Mi primera impresión fue tan negativa que me costó bastante inscribirme pero la insistencia de alguno de los Locos terminó por convencerme. No obstante, en ningún momento me lo tomé en serio, a diferencia de mis compañeros no hice nada por conocer el recorrido previamente, ya que no iba a competir en serio aprovecharía el día de la carrera para descubrir nuevos lugares y sorprenderme en lo posible con los nuevos caminos a recorrer.
Pero… las cosas nunca salen como uno las planea, las dos últimas semanas he tenido que bajar mucho el ritmo de las salidas por un pinchazo entre el talón de Aquiles y el soleo, no fue doloroso tras el primer momento pero es una zona que me preocupa mucho por lo que he sido muy prudente al respecto. Tal vez allá sido este descanso activo lo que me ha dado un plus de ganas del que no disponía anteriormente.
Preparados para salir me doy cuenta de que no sé como plantearme la carrera, en principio, al inscribirme, había pensado en tirar de Biritxo en la primera subida y luego dejarme llevar pero su lesión descartaba esta opción. Tras la lesión ir con los tractores sería una buena opción pero la mejoría de los últimos días también me hizo descartarla. Me veía un poco en tierra de nadie, muy por detrás de Rafa, Lluvio y Ángel, bastante alejado de Prisillas y Biri, sobre todo por el tipo de recorrido, y tal vez algo más fuerte que Luisete, Dioni y compañía. En definitiva, que no tenía ni idea de que hacer, lo único que en un principio era seguro es que intentaría tirar hacia delante en los primeros metros para poder hacer las subidas a mi ritmo, sin estar pendiente de tener que adelantar a nadie.
Con ese pensamiento en la cabeza hago los primeros metros detrás de Biri, creo que es una buena idea salir desde el Polideportivo para poder romper la carrera un poco antes de llegar a los estrechos senderos que nos esperan. Casi sin darme cuenta entramos en el Cerro y el camino empieza a empinarse, creo recordar por el mapa que había visto que tras un pequeño ascenso entramos en un sendero que llanea hasta lo que podríamos decir que es la primera subida de verdad, así que, encontrándome bien, decido mantener el ritmo de los primeros kilómetros un poco más. Me siento bien y pienso que para parar hay tiempo de sobra, miro hacia delante y a lo lejos, justo al empezar la parte real de subida, veo a las chicas animando, así que hay que seguir un poco más. Una vez metido en la cuesta y viéndome con ganas decido subir trotando, paso a muchos corredores que han empezado a andar y la motivación aumenta por momentos, lo que se agudiza con la visión de Ángelete unos metros más adelante. Con el objetivo de alcanzarle en la cabeza sigo corriendo y pensando que esto me va a pasar factura… ¡qué me quiten lo “bailao”! pienso mientras le alcanzo. La subida continúa y no sé si porque las rampas se endurecen o mis fuerzas desaparecen tengo que comenzar a andar, me digo que solo lo imprescindible para recuperar y volver a trotar, poco a poco y ante mi sorpresa, alcanzamos y dejamos atrás a Lluvio, no puedo evitar pensar que algo le pasa y que no va bien. Por desgracia, llegando al final, un paso más corto de lo que debía me hizo tropezar y me rompió el ritmo de una forma bastante drástica. Ángel se escapó y Lluvio me volvió a pasar en los últimos metros. Llegados arriba se agradecen los ánimos de Carlos, el cuñado de Chema, ahora toca bajar.
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Primera subida con fuerza |
Bajé bien, esta la conocía y sabía donde podía apretar y donde había que ir con precaución. Bien es cierto que a Lluvio le perdí de vista enseguida y que algún que otro corredor pudo pasarme, pero fueron muchos menos de lo que yo mismo preveía, incluso llegué a adelantar a algunos… ¿verdad Angelete? Sin mayor novedad y agradeciendo de nuevo los ánimos de nuestras locas obvié el avituallamiento y me tiré sin dudas a por la única parte del recorrido que podía serme favorable.
La sensación de velocidad que se logra en ese tipo de sendas es realmente espectacular, no bajé de cuatro en ningún momento pero fue una auténtica gozada pasar corredores a todo trapo por de camino a Collado Mediano. Llegados al final, al igual que en la primera subida, traté de correr todo lo posible hasta que no había forma de seguir haciéndolo. Sufrí bastante pero de nuevo ver a Lluvio unos metros más arriba me dio una motivación importante, no había forma de alcanzarle pero tampoco se alejaba, dando por bueno ese ritmo y viendo que ni adelantaba ni me adelantaban llegué de nuevo hasta arriba.
Esta vez si aproveché para comer un trozo de naranja y beber algo de isotónico, pero sin mucha dilación volví a zumbarle, ahora cuesta abajo, me costó algo más esta vez, me adelantó la primera chica y poco después la segunda, que en ese momento era María Luisa… (momento de alucine al ver que hasta entonces iba por delante de ella)… Me gustó mucho fijarme en como bajaba, flotando por encima de las hojas de los pinos, pisando la hierba sin apenas dejar huella, sin darme cuenta debí forzar un poco porque llegados al valle la distancia que me sacaban era pequeña. La verdad es que una de las cosas más bonitas de mi carrera fue ver en primera persona la lucha entre estas dos jabatas.
Esta vez sin descanso ni zona intermedia tras bajar al valle solo queda subir, campo a través, hasta el depósito, ya no quedaban fuerzas para correr pero todavía podía darle fuerza al caminar, ya en la Senda de los Cazadores, aprovechando “mis” quinientos metros de gloria, volví a alcanzar a las chicas antes de llegar a la trialera que lleva al Pico Martillo. Saber que todo lo que quedaba por delante era capaz de hacerlo corriendo me ayudaba a sobrellevar el cansancio, no iba a ser hoy el caso pero implicaba una menor dificultad en la pendiente. Llegando al merendero de los forestales volvió a adelantarme, ya de manera definitiva María Luisa, que dejaba atrás a su principal oponente. Sin cegarme pero sin dejar que se escapara demasiado acometí el último cortafuegos por la parte del pinar, que creo que es incluso más dura que el cortafuegos en sí. Poco a poco, apoyando las manos en las rodillas al estilo del corredor de monte, veo como esa última subida se va terminando, antes de llegar al avituallamiento Angelete llega a mi altura, acompañándome ya hasta los últimos metros. Mientras tanto, Lluvio sigue cincuenta metros por delante… ¡qué cansino es el tío!
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Poco antes de caer... |
La bajada es terriblemente divertida y complicada pero las piernas ya pesan lo suyo, a pesar de las buenas sensaciones en un momento determinado cuatro o cinco corredores, entre los que se encuentra la chica que al final fue segunda, nos pasan sin poder ver siquiera de donde han salido, sigo con Angelete sin poder seguirles en esa zona y pierdo por fin de vista a Lluvio… es el momento en el que ya me veo llegando cuando una raíz se cruza en mi camino y me hace caer, me doy cuenta de que el guante me ha salvado de un buen raspón en la mano y según me estoy levantando veo llegar a Angelete con cara de susto, lo que me hace preocuparme un poco, me ayuda a levantarme y como no me duele nada tiramos para abajo con la rabia añadida a las pocas fuerzas que van quedando.
Tan pocas que en el último kilómetro, a pesar de adelantar a tres o cuatro, incluyendo a esa segunda chica con la que tanto recorrido compartí, no pude aguantar el ritmo del pequeñajo, que me sacó siete segunditos con los que me va a dar la lata durante mucho tiempo bajo el arco de meta.
Quitando ese pequeño detalle estoy muy contento con la carrera que me salió, acabar con Ángelete, a poco más de un minuto de Lluvio y por delante del resto de los Locos (con la excepción de Rafa, que juega en otra liga) es algo que no había pensado que fuera posible en una carrera de estas características. Tal vez sirva para darme una lección a mí mismo, para demostrarme que soy capaz de algo más.