Es difícil meterse en una carrera cuando los objetivos para la misma se desvanecen con la sobrecarga muscular de tu amigo. Los días previos se llenaron de dudas, no me apetecía para nada sufrir para rebajar unos cuantos segundos un tiempo que no lleva a ningún sitio, pero por otro lado me daba algo de rabia desaprovechar un mes de duros entrenamientos, en los que he corrido más rápido que nunca. Dejar de hacer largas tiradas por el Cerro es duro, pero hacerlo para nada…
En estas estaba, charlando con PepeDespacio, cuando sonó el pistoletazo de salida, salgo muy tranquilo, pegado a la acera derecha en espera de encontrarme con la familia, muchos me pasan, otros quedan atrás, lo típico de esas salidas donde nadie se coloca donde debe. Pasada la primera rotonda veo a los niños gritando emocionados, me gusta.
Esa cuesta es una de las grandes paradojas de la carrera, es curioso darse cuenta de que en la salida no existe y cuando llegas a ella en el kilómetro 20 se hace muy dura a pesar de no llegar a las zonas complicadas de la misma.
Sin darme cuenta llego al primer kilómetro, varios metros por delante veo a Prisillas y Lluvio con el globo de 1:40, mientras pienso que me quedo con ellos veo como Ppong se adelanta un poco y decido irme con él, el ritmo que lleva me resulta muy cómodo y no se me ocurre mejor compañero de viaje.
Y creo que acerté, la verdad es que es una carrera en la que he aprendido mucho, sobre todo en cuanto a control del ritmo, gestión de los desniveles y ahorro de energía. No es Pepe hombre de muchas palabras cuando corre, no fuerza el ritmo subiendo ni parece que lo haga bajando, siempre está ahí. Como decía él el otro día, me pasé 18 kilómetros mirándole por el rabillo del ojo, intentando darle una ayuda que en ningún momento necesitó.
Desde el kilómetro 12 acompañamos a Melchor y su globo de 1:30 hasta el 18, en el que intenté llevarme a unos cuantos por delante para que pudieran bajar de dicha marca, fue en ese momento donde me di cuenta de otras dos cosas. La primera es que a pesar de haber sentido que iba sobrado todo el camino las fuerzas no estaban intactas, recordaba con alegría esos tres últimos kilómetros a menos de 3:30 junto a Fernan la semana anterior que no se pudieron repetir. La segunda es que para llegar antes que Ppong hay que atacarle a un par de kilómetros de la meta, si no hubiera tirado para adelante siguiendo órdenes de Melchor, con su ritmo tranquilo y su sprint final me hubiera machacado sin piedad, cosa que no hizo porque la carrera no tenía doscientos metros más, claro que, tampoco me hubiera importado mucho.
En resumen, gran carrera en la que pude bajar de nuevo de una hora y media sin hacer un esfuerzo excesivo y de la creo que he sacado y aprendido muchas cosas positivas. Ahora toca disfrutar del monte.