorrido por aquí es feo con avaricia, voy por la zona de la Expo con relleno de km. Se va por una calle y se vuelve por la siguiente, un rollo. Me desoriento y ya no sé ni en dónde estoy ni para dónde hay que ir. A pesar de todo, km 30 en 2h24’57”.
El agua del 30 me sentó fatal. Tos, parada a andar de un minuto, me recompongo y otra vez al asunto. Empiezo a hacer cuentas, quedan 12 km, si los hago a 5’, termino en 3h26’, paso unos km malos, sujetándome como puedo, y en el km 34 se me monta el muslo izquierdo, me duelen las rodillas, cuando paso por el 35 ya van 2h53’06”, me he dejado tres minutos en este tramo. La cabeza empieza a hacer cuentas de 3h30’, pero me cuesta mantener el ritmo de 5:00. Me pasa el globo de 3:30, me engancho a ellos un par de km, pero me descuelgo en otro pinchazo por el km 38. El 40 en 3:20:45, se me escapa el 3:30. Trotecillo hasta meta. 3:33:51
5 de noviembre de 2010
Una nueva posibilidad.
http://www.la-almenara.com/content/view/2483/214/
Aquí lo dejo para que le demos algunas vueltas.....:
Proyecto de Asics: Trail Running
aunque esto puede jugar en mi contra, porque estoy seguro que muchos de vosotros presentará su candidatura y podrá "arrebatarme" un par de estupendas zapatillas de trail Asics, no puedo guardármelo para mi solo. Acceded a esta página http://asics-trail-running.trnd.es/info-del-proyecto/ y leed en qué consiste el proyecto y acto seguido inscribiros en él, a ver si alguno tenemos suerte.
28 de octubre de 2010
En un futuro muy lejano...
No es un gran libro, parece hecho de retales inconexos, una especie de blog que no resulta interesante desde el punto de vista literario, pero desde el punto de vista de un corredor se puede aprovechar para sacar un par de conclusiones que hacen que no haya sido una completa pérdida de tiempo el haberle dedicado unas pocas horas.
La primera conclusión es la reafirmación de que los corredores tenemos nuestro propio mundo, o tal vez queremos verlo así. Es increíble la cantidad de pensamientos similares que se pueden encontrar entre un novelista japonés de éxito y un humilde enfermero de pueblo. A la hora de calzarnos las zapatillas, en el Cerro o en Japón, las motivaciones, las sensaciones, el sufrimiento y la alegría... son prácticamente iguales.
Por otro lado la importancia del paso del tiempo, el saber envejecer aceptando nuestras limitaciones es otra buena enseñanza. Adecuar los objetivos a lo largo del tiempo dará longevidad a nuestra vida deportiva.
Por último, la importancia de plasmar por escrito aquello que vamos viviendo, lejos de la calidad literaria, las visitas y los comentarios, el verdadero fin es el poder revivir estas aventuras en un futuro lo más lejano posible... recordar detalles que nos lleven a la sonrisa, pinceladas que tal vez nos devuelvan la felicidad...
Y para finalizar, un par de frases recogidas de sus páginas:
El simple hecho de correr, asegurándome con ello un tiempo de silencio solo para mi, se convirtió en un hábito decisivo para mi salud mental.
Lo que de verás me dolía, mucho más que el frío, eran mi orgullo herido y mi lamentable imagen caminando penosamente por el trazado del maratón.
No existe en ninguna parte del mundo real nada tan bello como las fantasías que alberga quien ha perdido la cordura.
8 de octubre de 2010
Acompañando en la Madrid-Segovia
Tenía pensado hacerlo a última hora de la tarde pero, cuando vi que Mavegam iba a llegar a nuestra zona tuve que salir disparado. Acababa de comer y lo que menos me apetecía era ponerme a trotar. Para empeorar las cosas hacía un calor excesivo.
Dejé el coche en un lugar estratégico y con mis pocas ganas fui en busca de Mikel. Lo encontré (calculo) al poco de salir de Matalpino en compañía de Arturo, un corredor mayor y fibroso. No me di cuenta de que Mikel iba mal hasta que llevábamos un rato trotiandando. Así como Arturo comentaba todo lo posible y más (no dejamos de ‘rajar’ por turnos), me extrañaba mucho el constante silencio de Mikel. Una cosa era la dificultad para terciar en el ‘rifirrafe’ verbal que manteníamos los dos ‘abuelos’ y otra muy distinta era la excesiva concentración que llevaba.
Al final confesó sus problemas estomacales que, sin duda, iban a más con el tiempo. Así nos fuimos acercando hasta el control de La Barranca donde su mala cara decía mucho de lo que estaba pasando su cuerpo. Tras ayudar a un corredor con una bajada de tensión fuerte (tenía la gorra literalmente blanca de la sal del sudor) llevándole a una sombra para que descansara, llegamos en poco tiempo al avituallamiento donde Mikel evacuó en pequeñas dosis, todo su estómago. Y es en esos momentos ( y no en las distancias cortas, como decía el anuncio) donde uno se la juega. Tras un breve descanso y sin haber tenido oportunidad de asimilar lo pasado, Mikel me comenta que deja la carrera. Es lógico actuar así porque la naturaleza es sabia y aconseja lo más adecuado para el cuerpo. Es en ese momento cuando le persuadí de que tenía tiempo de sobra para intentar recuperarse puesto que abandonar siempre podría hacerlo más tarde. Me alegro de haberlo convencido porque tenía muy mala cara. Le batí un poco de Coca-cola, comió un poco de mi barrita de mango, volvió a la Coca-cola y así poco a poco recuperó el ánimo a tal velocidad que ya quería irse sin ver cómo reaccionaba su estómago con el alimento. Me di cuenta de lo bien que se había recuperado al verle comerse con prurito un bollito que para mí lo hubiera querido. El resto ya lo ha contado él, ambos llegamos hasta la Fonda Real con el convencimiento pleno de que Mikel había superado la prueba. Si hubiera tenido la más mínima duda de que iba a flojear ya tenía pensado acompañarle hasta Cercedilla para interponerme entre él y su padre que estaría allí animándolo, como siempre, a que lo dejara. No sé cómo describiros la alegría que llevé de vuelta a La Barranca sabiendo que para Mikel había llegado el momento de desquitarse del puñetero Goierri y figurándome todo lo que pasaría por su cabeza cuando estuviese ya cerca de Segovia saboreando su triunfo. También me acordé de Josema y me veía logrando con él su próximo ultratrail. A veces la imaginación nos proporciona tanta alegría o más que la propia realidad, muchas veces amarga.
El gozo me duró poco porque me encontré a un Víctor literalmente hundido. Me faltó poco para decirle que lo dejara, tan mal era la pinta que llevaba. Con movimientos demasiado ostensibles, sin duda debidos a sus problemas musculares, y una cara que dejaba traslucir, demasiado a las claras, su sufrimiento. Lo dejé rápido y seguí buscando al resto de los ‘locos’. Los encontré casi a la misma altura a la que había coincidido con Mikel y tampoco el panorama era bueno: ya iban con un cierto atraso (si surgía algún imprevisto) agravado por los problemas de ampollas. No trotaban en ningún momento lo que suponía problemas musculares a la larga pues quedaba mucha distancia. Los únicos que me parecieron ir bien fueron Chema y, sobre todo, Carlos, que fue al que mejor vi. Los acompañé hasta el coche, pues no llevaba frontal y la noche se nos venía encima, para despedirme de ellos y de un maravilloso día de Doble A.
7 de octubre de 2010
Madrid-Segovia... ¡Finisher!
Madrid-Segovia... Cercedilla
Madrid-Segovia... Abandono
Madrid-Segovia... Manzanares y Mataelpino
Madrid-Segovia... Camino de Colmenar
Madrid-Segovia... Así empezó todo.
5 de octubre de 2010
AGRADECIMIENTOS
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS a todos los que de una manera u otra habéis estado ayudándonos, apoyandonos, unos teléfonicamente otros presencialmente, etc, etc en esta LOCURA.
Cómo ya ha comentado algún LOCO en otro lugar quizá si lo hubiéramos conseguido a la primera, no le damos el valor real que se merece.
Así que, no se si el año que viene o cuando pondré de nuevo toda mi ilusión en prepararme de nuevo para afrontar este LOCO reto de la MADRID-SEGOVIA.
Gracias por poner de vuestra parte para que me sienta un LOCO DEL CERRO más.
4 de octubre de 2010
Gracias
1 de octubre de 2010
Llegar.
Pero sí puedo deciros algo sentido, desde el interior, de forma humilde.
Mañana hay algo que teneis que tener claro cuando comienze vuestra andadura. LLEGAR.
Disfrutando si se puede del camino, de la compañía, de los paisajes y de la experiencia para LLEGAR con la mejor de las sonrisas.
Sufriendo como perros si las cosas se tuercen, si los kilómetros se hacen eternos, cuando la duda nos gane terreno, LLEGAR siempre el primer pensamiento.
Porque LLEGAR nos permitirá saber si mereció la pena, si disfrutamos o no. No antes.
Porque sin LLEGAR no tendremos respuestas, sólo aplazadas preguntas.
Yo sé que podeis. Por eso os pido solo una cosa: LLEGAR.
Y llegó el día
Pues bien, dejadme la enorme y esperpéntica osadía de atreverme a deciros que no hay que temer nada, porque como bien os decía al principio, todo lo que tiene que llegar acaba llegando. Esto no significa ni más ni menos que mañana, poquito a poco (Lasai) irán aconteciendo las cosas que están por pasar y lo único que tendréis que hacer es ir fluyendo a través de ellas. Asimiladlas, admitidlas, quedaos con las que os llenen y de las demás, simplemente pasad. Obviad las negativas y así, poquito a poco (Lasai) el camino a Segovia se irá haciendo cada vez más corto, porque cada paso cuenta, incluso cuando es para atrás.
Sé que lo que hoy corresponde aquí es una de esas retóricas épicas que nos hacen creer Alejandro Magno o Atila, pero esa se la dejo al bueno de Prisi, que es el que tiene el don de la letra. Yo sólo, humíldemente y desde este pequeño espacio os muestro mi más sincera admiración y respeto, porque lo que mañana vais a afrontar es lo que se merece, el respeto y la admiración de los que desde aquí os seguiremos cada paso. Sois locos, no lo olvidéis, locos del cerro que disfrutan con algo que muy pocos entienden. Si mañana se da la situación y lográis entenderlo, vosotros también disfrutaréis de lo que os corresponde, pero tendréis que ser pacientes, todo tiene un precio.
Gracias por ilusionarme con esta VUESTRA hazaña y nos vemos en el camino.
¡AUPA LOS LOCOS DEL CERRO Y SU SANA LOCURA!
29 de septiembre de 2010
Corazón de León.
Porque no es nuestro sino otro que el de continuar, levantarnos y caminar.
Porque tenemos la fortuna de contar con nuestras piernas para que nos lleve a sitios que sueña nuestra alma... unas veces en forma de conquista, otras de huída.
Zancadas que nunca serían dadas sin el impulso del corazón. Y, ahora que se restablece de los pasados malos momentos, lentamente aumenta su impulso vital.
No necesito grandes hazañas para pelear cada segundo, para tirar en cada cuesta y, desde luego para compartirlo con vosotros. Así que, aunque en menor escala, mientras me sea posible, seguireis sintiendo mi compañía.
24 de septiembre de 2010
Locos, del Cerro.
A los primeros trotes enseguida le siguió las primeras escaramuzas por las faldas del cerro con mi gran amigo Fernando. Recuerdo perfectamente como en los giros continuos a la dehesa le iba hablando de los terrenos y caminos que se escondían en esa elevación coronada por un Telégrafo que preside nuestra dehesa. Y como, iba despertando en él el interés y las ganas de conocerlos.
A esos primeros tanteos se unió enseguida Alberto, siempre dispuesto a los desafios. Y así entre primeros cortafuegos, relatos de antiguos MAM, de preciosos hayedos en Zegama, fue naciendo el espíritu de aquellos locos.
A estos locos le siguieron más, Mikel (a quien debemos la materialización de este espacio), Luis Angel... pero es que la progresión no ha cesado y hoy Chema, Carlos, David y Miguel, Javi, Rafa y algunos más han disfrutado y padecido su hechizo.
Anoche digo, el mejor regalo, el que me llegó de veras dentro, fue ver como esa pequeña semilla de entusiasmo, de cariño, de pasión por el Cerro, por el monte y la aventura, por el camino inóspito alcanzaba a tantos. Como había germinado.
Algo que jamás pude imaginar y de lo que humildemente, no puedo evitar sentirme emocionado, feliz y de alguna forma orgulloso.
Gracias Locos del Cerro.
15 de septiembre de 2010
3 superclases, 91 kms. y un fin de semana. Final
Y llegamos. Sí señor. Al final entramos por el arco de meta. Pero desde que abandonamos el avituallamiento de Mutiloa hasta que entré en la plaza del ayuntamiento de Beasain viví una segunda carrera.
Nada más levantarme de las gradas del frontón donde había decidido descansar mientras Fernan daba buena cuenta de las viandas que allí nos tenían preparadas (lo que le gustó el tomate al jodio) noté que lo que nos restaba de carrera no iba a ser un camino de rosas. Desconozco porqué, pero me dio la espina de que lo bueno se había terminado. Justo cuando yo pensaba que ya estaba casi todo hecho llegó el hachazo. Primeros pasos subiendo unas escaleras y noto que me ha comenzado a doler la planta de los pies. Le resto importancia y pienso en que únicamente nos deberían quedar unos 8 kms. y esto ya es pan comido. Charla con Fernan y con los dos corricolaris “Guadiana”, mientras que para no variar continuamos con una ascensión a Españolamendi. El primer punto gracioso lo pone el enterarnos en ese momento que no es una ascensión, sino tres, porque subes y bajas lo que has subido para volver a subir un poco más alto y repetir el proceso una vez más. No importa, esto está hecho. Pero no (parezco gallego), porque noto como con facilidad pierdo la capacidad de seguir el ritmo de éstos y además veo que no van fuerte, lo que me indica que hay algo que pasa y me temo que lo tengo justo debajo de los pies. Esa molestia que tengo en la planta va tornándose dolor intenso cada vez que piso. Los dos corricolaris y Fernan se destacan y comienzan a adelantarme algunos de los corredores que habíamos adelantado previamente. El calor es intenso. El ulular del viento cejó en su empeño de hacer bailar las hojas de los árboles y todo lo que hasta ahora había sido una temperatura agradable, durante la tarde pasa a ser un calor sofocante. Cuando llego a la primera cima puedo comprobar que debajo de mis pies ya no hay camino, sino una alfombra de alfileres, millones, que se me clavan sin piedad a cada paso y que casi no me permiten pisar. Miro hacia abajo y me encuentro con la mirada interrogante de Fernan que se pregunta por qué no me decido a bajar y que inquisitivamente me dice que nos están adelantando los demás y no le gusta. Le entiendo perfectamente, a mí también me está sentando como una patada en el estómago, pero no tengo cojones suficientes para bajar andando, cuanto menos corriendo. Pienso en tirarme haciendo la croqueta, con el culo arrastra o como quiera que sea para no tener que pisar. Me pasa de todo por la cabeza mientras un insoportable dolor me machaca los pies. De todo menos abandonar. Eso no, por mi vida que no. Me decido a bajar muy despacio. Cada paso es un suplicio. Cada suplicio un paso menos que me queda para Beasáin. Así es como lo veo. Llego abajo y en algo que tendría que haber tardado menos de un minuto veo que he sumado casi siete. Le explico a Fernan mi problema y le digo que me cuesta horrores caminar y que tendremos que bajar el ritmo. Asiente con la cabeza y asimila como buen samurái lo que hasta el final de carrera será su dolor, nos pasarán muchos corredores y él está fuerte como un toro y podría aún pasar a unos cuantos más. Sucumbe a mi paso de caracol cuando lo que desea es correr como un galgo. Esperará a cada requiebro del camino a que llegue en lugar de levantar las pegatinas a todos los corredores que quedaban por delante, pero él es Fernando, es un samurái y es un amigo y para él hay algo que está por encima de los intereses personales: yo.
Continuamos nuestro pesado y lento caminar Fernan delante y yo detrás, sufriendo porque tiene que estar venga a esperarme, cuando la primera saetada nos hiere más aún si cabe: nos acaba de pasar el primer corredor de la Ehunmilak. Continúo como puedo, después de que nos hayan pasado muchos corredores que habíamos dejado atrás hacía ya incluso algunas horas, cuando escucho a mi espalda “Paso al segundo corredor de la Ehunmilak”. Me aparto y al volverme me encuentro al corricolari que dejamos perdido en la subida al Aizkorri. Nos cuenta que le entró un arrechucho que lo dejó doblado y que estuvo a punto de tener que retirarse, pero que se paró, comió algo, se hidrató y descansó alrededor de una hora y aquí le tienes, otro que nos adelanta. En la misma cuesta abajo ahora nos alcanza uno de la organización y nos asesta otro saetazo más, nos dice que somos los últimos. Perdón, corrijo, que soy el último. Me importa un bledo (mentira) pero yo acabo como que me llaman ElHermanoDAlex. Charleta con el biciclista y poco a poco vamos recortándole metros al camino (la distancia la empecé a medir en metros de lo lento y jodido que iba). Por si fuera poco, me empieza a entrar un bajón por el cansancio y las horas de sueño perdido, pero ahí está mi isostar que me levanta los ánimos de nuevo y me ayuda a llegar a una de las partes más bonitas de la carrera y de las que más me gustaron, pues compensaron en parte la ignominia para con Fernan de mi pausado caminar.
Llegamos a una zona de caseríos y a Fernan le brillan los ojos con especial intensidad mientras internamente rememora los años mozos que trabajó duramente por aquellos parajes cuando, tras haber recaído en una familia que estaba sentada a la puerta de uno de los caseríos, a orillas del camino, veo que Fernan les pregunta ¿No os acordáis de mí?. Se me ponen los pelos de punta de acordarme y es que ya es casualidad que justo estuviéramos pasando por delante de la puerta de los que en su día fueron vecinos durante muchos veranos en la Gipuzkoa profunda y que además allí estuvieran ellos, como esperando a que se diera el milagro. Abrazos, besos y demás preguntas típicas del reencuentro. Muchos recuerdos se amontonan en las cabezas de unos y otros mientras el tiempo se pliega para llevarles a un pasado que se hace cercano y vívido. Ánimos y buenos deseos y besos para Aran, a la que añoran y aprecian, quieren y recuerdan con mucho cariño. La parada me mata, pues me cuesta mucho volver a caminar, pero ha merecido mil veces la pena, es una manera de recompensar al samurái.
Unos pasos más adelante y ahora hacia la derecha, a un casero que viene andando tranquilamente después de la faena, otro ¿Te acuerdas de mí? -“¡Ostila Biri!”- y de nuevo el brillo intenso en los ojos de Biri, pues resulta ser que nuestro querido vigía allí es conocido como Biri y es querido enormemente por tan exigentes oriundos. Biri era un buen chaval, trabajador hasta el hartazgo y agradable, cordial y cercano en el trato que dejó una huella tan honda en aquellas gentes que ahora, después de más de veinte años sin relación alguna, vuelven a dedicar una sonrisa sincera al noble Biri. Lo que siguió fueron palabras de miles de recuerdos que Biri me transmitía con fervor y que me hacían el camino más ameno. Aunque no conseguía olvidar el dolor de mis pies, durante algún tiempo pude centrar la mente en otro asunto mucho más importante: escuchar al viejo Biri.
Más camino andado y el tiempo pasaba como una exhalación, mientras que los metros hasta la meta parecían multiplicarse. Nos pasa el segundo corredor de la Ehunmilak (ahora sí que era verdad) y nosotros seguimos en nuestro empeño del pasito a pasito se anda el camino. Ya estamos muy cerca de Beasain (según los caseros era todo bajada, ¡ja!) y mientras bajamos una cuesta de asfalto que estaba resultándome puta como las gallinas noto como mi mano derecha tira de mí hacia adelante. ¿qué leches le pasa ahora al brazo? ¿me dan espasmos?. El brazo de nuevo tira de mí hacia adelante y me hace dar dos pasos más rápido de lo deseado, hiriéndome los pies otro ápice más aún si cabe. De repente, como de la nada, al fondo vislumbro dos siluetas harto conocidas, miro a mi muñeca derecha y comprendo qué es lo que está ocurriendo. Doblado y enrollado en la muñeca descansa el buff y es éste el que tira de mí. Todo está claro como el agua, ya que no es un buff cualquiera, es un buff especial. Es un buff antológico resultas de un regalo impagable. Durante el camino, la mañana del día anterior, aprovechando una parada a desayunar, Prisi nos sorprendió a todos con un regalo precioso, un buff para cada uno que tenían un significado especial, pues eran los buff que le habían dado en distintos MAM y a mí me había tocado el que correspondía al primer MAM en que dieron buff y de los primeros que había corrido Josema (un regalo soberbio que me acompañará durante muchas otras carreras desde ese momento y hasta que la muerte nos separe). Pues bien, Prisi estaba tirando de mí, apoyándome desde la lejanía a través del buff que servía de vínculo de unión. Trasladándome la energía cósmica que conecta a las personas unidas a través de una amistad especial y el buff respondía a la llamada como un hijo responde a la llamada de un padre.
Piano, piano llegamos a la altura de Mikel y Prisi (o más bien ellos llegan antes a nuestra altura) y nos reciben con aplausos y vítores. Es aquí donde les ponemos un poco al día de la situación y les explicamos que desde hace unos cuantos kilómetros no ando sobre otra cosa que no sea el orgullo de terminar. Nos animan e informan que ya estamos a menos de un kilómetro de Beasain y aquí llega otro gesto que jamás olvidaré y es el descubrir en el rostro de Mikel la admiración porque estuviéramos ahí, después de todo estábamos llegando. No quiero desmerecer a Prisi, porque tanto el uno como el otro lo dieron todo desviviéndose desde aquí hasta nuestra entrada en meta, pero Mikel me llamó especialmente la atención. Derrochaba alegría, estaba exultante y gritaba una y otra vez “Sois grandes chicos”. Recuerdo que fui seco y restaba importancia a la situación, le decía que no éramos tan grandes y lo sigo pensando, pero la verdad es que fue una nueva renovación de las fuerzas que ya me habían abandonado hacía algún tiempo. Gracias a la suma de todas estas pinceladas conseguí seguir adelante. Ellos andaban por mí, yo sólo me limitaba a prestar mi cuerpo a la hazaña, pero la energía partía de ellos tres, los tres superclases con los que me había embarcado en una aventura irrepetible. Tres superclases que ante todo fueron personas, enormes personas de enorme corazón. Infinita es la gratitud que les profeso así como la deuda que tengo con ellos, pues cada uno en su momento, durante muchos y muchos minutos, kilómetros, acontecimientos y vivencias dieron lo mejor de sí mismos para que lo imposible fuera realidad. Los sueños dejaban de ser sueños.
La entrada en Beasain fue especialmente emotiva y también permanecerá en mi retina por siempre. Gente a uno y otro lados de la calle aplaudiendo y gritando nuestros nombres durante casi dos kilómetros de Gloria. Mikel y Prisi trotando a nuestro lado y jaleándonos. No se cómo pero desde poco antes de entrar en el pueblo comencé a trotar muy despacio y poco a poco iba adquiriendo velocidad. Los pies ya no me dolían o si lo hacían me importaba tan poco que ni lo notaba. Me venían a la cabeza los motivos que me habían mantenido en pie de guerra durante los momentos difíciles de la prueba y notaba como una lágrima furtiva afloraba y se perdía suicida por el vacío precipicio que había desde mi mejilla al suelo. Me la secaba con el buff repleto de energía cósmica y apretaba un poco más el ritmo hasta que al fin, a unos metros de nada podemos ver el arco de meta que pondrá punto y final a la aventura. Fernan con el júbilo de la llegada ha apretado más que yo y entra triunfante en meta. Yo con lo que en ese momento me parecía casi a sprint también rebaso unos segundos más tarde la línea que marca que el trabajo está terminado y sin poder contenerme, con los brazos en alto y colmado de alegría rompo a llorar con la imagen de mi hija en la cabeza. Ella fue el auténtico motor. Ella era el secreto que me había guardado hasta hoy y que consiguió que terminara la carrera. Por ella sabía que terminaría y por ella decidí en Etxegárate que tenía que continuar y estaba deseando que Fernan me lo propusiera, en un silencio cruel que me hizo eternos los minutos y que egoístamente imposibilitaron que pensara con la frialdad necesaria para convencer a Prisi y Mikel de que tenían que continuar. La carrera la terminé exclusivamente porque era la única manera de devolverle a mi pequeña el tiempo que la había robado mientras entrenaba. Ese tiempo no podía emplearlo en balde, no podía regalarlo a la nada. Si no terminaba habría perdido y sería un hombre gris del cuento de Momo. Un ladrón del tiempo, el tiempo de Paula. ¿Hay algo más importante que los hijos?
Ondo, ondo, oso ondo. Lasai.
8 de septiembre de 2010
Las locuras del Camino
7 de septiembre de 2010
Mi Goi2H. Punto final.
Pies de Barro
Empezaré diciendo que creo que es el título más apropiado para expresar aquí lo que viví en la G2H. Por su grafismo y por su doble lectura. Rindo pleitesía a ese terreno que tantas veces probé y me envolvió, asi como, a la incapacidad de arrancar de mis entrañas la rebeldía suficiente para aceptar la pelea al mismisimo Dios Eolo si hubiera hecho falta.
Con ese puntinto fatalista que tanto me gusta y que desde siempre me acompaña, que no es malo, siempre que no me llegue a arrastrar os hago este pequeño lienzo de pinceladas ya como recuerdos de aquella aventura que fue la Goierrikohaundiak.

Si hubiera tenido que apostar por mi la mañana del 16 de julio no hubiera puesto sobre la mesa más allá de un simbólico euro. Me desperté temprano y las sensaciones no fueron nada buenas. Sudor frio y piernas temblorosas. Bien hubiera preferido que fuera pánico pero llevaba 48 horas con la salud en el alero y me estaba pasando factura.
Después de tanto entusiasmo, convicción, esfuerzo y empeño me encontraba en un inicio nada prometedor. Pero comencé bien, fui paciente y decidí esperar a ver que me deparaba el destino. Tiempo habría de tomar decisiones.
El viaje con mis compis por lo tanto estuvo marcado por la meditación, analizando toda aquella vorágine de acontecimientos que se me habían derramado encima sin previsión y ante los que solo cabía oponer tozudez, prudencia, pero tozudez. Quizá en esta fase gastara parte de la que me hubiera hecho falta al cabo de unas horas.
La llegada a Beasain fue balsámica para mí. El alcanzar los paisajes de Etxegárate, el saludo del Aizgorri... reparador. Allí pude reencontrarme con mi gran amigo Txemi, responsable de la logística en el polideportivo y que resultó un maravilloso anfitrión.
Tuve poco apetito, señal de que el cuerpo todavía no regía correctamente, pero seguí paciente, esperando que cada hora la cosa mejorara, como el brazo gitano que pude saborear.
Y comenzaron a llegar los amigos. Maider, Lurdes, Ramón, Maite.... y cada vez me fui encontrando mejor. ¡¡¡Que cojones, aquello merecía echar el resto como fuera!!!.
Recogida del dorsal, miradas de respeto en los voluntarios y de sincera admiración en los vecinos de Beasain (amigos eso no tiene precio, uno encuentra la recompensa a tanto esfuerzo entrenando).
Pudimos contemplar con sana envidia la salida de los "mayores" de la Ehunmilak a las 18:00 de la tarde, tomamos un café, despachamos los sanwiches y bocatas previstos y esperamos con impaciencia la llegada de nuestra hora.
Y llegó, llegó el momento donde nerviosos y emocionados pasamos el control de salida y nos metimos en la plaza del ayuntamiento, aquellos momentos los recordaré siempre, la exaltación de nuestro ánimo y los latidos de nuestros corazones ansiosos por comenzar, viviendo a tope aquel momento tan deseado.
Y comenzamos a correr, entre una fina lluvia que comenzaba a caer arrancamos los aplausos de cada persona que nos cruzámos, de cada cuadrilla que desparramaba en el comienzo de una noche de juerga, a buen ritmo, cargados de esperanza. Confiados y, sinceramente con buenas sensaciones después de la incertidumbre arrastrada.
Callejeamos, uno, dos, tres km y tuvimos que controlar nuestra euforia y nuestro ritmo para no pasarnos... hasta que de repente asaltamos una especie de parque merendero en una zona de monte y en una primera cuesta nuestras luces comenzaron a fabricar un rosario divino de nerviosos corredores. Esa entrada en el monte tampoco la olvidaré.
Atravesamos algunos caserios y pistas y atravesamos las pequeñas poblaciones en pleno festival de ánimos y aplausos. Todo iba viento en popa hasta que llegó el Txindoki.
Lo tengo claro, he de ascender esta montaña en el futuro de día, porque aquella noche me lo negó todo. Su disfrute, su magia, su cima, sus vistas, todo.
Su aproximación tuvo la forma de una especie de calzada romana, una camino entre piedra y barro donde comenzó a transformarse el paisaje y la realidad de la carrera. Aunque ya antes habíamos atravesado algún lodazal y habíamos bajado alguna pendiente estilo "arrastraculero", aunque habíamos tenido que utilizar los troncos de los árboles como referencia de freno en alguna bajada el Txindoki fue especial, único e inolvidable.
Es un monte que se deja dominar hasta los últimos 500 mts, un camino sepenteante donde se gana altura despacio y con comodidad, aquello parecía muy fácil, pero todo lo que nos puso de alfombra en su tramo principal lo tornó en alambradas en su tramo final.
Os juro que no me cansé del esfuerzo, no racaneé ni un gramo de fuerza en cada resbalón, en ningún momento cejé en mi voluntad de avanzar, pero os garantizo que aquella cima hizo todo lo posible para expulsarnos de ella. Un metro ganado era muchas veces 3 de retroceso por su húmeda y resbaladiza ladera. Y, cuando la hierba y el barro fueron vencidos aparecieron las piedras para rematar. Si subir fue épico, bajar se antojaba aterrador.
En serio, el momento en que el sufrido voluntario pudo dar constancia de nuesta cumbre la cara de la mayoría de los participantes se transformaba en un rictus de temor ante la conciencia de lo que les esperaba. Primero las piedras como agujas, después la deslizante campa. Un desafío fabuloso para todos los nervios, músculos y reflejos de cada uno de nosotros.
En este tramo agradecí especialmente la presencia de Fernando, fue mi referente ya que no podía compaginar la atención a no caerme y a las marcas al mismo tiempo y su guia me fue necesaria, en cuanto se me iba en la distancia solicitaba su ayuda. Mi camarada, mi compañero de trinchera de los Tercios de Flandes.
Sin su presencia en este tramo y el del Gambo yo lo hubiera pasado muy mal. Era consciente de que su experiencia en la montaña sería importante. No me equivoqué, fue vital para nosotros. Porque la zona del Gambo después del Txindoki fue una auténtica cueva de lobos. Frio, viento, niebla.... unas campas abiertas donde costaba encontrar las marcas reflectantes, donde avanzamos muy lentamente, donde las piedras volvian a emboscarnos esporádicamente. Personalmente estoy convencido que tuve un principio de hipotermia. Ya llevaba puesto todo lo que tenía: los manguitos, el chubasquero y los guantes, pero mis brazos se movían a libre voluntad en espasmos comumente denominados "tiritonas". No veía el momento de abandonar aquella inóspita zona, de comenzar a perder altitud y dejar atrás el gélido viento. En ese momento pensé por primera vez en dejar la carrera. Los elementos me lo estaban poniendo demasiado dificil y sinceramente, no estaba preparado un 17 de julio.
Pero me acordé de mi gran amigo Ppong y aquella frase: "hay que aguantar la noche, con la llegada del día, de la luz, todo vuelve a verse distinto". Se la trasladé a mis compañeros como báculo donde apoyarnos todos y surtió efecto. Comenzamos a descender, el cielo comenzó a perder oscuridad y el frio se marchó.
Esta es la parte que más disfruté, sentir el amanecer descendiendo por un cordal, descubrir las formas de los árboles entre la oscuridad, recibir al día y llegar a un maravilloso embalse a modo de lago, cubierto de bruma en las primeras luces el alba... allí resurgimos, nos sentimos fuertes, unidos y agradecidos de encontrarnos en aquel momento y en aquel lugar.
Vino una senda preciosa que transcurria por un cortado, con varios puentes y portalones de madera que había que atravesar y llegamos al reino de los hayedos. Sus majestades las hayas vistieron sus mejores galas para recibirnos, entre una tenue niebla, bosques mágicos, vastos e inolvidables que nos envolvían. Hicimos un alto y nos agrupamos.
Y llegó el momento vital. Hasta ese momento Luis andaba prudente y rezagado con Mikel, pero animado se empareja con Fernando y tiramos para delante. Miro, Mikel no viene. Como tantas otras veces decido esperar. Pero no contaba con que allí se abriría una brecha irreparable. Mikel se queda una y otra vez, su ritmo se vuelve relajado y aunque camino más que corro, a mi ritmo montañero en cuanto me descuido el hueco se abre y tengo que parar. En un par de ocasiones tiro, tiro con la idea de alcanzar a Fernan y Luis y pararles. Pero me tengo que frenar, me veo en terreno de nadie y no me atrevo a dejar a Mikel solo. Así que comienza a agobiarme la idea de estar "fuera de carrera", no en sentido cronometrado. Me refiero a comenzar a ser un lastre para los que van por delante. El terreno no da tregua. Continuas escaramuzas de barro y toboganes de patinaje y llega un segundo momento clave. En uno de esos toboganes donde me voy agarrando a los helechos y a las zarzas para aguantarme resbalo y en la caida me golpeo el brazo en una piedra. Entre el barro veo un hilo de sangre y me duele. Aquello me hace replantearme si merece la pena llegar ante los mios magullado, si ante lo que me espera saldré bien librado. Llamo por móvil y les digo que no pierdan más tiempo y que tiren.
Así con más pena que gloria, repletos de barro y con el zurrón de la moral bastante diezmado nos plantamos en Etxegárate. El final de mi aventura y el comienzo de mi desilusión. Allí nos esperaban nuestros compañeros.
Es dificil explicar todo lo que durante aquellos instantes pasó por mi cabeza. Como siempre no todo ni es blanco ni negro. Así que vivía un bullicio de sentimientos encontrados, antagónicos. A la decisión razonable de abandonar se oponía la deportiva de continuar. Mi cabeza me decía que no pasaba nada, era una decisión cabal y razonable. Pero mi corazón esperaba una mínima palabra, una pequeña señal que le obligara a continuar. Asumí con entereza lo que acababa de ocurrir, pero durante los instantes en que en el grupo se gestó la idea de continuar (o todos o ninguno) mi estómago se revolvió de ilusión.
No culpo a nadie, por supuesto. Personalmente fue una decepción no haber sido capaz de encontrar un pensamiento positivo que me hiciera continuar, algo a lo que aferrarme. Tan mentalizado como supuestamente estaba para tirar de épica, de garra. Yo, que me postulé como cabeza de grupo. Alma mater. Gigante con pies de barro.
Se sacan lecciones de todo en la vida. Lo único y mejor que podemos hacer.
Hoy estoy convencido que nos faltó experiencia, se notó realmente que ninguno de aquellos cuatro amigos se habían visto en algo así. El grupo es vital si la carrera se afronta en grupo. Si no hay grupo en algún momento deja de haber carrera.
En cualquier caso, estoy orgulloso de mis tres compañeros. De alguna forma todos llegaron más lejos de lo que se les suponía, mucho más lejos que yo. Fue un honor compartir el fin de semana con ellos.
Un fin de semana, que a pesar de todo, será inolvidable y no solo negativo.