27 de enero de 2012

Toda la mañana por delante...

No son todavía las 10 de la mañana y contemplo la niebla en el Mirador de las Canchas, todos los maravillosos paisajes que habitualmente nos acompañan en este lugar han desaparecido, un blanco húmedo y cegador ocupa su espacio. 

La sensación de soledad es apabullante, no he visto a nadie desde que salí del parking situado enfrente del Hotel de La Barranca, además, me ha costado llegar, no entiendo el porqué, pero los gemelos gritan, cada paso ha supuesto un esfuerzo importante, pero hoy es un día especial y no voy a dejar que el dolor lo eche a perder. 


Y es especial porque hoy tengo toda la mañana por delante, los niños están en el colegio y no salen hasta las cinco, mi mujer vuela hacia Berlín y tengo el día libre en el trabajo. Mi primera idea había sido hacer la "Maratón de Manzanares", un pequeño circuito de cuarenta y tantos kilómetros por las cañadas de la zona, pero tenía ganas de monte, por lo que decidí sacrificar kilómetros en aras de disfrutar de una jornada montañera. La sensación de tener TIEMPO es indescriptible... 


Recuerdo un día pasado en el que empecé con este dolor, salimos del puerto de Navacerrada y subimos a La Bola del Mundo, me tranquiliza pensar que el dolor desapareció, así que con ese pensamiento positivo enfilo el Camino de la Tubería hasta Las Cabrillas, de nuevo, al igual que aquel remoto día, el dolor se va disipando hasta desaparecer. Me detengo en Las Cabrillas, me gusta muchísimo esa pequeña explanada y nunca solemos parar allí, hago un par de fotos y decido que voy a subir hasta Bola.


Sin más pérdida de tiempo subo hasta el Collado del Emburriadero, esta vez no me detengo, poco a poco, a ritmo lento pero constante subo corriendo hasta el repetidor de Bola. Los últimos metros son complicados, la visibilidad es casi absoluta, es curioso no distinguir donde acaba la nieve y empieza la niebla, todo es blanco y brillante, el hielo hace también su aparición provocándome un par de resbalones sin importancia. Me veo fuerte y con ganas, sin pensar mucho decido que recorreré el Camino Smidt hasta el Puerto de la Fuenfría, comienzo a bajar con cuidado.


Sin ningún problema y tras dos horas, llego al Puerto de Navacerrada, donde me como una barrita de cereales más o menos congelada y bebo algo de agua. Varios canales de televisión se agolpan en las cunetas para sacar algo de nieve en el telediario, pero se ve muy poca gente por allí. La siguiente etapa hubo de ser abortada, el Camino Smidt estaba impracticable, tras dos patinazos salvados y un tercero que me llevó al suelo decidí dar la vuelta y bajar por el Camino del Calvario hasta la Fonda Real.

Tenía muchas ganas y al final se me iba a hacer corto, así que alargué un poco el descenso aprovechando las sendas que recorremos en el MAM, pasando varias veces el Arroyo de Navalmedio con la suerte de no tener que mojarme los pies. Tras llegar a la Fonda Real, y siguiendo el itinerario del Camino de Santiago al revés, llego de nuevo a La Barranca, donde tres horas y pico después termina mi aventura.




16 de enero de 2012

El aire vuela...

...y tu volaste de nuestro lado en un día inesperado. No te conocí, no tuve el gusto. El viento sopló un pelín más fuerte de lo habitual y apagó la llama que hasta ahora había iluminado y calentado las vidas de un gran amigo y su familia y si bien nunca gusta, al final es nuestro destino. El de todos. Por eso, lo importante es lo que queda y, sin conocerte, te digo que por lo que sí que conozco es para quitarse el sombrero. Chapó. Además de mil y una cosas, mil y un recuerdos que jamás podré conocer si no es por boca de otros, dejas un hijo que es un ejemplo de humanidad al que todos debiéramos aspirar aunque sea un poquito. Sólo con esto basta para escribir con letras de oro en el gran libro de la historia anónima de los seres humanos que transitaron por esta vida. Gracias y suerte en tu nuevo viaje.

D.E.P.

Un buen amigo de tu hijo Josema.

Desde el alma
Vals

Hermano cuerpo estás cansado
desde el cerebro a la misericordia
del paladar al valle del deseo
cuando me dices/ alma ayúdame
siento que me conmuevo hasta el agobio
que el mismísimo aire es vulnerable

hermano cuerpo has trabajado
a músculo y a estómago y a nervios
a riñones y a bronquios y a diafragma

cuando me dices/ alma ayúdame
sé que estás condenado/ eres materia
y la materia tiende a desfibrarse

hermano cuerpo te conozco
fui huésped y anfitrión de tus dolores
modesta rampa de tu sexo ávido

cuando me pides/ alma ayúdame
siento que el frío me envilece
que se me van la magia y la dulzura

hermano cuerpo eres fugaz
coyuntural efímero instantáneo
tras un jadeo acabarás inmóvil

y yo que normalmente soy la vida
me quedaré abrazada a tus huesitos
incapaz de ser alma sin tus vísceras

Mario Benedetti

12 de enero de 2012

Una ilusión asturiana


En los confines de la memoria, mucho más allá del recuerdo escrito y cuando las gestas, por muy gloriosas que fueran, se transmitían de boca en boca, ya se diferenciaban entre las gentes de cualquier pequeña aldea, esas almas inquietas, inconformistas, prófugas de todo lo que sonara a monotonía. Lejos del abrigo y la seguridad que daba el grupo buscaban siempre, en los límites del horizonte, una nueva montaña que sobrepasar, un desconocido desfiladero en el que adentrarse,  algún turbulento río que navegar o un mar proceloso donde perderse. Cansados de las invisibles cadenas del acompasado discurrir de los días, soñaban con esa jornada que los llevara en busca de la puesta de sol hacia lo incognito, en una mezcla de temor y deseo, que hacía que sus cuerpos vibraran al son de esa pulsión infinita que ha incitado al hombre desde que es hombre a buscar el límite en sus mil variadas formas.
Ese espíritu es, sin duda, el que sigue impulsando a muchos de nosotros a poner nuestra alma en empeños de poco valor y de mucho esfuerzo, pasando muchas horas de sufrimientos vanos por esos montes perdidos, en tareas ilógicas para muchos, descabelladas para aquellos que saben disfrutar de la molicie en sus más diversas vertientes. Imposible explicarles que es un sentimiento que se ‘siente’ pero que no se puede transmitir; que, a pesar de su profundidad en lo más oculto de nuestro energía primigenia, surge como un volcán que nos lanza hacia el cielo como una droga potente y embriagadora. Nunca lo entenderán porque nunca lo experimentarán.
Pues creo que esa misma alma, esa inquietud es la que nos va a llevar dentro de poco a tierras asturianas para intentar allí, algo que probablemente nunca haya hecho nadie hasta ahora: una bonita e irregular elipse de ochenta kilómetros por un terreno tan desigual como atrayente. ¿Esfuerzo inútil? ¿Trabajos vanos? No es sólo un reto personal, un intento de superación de nuestros propios límites porque en definitiva el que más o el que menos alguna vez ha conseguido logros parecidos. En este caso se trata de algo menos íntimo y más relacionado con la emoción compartida y la amistad. Todos aquellos que  piensen que el deporte es tan sólo ‘marcas personales’, ‘tiempos’ y ‘competencia’ deberían asomarse a este ‘rincón’ de los Locos y comprobar que esta actividad es otra manera más de unir a gentes de lo más diversas en un mismo empeño. Esta vez, sin el apoyo logístico de ninguna carrera y sin las medidas de seguridad que éstas te proporcionan, lo más importante será el amparo del grupo, y el triunfo de cada uno de nosotros será el del resto. ¿Estamos preparados? Creo que sí.