4ª Parte
Nada mas salir del avituallamiento y comenzando a subir una cuesta de asfalto a la derecha, a mano izquierda se abre una puerta a nosotros que nos llevará a adentrarnos en una de las zonas más bonitas de la carrera. Primero una subida continuada de unos dos kilómetros por un hayedo precioso. La niebla lo hace mágico. El musgo sobre las rocas contrasta lo vivo con lo inerte. El sol filtrándose entre la canícula y la frondosidad. La humedad del ambiente atempera el calor que el sol justiciero desearía comenzar a impartir. Poco a poco y entre charleta, chistes y demás, llegamos a un punto donde se ve la línea horizontal que corta la subida, la claridad del sol de fondo y los colores propios de estos bosques firmando otra estampa que quedará grabada en mi retina para siempre. Me he vuelto a enamorar de esta tierra y la siento mía. Ella me susurra al oído que llevaba ahí una eternidad esperándome y que por fin la estoy pisando. Para ella es una alegría. Para mí, soberbio. Giramos a la izquierda y continuamos el ascenso. Pronto y tras rodear un arbol caído vendrá la primera bajada. A partir de aquí, sube y baja de nuevo, pero por largas pendientes.
Todo esto que acabo de exponer oculta por otro lado el primer error que cometimos. Éste fue mirar el reloj y ver la distancia que llevábamos recorrida y el tiempo empleado. Poco más de unos escasos 35 kilómetros en alrededor de unas 8 horas. Esto hizo que nos diéramos cuenta de lo mucho que habíamos invertido en la primera parte y me temo que comenzó a hacer mella psicológica en alguno de nosotros. Para que todo se digiera mejor y de una vez os presento el segundo error: aunque al principio de este tramo fueron Fernan y Prisi delante y Mavegam y yo detrás, en una subida y encontrándome fuerte apreté un poco y llegamos arriba a la par de Fernan. Esto hizo que los dos que se encontraban algo más tocados psicológicamente se quedaran atrás y juntos. No conformes con esto, después de reunirnos continuamos de nuevo juntos Fernan y yo y tras un rato de chácharara y trotar nos damos cuenta de que el duo no viene con nosotros y se ha quedado atrás. Bajamos el ritmo y andamos un rato hasta que al llegar a una nueva cima decidimos parar a esperarlos. Tras unos minutos sin verlos llamo por teléfono a Prisi y me dice que vienen algo más lentos y que continuemos nosotros hasta el próximo avituallamiento en Etxegárate. Aquí cometemos el tercer error, nunca debimos romper el grupo. Bajamos por un cortafuegos imposible por el barro, arañándonos por los helechos de los laterales para poder frenarnos y por mi cabeza sólo pasa la imagen de Prisi bajando e invocando a todos los dioses. Bajo un continuo trotiandar mas lento de lo que debiéramos, pensando siempre en que Mavegam y Prisi se unirán en breve a nosotros, continuamos durante interminables kilómetros hasta que en una bajada nos alcanzan como dos balas los corricolaris que nos encontramos en Lizarrusti. Les preguntamos que si han visto a nuestros compañeros y nos dicen que sí, que están al menos a media hora de nosotros. Esto nos tumba la moral (a partir de aquí y hasta que dejemos el avituallamiento de Etxegárate serán para mí los momentos psicológicamente mas duros y comprometidos de toda la prueba. Solo los que estuvimos allí sabremos lo que nos rondó la cabeza durante todo ese tiempo).
Mientras de fondo escuchamos los camiones que nos adelantan la cercanía de Etxegárate (quedan unos dos kilómetros) Fernan y yo empezamos ha hacer cábalas y suposiciones. Seguir o no seguir será nuestra diatriba durante la próxima hora y pico. Aunque la razón nos dice que lo mejor es no seguir, algo por dentro me pide a gritos continuar. Aunque continuamente decimos que si nos retiramos nos retiramos todos, algo por dentro me pide a gritos continuar. Aunque según nuestros cálculos y lo que nos dicen los corricolaris en cuanto a lo justos que vamos de tiempo y que lo aconsejable es no sufrir mas, algo por dentro me pide a gritos continuar. Al llegar al avituallamiento de Etxegárate nos encontramos con un muy buen amigo de Fernan que nos está esperando. Entramos y comemos y nos hidratamos (¡qué bueno me sabe el pintxo de tortilla!) y Fernan sale y entra para hablar con su amigo y hablar conmigo. Llamo de nuevo a Prisi y me dice que continuemos, que ellos se retiran. Le digo que deje de decir sandeces y que les esperamos y que se vayan olvidando de esa idea. Se lo comunico a Fernan y seguimos con el run run del seguir o no seguir. Pasa el tiempo y llegan Mavegam y Prisi. Nos dicen que lo dejan, Mavegam dice que ha venido a disfrutar y que no lo está haciendo y que esto deja sin sentido el continuar. Prisi se intenta autoconvencer mientras me cuenta lo harto que está de caerse continuamente y de no mirar nada mas que el suelo y... mientras le miro callado. Cuando terminan de hablar les decimos que si no siguen no seguimos nadie. Ahora soy yo el que intenta autoconvencerse diciéndoles que hemos ido a disfrutar de un fin de semana y que si nos retiramos ahora por la noche tendremos fuerzas para meternos un TXULETÓN (con mayúsculas) y disfrutar del fin de semana. Si no puede ser no es, pero prefiero eso a no estar juntos. Sinceramente, aunque lo siento y lo creo, no es lo que quiero, pero no lo digo. Fernan entra y dice que su amigo le comenta que tenemos que continuar, que las carreras son así y que nosotros tenemos que seguir adelante. Mavegam y Prisi dicen que si nos retiramos los cuatro no se retira nadie y que ellos siguen. Lo dicen con la boca chica y aquí cometemos el último y más fatídico error. No recogemos el guante lanzado y se pasa el único tren que pasaba por la estación. En lugar de decirles que entornces continuamos los cuatro decidimos, entre dimes y diretes ,que ellos dos se quedan y que el resto del camino será para Fernan y para mí solitos. La verdad, estoy feliz porque deseaba con todas las fuerzas del mundo continuar, pero me desborda la tristeza de hacerlo sólo dos de cuatro. Reponemos agua, bebida isotónica y me como una última palmera de chocolate. Partimos de Etxegárate, km. 50 diciendo adiós a los compañeros y sin mirar atrás. No sabemos si llegaremos a los controles de paso, aunque creemos que sí.
La despedida fue amarga. Jodida. Un putadón. La aventura no será completa. No se cumplirán nuestras mejores ilusiones. La vida, una vez mas, nos pone en nuestro sitio, pero la carrera continua y los capitulos se sucederán. A las razones de cada uno por terminar se une una más: terminaremos por ellos. Lo haremos por los locos que se quedan en el camino y porque los dos que más ilusión habían puesto en la prueba desde el primer día han visto trastocados sus deseos por lo más difícil de la carrera: ver lo bueno de lo malo. Próximo destino: terminar.
Nota: Sobra aclarar que lo que aquí describo es un sentimiento personal y que las verdaderas razones de todo sólo las conocen cada uno de los protagonistas y sólo las suyas propias. Estoy seguro que siempre hay más de lo que se cuenta y no porque se pretenda ocultar, sino porque no hay nada sencillo y al final un asunto como este es un compendio de una infinidad de motivos, razones y cosas.
También sobra aclarar que ahora, desde la distancia del tiempo y tras la experiencia las cosas se ven distintas. Cada uno habríamos hecho las cosas de otra manera, algunas no las haríamos y haríamos algunas otras, pero si hay una cosa de la que tengo certeza y que me tranquiliza es que creo que hicimos lo mejor y lo que en ese momento había que hacer y que no tenemos que darle mas vueltas al asunto de las que tiene. Cada uno en ese momento hizo lo que le pedía el cuerpo y la cabeza y es lo que hay que hacer. Cualquier otra decisión podría haber forzado la situación y quien sabe qué derroteros habríamos tomado. Al que piense que no, que si se hubiera hecho tal todo habría salido de una determinada manera le pondré un ejemplo claro que lo contradiga y verá que no todo es tan sencillo ni tan claro. Por este simple motivo lo que se hizo fue lo mejor que se pudo haber hecho en ese momento y en esas circustancias y aprovecharemos lo bueno para reconfortarnos y lo malo para aprender de ello y desde aquí invoco a las fuerzas de lo sobrehumano para que se alineen de nuevo y nos pongan, al menos a los cuatro (y me gustaría que a alguno mas) de nuevo en una prueba de similares características, que esta vez será distinto.
Nada mas salir del avituallamiento y comenzando a subir una cuesta de asfalto a la derecha, a mano izquierda se abre una puerta a nosotros que nos llevará a adentrarnos en una de las zonas más bonitas de la carrera. Primero una subida continuada de unos dos kilómetros por un hayedo precioso. La niebla lo hace mágico. El musgo sobre las rocas contrasta lo vivo con lo inerte. El sol filtrándose entre la canícula y la frondosidad. La humedad del ambiente atempera el calor que el sol justiciero desearía comenzar a impartir. Poco a poco y entre charleta, chistes y demás, llegamos a un punto donde se ve la línea horizontal que corta la subida, la claridad del sol de fondo y los colores propios de estos bosques firmando otra estampa que quedará grabada en mi retina para siempre. Me he vuelto a enamorar de esta tierra y la siento mía. Ella me susurra al oído que llevaba ahí una eternidad esperándome y que por fin la estoy pisando. Para ella es una alegría. Para mí, soberbio. Giramos a la izquierda y continuamos el ascenso. Pronto y tras rodear un arbol caído vendrá la primera bajada. A partir de aquí, sube y baja de nuevo, pero por largas pendientes.
Todo esto que acabo de exponer oculta por otro lado el primer error que cometimos. Éste fue mirar el reloj y ver la distancia que llevábamos recorrida y el tiempo empleado. Poco más de unos escasos 35 kilómetros en alrededor de unas 8 horas. Esto hizo que nos diéramos cuenta de lo mucho que habíamos invertido en la primera parte y me temo que comenzó a hacer mella psicológica en alguno de nosotros. Para que todo se digiera mejor y de una vez os presento el segundo error: aunque al principio de este tramo fueron Fernan y Prisi delante y Mavegam y yo detrás, en una subida y encontrándome fuerte apreté un poco y llegamos arriba a la par de Fernan. Esto hizo que los dos que se encontraban algo más tocados psicológicamente se quedaran atrás y juntos. No conformes con esto, después de reunirnos continuamos de nuevo juntos Fernan y yo y tras un rato de chácharara y trotar nos damos cuenta de que el duo no viene con nosotros y se ha quedado atrás. Bajamos el ritmo y andamos un rato hasta que al llegar a una nueva cima decidimos parar a esperarlos. Tras unos minutos sin verlos llamo por teléfono a Prisi y me dice que vienen algo más lentos y que continuemos nosotros hasta el próximo avituallamiento en Etxegárate. Aquí cometemos el tercer error, nunca debimos romper el grupo. Bajamos por un cortafuegos imposible por el barro, arañándonos por los helechos de los laterales para poder frenarnos y por mi cabeza sólo pasa la imagen de Prisi bajando e invocando a todos los dioses. Bajo un continuo trotiandar mas lento de lo que debiéramos, pensando siempre en que Mavegam y Prisi se unirán en breve a nosotros, continuamos durante interminables kilómetros hasta que en una bajada nos alcanzan como dos balas los corricolaris que nos encontramos en Lizarrusti. Les preguntamos que si han visto a nuestros compañeros y nos dicen que sí, que están al menos a media hora de nosotros. Esto nos tumba la moral (a partir de aquí y hasta que dejemos el avituallamiento de Etxegárate serán para mí los momentos psicológicamente mas duros y comprometidos de toda la prueba. Solo los que estuvimos allí sabremos lo que nos rondó la cabeza durante todo ese tiempo).
Mientras de fondo escuchamos los camiones que nos adelantan la cercanía de Etxegárate (quedan unos dos kilómetros) Fernan y yo empezamos ha hacer cábalas y suposiciones. Seguir o no seguir será nuestra diatriba durante la próxima hora y pico. Aunque la razón nos dice que lo mejor es no seguir, algo por dentro me pide a gritos continuar. Aunque continuamente decimos que si nos retiramos nos retiramos todos, algo por dentro me pide a gritos continuar. Aunque según nuestros cálculos y lo que nos dicen los corricolaris en cuanto a lo justos que vamos de tiempo y que lo aconsejable es no sufrir mas, algo por dentro me pide a gritos continuar. Al llegar al avituallamiento de Etxegárate nos encontramos con un muy buen amigo de Fernan que nos está esperando. Entramos y comemos y nos hidratamos (¡qué bueno me sabe el pintxo de tortilla!) y Fernan sale y entra para hablar con su amigo y hablar conmigo. Llamo de nuevo a Prisi y me dice que continuemos, que ellos se retiran. Le digo que deje de decir sandeces y que les esperamos y que se vayan olvidando de esa idea. Se lo comunico a Fernan y seguimos con el run run del seguir o no seguir. Pasa el tiempo y llegan Mavegam y Prisi. Nos dicen que lo dejan, Mavegam dice que ha venido a disfrutar y que no lo está haciendo y que esto deja sin sentido el continuar. Prisi se intenta autoconvencer mientras me cuenta lo harto que está de caerse continuamente y de no mirar nada mas que el suelo y... mientras le miro callado. Cuando terminan de hablar les decimos que si no siguen no seguimos nadie. Ahora soy yo el que intenta autoconvencerse diciéndoles que hemos ido a disfrutar de un fin de semana y que si nos retiramos ahora por la noche tendremos fuerzas para meternos un TXULETÓN (con mayúsculas) y disfrutar del fin de semana. Si no puede ser no es, pero prefiero eso a no estar juntos. Sinceramente, aunque lo siento y lo creo, no es lo que quiero, pero no lo digo. Fernan entra y dice que su amigo le comenta que tenemos que continuar, que las carreras son así y que nosotros tenemos que seguir adelante. Mavegam y Prisi dicen que si nos retiramos los cuatro no se retira nadie y que ellos siguen. Lo dicen con la boca chica y aquí cometemos el último y más fatídico error. No recogemos el guante lanzado y se pasa el único tren que pasaba por la estación. En lugar de decirles que entornces continuamos los cuatro decidimos, entre dimes y diretes ,que ellos dos se quedan y que el resto del camino será para Fernan y para mí solitos. La verdad, estoy feliz porque deseaba con todas las fuerzas del mundo continuar, pero me desborda la tristeza de hacerlo sólo dos de cuatro. Reponemos agua, bebida isotónica y me como una última palmera de chocolate. Partimos de Etxegárate, km. 50 diciendo adiós a los compañeros y sin mirar atrás. No sabemos si llegaremos a los controles de paso, aunque creemos que sí.
La despedida fue amarga. Jodida. Un putadón. La aventura no será completa. No se cumplirán nuestras mejores ilusiones. La vida, una vez mas, nos pone en nuestro sitio, pero la carrera continua y los capitulos se sucederán. A las razones de cada uno por terminar se une una más: terminaremos por ellos. Lo haremos por los locos que se quedan en el camino y porque los dos que más ilusión habían puesto en la prueba desde el primer día han visto trastocados sus deseos por lo más difícil de la carrera: ver lo bueno de lo malo. Próximo destino: terminar.
Nota: Sobra aclarar que lo que aquí describo es un sentimiento personal y que las verdaderas razones de todo sólo las conocen cada uno de los protagonistas y sólo las suyas propias. Estoy seguro que siempre hay más de lo que se cuenta y no porque se pretenda ocultar, sino porque no hay nada sencillo y al final un asunto como este es un compendio de una infinidad de motivos, razones y cosas.
También sobra aclarar que ahora, desde la distancia del tiempo y tras la experiencia las cosas se ven distintas. Cada uno habríamos hecho las cosas de otra manera, algunas no las haríamos y haríamos algunas otras, pero si hay una cosa de la que tengo certeza y que me tranquiliza es que creo que hicimos lo mejor y lo que en ese momento había que hacer y que no tenemos que darle mas vueltas al asunto de las que tiene. Cada uno en ese momento hizo lo que le pedía el cuerpo y la cabeza y es lo que hay que hacer. Cualquier otra decisión podría haber forzado la situación y quien sabe qué derroteros habríamos tomado. Al que piense que no, que si se hubiera hecho tal todo habría salido de una determinada manera le pondré un ejemplo claro que lo contradiga y verá que no todo es tan sencillo ni tan claro. Por este simple motivo lo que se hizo fue lo mejor que se pudo haber hecho en ese momento y en esas circustancias y aprovecharemos lo bueno para reconfortarnos y lo malo para aprender de ello y desde aquí invoco a las fuerzas de lo sobrehumano para que se alineen de nuevo y nos pongan, al menos a los cuatro (y me gustaría que a alguno mas) de nuevo en una prueba de similares características, que esta vez será distinto.
Y a pesar del tiempo transcurrido... No dejo de recordar las cosas que me dejé en Etxegárate...
ResponderEliminarGracias por compartir tus recuerdos.
Pues la experiencia no deja de ser un grado y a mí me parece que nos faltó y mucha. Nos faltó el exigir y no el pedir que la gente siguiera, nos faltó el saber transmitir la certeza de que todos íbamos a acabar y además habiendo disfrutado, nos faltó saber hacer dudar al que duda. Y es verdad que no hay que lamentarse aunque no deja de pesarme ver la camisa en el armario y saber que hay otros que se la merecían más y no la tienen por mucho que no sea lo que más importe. Por eso, me gustaría poder enseñarle al destino que no siempre se puede salir conla suya. ¿Tendremos ocasión de hacerlo?
ResponderEliminarMe admira mucho ver cuánto disfrutaste a cada paso.
Claro que tendremos ocasión de hacerlo. Yo ya tengo alguna idea incluso (ya os la contaré, pero con tiempo).
ResponderEliminarPues yo no comento hasta que termines... ¡chincha!
ResponderEliminar