26 de octubre de 2013

Aquellos mosqueteros...

Aún recuerdo aquellos días, aunque ya con toda seguridad desfigurados por el paso del tiempo. Incluso no sería extraño que mis pensamientos hubieran ido adaptando los hechos a los gustos porque así de voluble es la memoria, siempre completando para nuestra satisfacción aquellos puntos oscuros que el olvido va creando. Perdonadme si vuestra historia no se asemeja a la mía.
Lo que de una manera u otra estaba claro es que en aquellos años éramos ‘jóvenes retoños’ con muchos  más deseos que experiencia en el  mundo del ultratrail. En mi caso, no dejaba de ser  un recién llegado a las carreras de monte, aunque tenía experiencia en las marchas por la sierra, que nunca dejé de practicar desde que era adolescente. Por eso, cuando Prisillas, reunidos Mikel, Luis y yo con él, nos propuso hacer el G2H, no era capaz  ni de imaginar a lo que nos íbamos a tener que enfrentar. No sé si era inconsciencia o ignorancia por nuestra parte pero a todos nos ilusionó ‘lanzarnos´ a ello. Si Prisillas lo quería intentar lo acompañaríamos porque para eso nos había ido enseñando este universo trailero.
Josema, Mikel y yo en el Collado Piornal.
Para nosotros era un nuevo, apasionante e inexplorado reto ya que apenas conocíamos gente que tuviera experiencia en ello. Ppong nos dio, aún lo recuerdo, las primeras indicaciones. Fue una verdadera aventura; íbamos aprendiendo sobre la marcha: probábamos comidas, bebidas,  mochilas, zapatillas, dónde correr o dónde andar para no ‘quemarnos’… La distancia daba miedo, el desnivel,… Lo único que nos sobraba y con diferencia, eran ánimos. Creo que aquellos entrenamientos, aquellas dudas, aquellas ilusiones compartidas, aquel viaje a lo desconocido, forjó entre nosotros una cierta complicidad que todavía perdura. Al final, según va pasando el tiempo, es curioso pero ese momentáneo hermanamiento ha terminado siendo para mí lo más importante de aquellos días, de aquella carrera, lejos ya de la importancia del resultado, que ha acabado siendo uno más entre otros tantos…

Grabados ya de forma indeleble en la cabeza, tengo los primeros pasos del recorrido, dejando atrás las calles de Beasain con una llovizna ligera presagio de una noche dura de agua, viento y frío… Cuatro hombres trotando en paralelo como sus esperanzas… Gracias por compartir conmigo aquellos momentos.
Luis y yo.

23 de octubre de 2013

MI GTR30…MI PRIMERA GRAN CARRERA…MI PRIMERA CRÓNICA.

Ésta, es una crónica muy personal. No se sin con muchos o pocos datos” técnicos”, o sin embargo, pecaré de sentimentalismo. La escribo pasada una semana y pico largo, ya que no creo que pueda hacerla del tirón. Porque no sólo quiero plasmar las sensaciones pre, durante y post carrera, también quiero dedicar varias palabras a un grupo de personas que dedican parte de sus vidas a esto del correr en 3D (idea de otro corredor), pero también a que otras personas iniciadas como yo, a que se vean recogidas y a animadas a seguir
. Todos tenemos una fecha o día D de cuando empezamos a correr, al igual que la cima de una montaña, o un cerro, está marcada por un vértice geodésico. Yo también la tengo, pero se difumina cada vez más. A cada carrera, a cada entreno, a cada salida, poco importa o nada el cuando decidí calzarme OOOOTRAAAA vez las zapatillas y poner en marcha mi cuerpo. Todos disfrutamos en la cima….cuando realmente lo que nos gusta es el camino. Es un todo.



 Me importa el camino, el recorrido. Amigos que he ido encontrando. Personas que regalan sonrisas, ánimos, fuerzas y que hacen que todo sea mucho más fácil. Porque correr cansa, desgasta…y no solo físicamente. Al igual que el agua hace difíciles los senderos, los kilómetros te allanan la mente y te intentan convencer de que deberías descansar, de dedicar ese tiempo (tan preciado) a cosas mas importantes como CORRER. Pero, como esa misma agua que al igual de destrozar y destruir, descubre nuevos horizontes, cada salida es como un chispazo en la rutina de la vida diaria. No me quejo de mi vida, de hecho, adoro mi vida. Vivo rodeado de gente maravillosa, de cosas bellas, y es esa rutina la que me mantiene sereno, seguro y permite que a su vez pueda darme esos” chispazos” de vez en cuando. 


 Con vuestro permiso y sintiéndolo mucho si peco de cansino, dedicaré gran parte de ésta crónica en agradecimientos personales a gente del grupo…y gente de fuera. He participado en otras carreras (Trébol, La Jarosa, Cerceda) de las que no hice crónica. No estaba preparado, no me sentía “corredor”….no me sentía LOCO. Ahora si….lo siento. Alguno de vosotros me lo dijisteis recientemente…”Héctor…inclúyete…eres de los Locos”….pero ha sido ahora, cuando he superado el limite que me ha marcado una carrera el cuando todo a explotado. Una vez más….GRACIAS a todos por el “hermanamiento”. 


 Bueno. Ahora la crónica. No recuerdo bien la fecha en la que se empezó a hablar de ella. Mi primer recuerdo es que si me apuntaba, sería para la más corta. Tengo que decir que al principio me pareció un poco “fea”, y que realmente lo que me llamaba la atención eran los tramos más montañeros (Bola y Maliciosa). En fin…pasaron las semanas, meses, y viendo los rumores que corrían sobre la carrera (falta de permisos, riesgo de anulación, etc...), prácticamente la tenia descartada. Hasta que viendo la cantidad de “locos” que se inscribían, decidí echarme un órdago. Un órdago porque desde la carrera de Cerceda, en la que fui bastante rápido, unido a mi ritmo diario familiar y noches de menos sueño, últimamente me encontraba bastante cansado. Mi volumen de Km. en éntrenos había disminuido muchísimo. Y encima todavía tenia dudas de si apuntarme a la de 50???!!!!. 

 Quieto paraóo!! Héctor, poco a poco…lasai, lasai . No empieces por el tejado. La de 30, vas con gente experimentada, controlando ritmos, conócete a ti mismo y ya vendrán mayores gestas. (Por cierto...Gracias Chema;)) ¡¡¡SORPRESA!!! No son 30, son casi 40 (y sin casi). Aun así, no me eché para atrás. Total, metidos en treinta ya sigues un poco más y te acercas a la distancia reina (42.195) y casi casi puedo decir que soy un maratoniano, y encima de montaña. Me doy cuenta los días previos que las motivaciones van llegando solas, que las fuerzas resurgen, que SI se puede. ¡¡¡JODER, OSTIAS….ESTÁS HECHO UN TORO!!! Me digo los días previos que salgo a correr. Tengo unas sensaciones buenísimas, hacia muchos años que no tenia tanta fuerza en las patas, ni tanto fuelle…lejanos quedan los días del Club de Montaña en los que cargado con un macutón echábamos horas pateando la Sierra del Guadarrama y otras cadenas montañosas. Eran otros tiempos, era más joven…más potente, más inexperto. Llega el día D, doce de octubre de 2013, día de la Pilarica, santo de mi madre y demás desfiles. Mi desfile empieza en Navacerrada pueblo y a paso de Legionario llegaré a la Lonja de San Lorenzo de el Escorial. Quedo con mi padre pronto para que me acerque a la salida. Tengo todo preparado del día anterior por si los nervios me juegan una mala pasada. Nervios que hacen tímidos careos desde que me levanto a la hora señalada, pero que no me impiden desayunar una buena ración de pan con nocilla (la del Lidel que está que te cagas de buena) y un relaxing cupo of café con leche jejejejejejeje. 

 Llegamos pronto pero en breve veo a Ricky, Ana , Alex, Carlos, Rafa, Halfon y familiares (cuñaos, hijos/as, mujeres, etc…). Que gran grupo, que buen rollo….como molais!!!. Intercambio de opiniones, risas, bromas y photocall con las banderas de los Locos, Locas y Cachorros del Cerro.

   
 La salida es algo descafeinada, únicamente animada por los escasos 200 corredores (quizás alguno más) allí reunidos. Es curioso el cómo analizo a varios de ellos. Enjutos, fibrosos, preparados y bien equipados. Allí estoy yo, con mis mallas del Lidel y una camiseta con la que me arriesgo a que me tiren fruta sin pelar de lo fea que es. Pero me da igual, porque lo que importa, lo que te hace correr, resistir y potenciar tus fuerzas se lleva más adentro. Me he hecho una promesa: terminaré ésta carrera por todos los esfuerzos realizados durante meses, por mi familia, por mis hijos, por mi mujer….pero sobre todo por mí. Ha llegado el momento de saber hasta donde llego, de saber si me quedaré corto o largo de fuerzas…ha llegado el momento.

 Vamos!!!! Dan la salida!!!! Inicio mi frikiGarmin, voces y risas nerviosas y digo adiós a mi padre. Nos veremos en San Lorenzo le grito. Muchas gracias por ánimos papá. Se que te quedaste preocupado y con dudas de que fuera a sufrir mucho o de que me pasase factura, aunque supiste mantenerte ciertamente reservado. Mi gran duda sería el ritmo a mantener, y es por eso que quise engancharme a alguno de mis amigos tractores. Conocedores de estas distancias, decidí en un primer momento seguir su ritmo. Pero al primer kilómetro me encontré en el punto de siempre, entre dos tierras. Carlos delante…Rafa, muuuuucho más delante y Chema, Ricky y Ana detrás. 

 ¡¡¡¡MIERDA!!! ¿Y ahora que? Pero una voz interior, un deseo, un instinto me dice que siga a ese ritmo. No se si será fuerte o flojo, pero creo que es el mio. Me quedo en el último tercio del pelotón de corredores hasta el kilómetro 7 aprox. Que empiezo a dar caza a varios que me pasaron anteriormente. Charlo un rato con un chaval llamado Marcos de larga melena con el que coincidiré en la meta. También coincido con Carlos en la bajada y hacemos unos 3 kms juntos hasta el siguiente avituallamiento. 


 Avituallamiento no oficial de la carrera, y es más, ya quisiera la organización montar unos puestos como el que se marcaron Kike y Ángel. Gracias, gracias y mil gracias por esa megadosis de optimismo, alegría y glucosa (nos hacía más falta lo primero). Música, café, fruta, donuts, pirulas de magnesio y algo más. Completo no, completísimo. Risas, abrazos, bromas y muchos ánimos que hace que te vayas con pena para seguir con la carrera. Fotos y seguimos pá lante. La siguiente parada es el avituallamiento oficial en Los Molinos cruzando la carretera que sube a Cercedilla. Relleno bidones de agua y un aguado e insulso isotonico. Vaciado de vejiga y a continuar. Volvemos a juntarnos Carlos, Halfon y yo. Aquí será la ultima vez que nos veamos hasta la meta. Comienza una mantenida subida hacia la falda de la Peña de Arcipreste en la que algunas rampas me harán andar, pero que en su mayoría haré trotando. Voy contento con mi ritmo en estas subidas en las que creo que a fuerza de entrenos me voy desenvolviendo cada vez mejor. Todo hay que decir que en el momento de escribir ésta crónica, no disponía del registro del Garmin a mano con lo que estoy tirando las sensaciones y recuerdos. En ésta subida voy adelantando a unos cuantos corredores ya que troto bastante y cuando me hace andar, tiro fuerte. Otro punto negativo para la organización en la señalización del desvío que te saca de la pista para meterte en una pequeña vereda que sube fuerte a la derecha. Tuve conocimiento más delante de que un grupo de corredores no se percato de las tímidas marcas y desembocó en la A6 y tuvo que hacer la subida al puerto por los márgenes de la autopista…grrrrrr. Llegada a lo más alto y bajada hasta el puerto. 

Llegado a éste punto (km18) me noto fuerte, confiado y bastante seguro de que todo llegará a buen puerto. Respondo varios wasap: Ruth y amigos e informo de cómo me encuentro. Como unos frutos secos, bebo agua e isotonico y tiro hacia arriba sin más demora con el refugio de Cabeza Lijar en mi mente.

 Pero es aquí donde van a comenzar mis primeros problemas fisicos que me acompañaran intermitentemente durante el resto de la carrera. En una de las rampas de subida en las que pido que me hagan una foto, siento un calmbre bastante fuerte en el recto interno de mi pierna izquierda…auchhhh!!!! Ostias!! Como duele!!. Me digo “tranqui Hector, esto es normal” “bebe sales” “estira” …paro el Garmin y me reservo unos minutos para hacer estiramientos. El hacer esto me salvo la carrera creo yo. Vuelvo a tirar para arriba a ritmo lento y zancada cortita intentado repartir las fuerzas y equilibrarlas hacia la otra pierna. Pasados unos dolorosos al principio y solamente molestos minutos al final, llego a Cabeza Lijar. Cumbre que no pisaba desde hacía muchos años, y que por aquel entonces fue con un grupo de alocados chavales de instituto en el seno de mí querido Club de montaña. Vuelvo a beber, estirar y un gel pal buche. Las vistas son maravillosas, y me recreo unos segundos más en llenar mis pulmones no solo de ráfagas de aire, sino de libertad, de euforia por lo que estoy consiguiendo. Se divisa todo la cuerda de Cuelgamuros hasta la cumbre final de Abantos.

 Desde aquí me tiro cuesta abajo con la idea de trotar el máximo posible hasta la Naranjera. Entre medias, se hace una fácil subida al refugio de Salamanca y toda una sucesión de toboganes. Son unos kilómetros que se me hacen bastante llevaderos y en los que consigo un ritmo que hace que adelante a casi una veintena de corredores. Las molestias en mis piernas han desaparecido prácticamente debido, seguramente, al calor generado por el umento de ritmo. Siento que carburo bien, me noto fuerte y voy acorde con los tiempos que los días previos me había marcado. Durante unos pocos kilómetros pude disfrutar de las maravillosas vistas que ésta cuerda de cumbres nos regala a las dos vertientes…hasta pasar el refugio de la Naranjera…. Aquí comienza el sufrimiento. 

Dura la subida hasta el pico de Abantos, y más aun, si te crees que ya has llegado cuando aun te falta un par de cuestas más como a mi me pasó. Pero bueno, ya estaba hecho. Llego a la cumbre de Abantos con las fuerzas ya muy justas. Se que toca una dura bajada, y más para personas de mi talla y peso. El comienzo no es malo y podría ser bastante rápido (así me lo imaginé en un principio) si no fuera porque empezaba dolerme todo. Cada zancada, cada paso, cada bote repercutía como un martillo pilón en cada uno de mis músculos, músculos que o estaban demasiado tensos o habían perdido completamente el tono por el uso continuado durante la carrera. Tengo que decir que, si no hubiese sido por ésta bajada, la llegada a meta la habría más gloriosa, más fuerte y más disfrutada. Y si además lo aderezamos con unos cientos de metros más (casi un kilómetro) que en las condiciones en las que iba me parecieron como 10 (aparte del cabreo)… 

¡¡¡Pero ya esta hecho!!! Veo el arco de meta y a escasos espectadores. Busco con la mirada a mi familia, esperando encontrar a alguien que hará resurgir nuevas y poderosas fuerzas. Mide menos de un metro, coletas y los ojos más bonitos del universo. Busco a Elsa a la que prometí entrar en meta con ella. Mi niña a aguantado estoicamente muchas horas, está cansada y hambrienta. Mi padre la avisa de que ya llego y ella salta como un muelle a mi encuentro… ¡¡¡¡DIOSSSSS!!!! Que subidon!! Se me hace un nudo en la garganta. Veo a Ruth y ese nudo me aprieta cada vez más. Estoy a punto de llorar. Reparto besos ..cuando lo que realmente me gustaría sería elevarlos a todos en un abrazo gigantesco y entrar juntos, compartirlo juntos, porque también es un triunfo de mi familia por aguantarme todas mis chorradas. 


Faltan pocos metros y Elsa y yo vamos de la mano. Saludo a Chema que casi me lo atropello, choque de manos con algún cachorro y entrada en meta. No hubo foto finísh de la organización, solo las que me hizo mi padre. Pero la guardaré para siempre en mi memoria. La foto es muy simple, es un padre que se ha esforzado y lo ha conseguido, que abraza de rodilla a su hija, y que élla se lo devuelve. Una mujer ilusionada que me felicita y mi padre con las dudas disipadas y cierto brillo de orgullo en la mirada. Los minutos posteriores fueron unos tramites de devolución de dorsal, masaje descontracturante (y muy doloroso) e inmersión hasta la cintura en agua fría de pelotas.

 La paella se la dejé a mi hambrienta hija…de la que casi ni comió de lo mala que estaba. Cambio de ropa y salimos hacia casa de mis padres para comer todos en familia. Hablé con mi madre, la cual estaba doblemente preocupada no solo por como iba en la carrera…sino porque se le iba a estropear el asado. Jejejejj. 

Quedaba acercarme hasta donde estaban todos los Locos, Locas y Cachorros. Risas, abrazos, felicitaciones de todos y para todos. Cuanto me queda todavía por aprender, por recorrer. Que gran grupo, que gran familia. Siento el no haberme podido quedar más tiempo pero me reclamaban para otros menesteres. Pero que sepáis que me quedé con muchísimas ganas de seguir con vosotros, de conoceros más, de vitorear a los que faltaban por llegar. Ese Gran Prisi, superándose una vez más, a Mikel y sus carreras de ultima hora ( cuanta fuerza tienes y desprendes), a Carlos con su ritmo machacón y cada vez más rápido…(estás imparable tío).

Justo antes de meterme al coche vi llegar a Halfon. ¡¡¡¡que tío!!!! Venia apretando los dientes, que dureza en la mirada, que determinación….ole ole y ole!!!!! Enhorabuena porque hiciste un carrerón. 

Voy terminando, y por ello solo me quedan dos cosas. 

Primera: Se ha hablado largo y tendido de la organización, y voy a dar mi opinión tanto de antes de la carrera como durante. 

Antes de la carrera: Por mi parte, les doy un 2 sobre10 por cambios muy sustanciales en el recorrido, dudas sobre papeleo y falta de información en la web además de la NO actualización de datos. Que para recoger un dorsal te tengas que tirar una hora y media de reloj teniendo a menos de treinta personas delante no es de recibo. Y muchas cosas más que no diré para no enturbiar mi crónica… 

Durante la carrera: avituallamientos justos y correctos tanto en cantidad como calidad. Pero punto negativo en control de corredores, material y sobre todo señalización en ciertos puntos. Más les vale ponerse las pilas para futuras ediciones o se van a comer los mocos. 

Segunda…y las más importante. Agradeceros a todos y cada uno de vosotros con los que he podido coincidir en salidas o carreras, en chats o donde sea. Sois personas de gran corazón, abiertos y amigables. Con vosotros todo en mucho más fácil Y mi agradecimiento más personal es para mi mujer, la que me aguanta y me ama por encima de mis peculiaridades, que sabe ver en mi lo mejor. No soy un gran escritor y no me veo a la altura de transcribir a papel de la manera de cómo algunos lo hacéis en éste blog, pero he intentado reflejar lo vivido de la mejor manera posible.

 Gracias a todos. 

Nos vemos en la próxima

22 de octubre de 2013

Morir de éxito.

Esta es nuestra pequeña ventana al mundo. Si no la mantenemos abierta no sólo no sabrán de nuestras cosas sino que el ambiente que respiremos será cada vez más enrarecido. ¿Vamos a morir de éxito?. ¿Vamos a quedarnos en el compadreo? o, vamos a seguir demostrando que hay una forma distinta de vivir el deporte y de convivir en la vida.
Es una pena que tan buen trabajo no haya tenido un hueco en esta que es nuestra casa Locos.


100k 2013 Los Locos del Cerro from Ivan Sevilla on Vimeo.

Enhorabuena por el vídeo y por la carrera.


5 de octubre de 2013

DesafiOSOmiedo

Son las dos de la mañana y sigo sin poder dormir. Me he levantado cuatro veces para ir al baño; en dos de ellas, me he tomado una valeriana y en la última he estado más de media hora leyendo un tostón para intentar dormir. A pesar de todos los intentos, sigo con la ‘rumia’. Horas antes y en el último momento, el DesafíOSOmiedo ha estado a punto de fracasar. Por una serie de tejemanejes han intentado reventar la carrera con la excusa de que molestamos a los osos a nuestro paso, cuando ni siquiera transitamos por zonas de especial protección. ¡Cómo si el resto de las mil actividades que se hacen a diario no influyera! ¡Cómo si los corredores de las Ultras fuéramos gritando mientras corremos o andamos! Bastante tenemos con jadear…
Subiendo al Cornón en plena braña de la Pornacal
El caso es que nos han reducido en poco más de 20 kilómetros la carrera pero a cambio sólo podremos acabarla en 14 horas y media y no en las 22 previstas. Para mí el trueque es un mazazo. Supone replanteármelo todo  a última hora: tengo que ir forzando pero sin arriesgar a reventar. Imposible plantearme un abandono: el esfuerzo para llegar en forma al Desafío ha sido demasiado grande y doloroso para terminar diciendo que no he acabado la carrera por muy fundados que sean los motivos. No estoy dispuesto a tener que pasar por el mal trago de contar una y otra vez lo injustas que fueron las circunstancias de mi fracaso. Un último mensaje de Alberto al móvil diciéndome “Aupa que tú eres grande” me hace darme cuenta de que tengo la moral por los suelos. Tantos entrenamientos, tantos sufrimientos, tantísimas horas de monte para estar así. Por eso no duermo, por eso trato de descansar pero planifico de nuevo todo. Tengo que llegar con tiempo a los primeros controles para lograr un colchón suficiente por si surgen futuros problemas. No me puede pasar lo de la última Madrid-Segovia. Debo alimentarme bien en las paradas, cargar agua suficiente, no tomar nada nuevo que pueda revolverme el estómago… Para el último control, justo a siete kilómetros de meta, tenemos sólo media hora…  No es extraño que los nervios afloren.
Me levanto destrozado a las 3:50, me tomo mi descafeinado con leche y mi buena ración de bizcocho, sin hambre alguna, y completo el ritual del resto de las carreras. Amedrentado me dirijo al autocar que nos llevará a Villar de Vildas donde tras una larga (para mí eterna) espera, comienza la carrera a las 7:00.

Llegando al Puerto 
Para comenzar, nos esperan 1300 metros de desnivel en poco más de diez kilómetros. Primer cambio en mi estrategia: me dan igual las rampas; mientras no sean muy fuertes corro cuesta arriba porque no me puedo permitir el lujo de regalar minutos. Lo bueno es que por fin me relajo concentrándome sólo en la carrera; pongo mis cinco sentidos en ello como hago siempre en este tipo de recorridos. Comenzamos con frontales aunque por poco tiempo. No ha pasado ni media hora cuando ya no son necesarios. El mío ni siquiera lo he sacado del macuto pues el primer tramo es una pista y no hay peligro de caerse. Cuanto más subimos más bello es el reguero de corredores entre un terreno cada vez más escarpado. Una enorme serpiente de colores repta montaña arriba. Recuerdo la misma serpiente iluminada cuando hice la GOI. Es algo único. Si uno entorna un poco los ojos y la mira, parece moverse. Voy pasando siempre a gente aunque a mí también me supera algún corredor. La subida es dura porque siempre te parece que la loma siguiente va a ser la última lo que hace imposible tener una referencia clara desde el principio. Regulo al máximo para no tener desfallecimientos.  Completo la subida contento aunque la alegría dura poco. En la bajada comienzan los problemas: voy fatal, no tengo confianza en las pisadas y corro lento. En un terreno favorable no consigo ir rápido al tiempo que el estómago se me hace un nudo afectado sin duda por la mala noche y los malditos nervios. Los síntomas me recuerdan la retirada de la MAGOVIA lo que me hace que mi moral se hunda en un mar de dudas. Mi amigo Antonio me pasa sin que yo me dé cuenta y saber que voy entre los primeros 60 cuando pensaba que iba muy atrás es una pírrica alegría.
Subida hacia El Lago del Valle y la Farrapona
Al llegar al Puerto le comunico a Arantxa mis deseos de dejarlo porque me encuentro fatal… ¡Qué bueno es que la gente te apoye cuando vas hundido! En un momento clave, su contestación me hace volver a la realidad, muy alejada de aquella que ha ido dibujando mi cabeza. Me da una manzanilla que resultará milagrosa. Recargo bebida y tranquilamente afronto la subida al Collau Muñón entre una bellas praderas de hierba. Progresivamente paso del hundimiento a la euforia: me encuentro bien, sigo fuerte en las subidas y las molestias de estómago han desaparecido. Ahora se trata de dejarse llevar. Pasado el Collau la bajada en principio técnica se hace una pista cómoda en la que comienzo a marcar un buen ritmo. Me uno a otro veterano y juntos vamos recogiendo corredores que se van incorporando hasta llegar al Valle del Lago. El veterano corredor es consciente de lo rápido que hemos hecho ese tramo cuesta abajo;  todos callados, pero todos juntos. Me felicita por haber marcado ese ritmo aunque he de reconocer que al final las piernas notaban ya el esfuerzo.

Nuevo control, nueva manzanilla, recargo bebida, sales, como un poco más consistente. Arantxa y mi cuñada me informan de la carrera y me animan. Han pasado diez rápidos kilómetros y ahora sólo pienso en seguir acumulando tiempo por lo que pueda pasar. Comienza ahora una lenta sucesión de montículos que nos llevará siempre subiendo hasta la Farrapona. Para mí es el tramo más bonito de la carrera pues en poco tiempo te vas a adentrar en dos de los valles que más me gustan de Somiedo salpicados por varios lagos.
El calor aprieta. Poco a poco voy dándome cuenta de que el agua se me está acabando y de que no voy a llegar al puerto con la que tengo. Soluciono el problema con facilidad gracias a que una de las personas que está por la zona me rellena el bidón. Agradezco mucho su solidaridad porque una deshidratación a estas alturas puede ser determinante. Inicio la subida a Camayor con fuerzas de sobra (sigo trotando excepto en las subidas) y atravieso el valle que, en altura nos lleva hasta los lagos de Saliencia, cercanos ya a la Farrapona.
Lago Cerveriz, cercano a la Farrapona
Allí me siento, como de nuevo, bebo otro sorbo de Coca-Cola (nunca más de dos dedos porque si no me deshidrataría) y me doy cuenta de que la distancia que me queda la podría hacer andando sin entrar fuera de control. Con esta alegría afronto la subida más dura del día, no tanto por el considerable desnivel como por el terreno, entre piornos altos por los que apenas podemos pasar los corredores. La gente comienza a enlentecer su marcha por lo que paso a varios corredores ya que mis piernas siguen estando bien y me encuentro con muchas fuerzas. Al final de la subida bajamos por un cresterío y enfilamos el descenso hacia el pueblo de Saliencia. Me vuelvo a encontrar torpe en el terreno más técnico pero muy bien cuando sólo se trata de correr.
A punto ya de llegar al pueblo voy haciendo mis cálculos: las piernas me responden, me encuentro muy bien de pulsaciones, ningún problema físico a la vista y me quedan poco más de 8 horas para completar algo más de 20 kilómetros. Ahora sí estoy seguro: lo he conseguido. Ya no tengo ninguna duda. No puedo evitar que se me salten las lágrimas mientras las imágenes de los últimos meses llenos de esfuerzos, sacrificios, dudas, rematados por un último día de desesperación, se suceden vertiginosas. Aprieto el puño y lo agito en el aire como un verdadero demente… lleno de felicidad. Ahora, de repente, todos los pasados esfuerzos parecen insignificantes en comparación con este inmenso regocijo. Por eso no puedo evitar emocionarme.
El albergue de Saliencia es un oasis. La gente es consciente del esfuerzo que llevamos a esa altura y te animan y ayudan con alegría. Me salgo del guión y me arriesgo con un arroz con leche que me sabe buenísimo. Además, al contrario de lo que le ocurre a Santi Obaya en ese mismo control, a mi me sienta de maravilla. Con la seguridad que da saber que sólo queda completar el recorrido afronto la subida a la Braña de la Corra. El calor es sofocante por lo que se empiezan a ver los primeros problemas serios de deshidratación entre la gente. En ese sentido me he cuidado mucho de ir bebiendo sales para evitar los calambres por lo que hasta ahora apenas he notado algún pequeño síntoma que he ido solucionando a base de beber más cantidad. Un pequeño pilón cercano a unas brañas es el punto de reunión de varios corredores que llenan sus bidones con desesperación e improvisan un baño rápido. En la braña nos ofrecen sidra pero sólo soy capaz de sonreir…
Bajada a Arbeyales

La bajada de Arbeyales, que ya conozco porque la he hecho esta primavera con una abundante nevada, resulta mucho más dura de lo que imaginaba. Demasiado empinada y demasiado técnica para la altura de carrera a la que estamos. No hay ni senda y el terreno se mueve al tiempo que nosotros. Un pequeño tropezón me hace rodar de la manera más tonta golpeándome el codo. Me duele más el verme las manos sucias por el polvo negruzco que la rozadura sangrante. Poco antes he tenido un amago de esguince que me ha dejado el tobillo muy inestable.
En este descenso, a pesar de lo mal que lo hago, no me pasa nadie sin duda porque las fuerzas comienzan a flaquear. En Arbeyales tengo la suerte de poder lavarme en una fuente que está al lado del control. En esta zona caliza el paisaje es impresionante y abrupto. Vamos bordeando un camino abierto entre piornos cuyos tallos recién cortados dificultan el paso y añaden un punto de dureza en el peor momento de la marcha. Pero ya sólo pienso en la última subida del día, que nos llevará a Valle del Lago de nuevo pero esta vez por el lado contrario al que llegamos por la mañana. La conozco perfectamente: se trata de una pista muy dura por la que subo andando a un ritmo fuerte y constante. Casi al final de ella paso a dos corredores jóvenes que van bastante tocados. En el control, cargo un poco de agua y prácticamente no paro. Tengo muy claro el final de la carrera. Tanto, que cometo un error de bulto.

Mi intención es tomarme el único gel del día mientras bajo los 7 kilómetros que me llevarán directamente a Somiedo. Quiero hacerlos a buen ritmo por lo que no vacío el gel de golpe sino que lo voy consumiendo poco a poco. Por otro lado, tiro las sales que me quedan y parte del agua para ir más cómodo. Conozco bastante bien ese tramo ya que lo he hecho varias veces por lo que bajo bastante ligero llegando a pasar a varios corredores. Uno de ellos se une a mí y aprovecha el tirón que doy. Pero por desgracia, a falta de dos kilómetros y sin duda debido a mis descuido en el tema de las sales, noto por primera vez en el día un tirón en el abductor que se repetirá en ambas piernas en cuanto paro… Casi diez minutos me cuesta volver a correr con soltura durante los cuales cinco corredores me pasan lo que ya no deja de ser para mí una simple anécdota mientras llego a Pola donde las sensaciones son maravillosas. Mucha gente que me conoce me anima, me apoya, me gritan,…atrás queda todo lo malo pasado, todas las dudas, todos los sinsabores, todos y cada uno de los esfuerzos vividos. Estas sensaciones son tan fuertes y tan intensas que nada puede con ellas… Lo he conseguido, lo he conseguido….