24 de noviembre de 2012

Día triste. Muy triste

Los reencuentros no tendrían que ser así pero la autócrata fatalidad no lo quiso de otra manera.

Nos fundimos en un abrazo y no había otra cosa en nosotros que no fueran lágrimas. Lloraban nuestros ojos y lloraba nuestro corazón. El tuyo más que el mío, amigo. Su razón tenía.

Hacía mucho desde que cruzamos nuestras vidas por primera vez un buen puñado de los que ayer y hoy nos reencontramos. 20 años para ser más exactos. Desde entonces todo ha cambiado mucho. Todo, incluso nuestra amistad. Ésta se ha forjado durante años, a fuego lento. Fraguando piano, piano. Dándole conversación, cariño y castigo. Porque la verdad es que, como a toda buena amistad, la hemos castigado alguna vez. Pero el resultado ha sido algo tan bonito, tan intenso, tan real como nuestro abrazo de anoche. Hoy lo expresaba con palabras Javier Merino: "lo grande de esto es que pueden pasar años sin vernos y cuando volvemos a encontrarnos parece que la última vez que nos vimos fue ayer".

Hace dos noches falleció, de sopetón, sin que la vida avisara de manera alguna, sino mas bien todo lo contrario. Demasiado pronto, dejó un vacío en las vidas de personas a las que uno quiere mucho y eso duele en lo más profundo. Blas, no nos conocimos y tu no lo sabías igual que no lo sabe casi nadie (o no lo sabían hasta ahora), pero además de vacío tambien dejaste en tu huella a un hijo al que aunque no se lo diga y nos veamos de pascuas a ramos llevo muy adentro. Sin el, en una muy gran parte, en una parte enorme, hoy no sería lo que soy.

Porque sin la muerte, esta vida no tendría sentido.

Blas, descanse en paz.

La desdicha se
convierte en una sombra,
aire que respiro,
mi agonía,
mi muerte y mi muerte
futura entre la muerte,
profundo túnel donde
se extravía la soledad.

Soy solamente,
el que vive con
devoción en su mundo,
que es eterno,
que es viejo,
que es joven
que es abierto,
que es lacrado,
que siempre es eso.

Una raíz que desciende
a una profundidad
más negra que su grito,
que absorbe la luz
de una vida inconclusa,
pero que espera
reflejarse en los
espejos de un futuro.


(Luis Fernando Tejada)