23 de julio de 2010

Goi2h

Un problema de este tipo de carreras es que te apuntas a muy largo plazo y nunca sabes qué acontecerá hasta el día de su celebración. Por mi parte, comencé la preparación con mucha ilusión y muy mentalizado. Mucho más que para cualquiera otra pues no me gusta planificarlas mucho. Apenas iniciados los entrenamientos, tuve mi primer percance en una salida nocturna que hicimos: sufrí un esguince de grado dos a un mes del MAM. Aunque al principio no pensaba hacerlo conseguí terminar el Maratón Alpino Madrileño, no sin muchos problemas en el tobillo lesionado, con dolores intensos en las bajadas técnicas.
El hecho de haber acabado bien este maratón me dio suficiente moral para pensar en que todavía había tiempo de prepararme bien para la Goi2h y, aunque al final el calor excesivo no me permitió hacerlo como hubiera querido, creo que el tiempo me terminó dando la razón.
Nos presentamos los cuatros Locos del cerro el viernes 16 en Beasaín Gipúzcoa) con una mentalidad fuerte y decididos todos a acabarla. En ello confiaba pues creo que estábamos preparados para conseguir el reto.
La carrera empezó muy bien, con buena temperatura y un leve chispeo que invitaba a correr. A la altura de Zaldibia, ya era lluvia lo que no impedía que la gente se volcara sobre la carrera. Maravilloso siempre el trato del público que continuamente, por todos los lados y a todas horas, nos animaba.
Y llegó lo inesperado: la subida al Txindoki, un monte que recordaba empinado pero sin especiales dificultades técnicas, se convirtió por el abundante barro en una prueba durísima. Lo de menos era tener que ir andando; lo peor, la dificultad para mantenerse en pie. Ahí tuve que recurrir a mi espíritu montañero de adaptación a lo que viene y de concentración máxima. No se trata de pensar sino de actuar con calma y de seguir olvidándose del tiempo, del barro que se nos va adhiriendo y del desgaste físico, que puede terminar por pasarnos factura. Si mala fue la subida, peor la bajada pues costaba más mantenerse.
Como sucede en estos casos, cuando pensamos que la situación es insostenible, algo la hace todavía más dura. De camino hacia la cima del Gambo a la lluvia se nos une la niebla y el viento, una combinación que hace muy duro progresar porque no se ven bien las señales y el suelo, resbaladizo, hace que esta vez las caídas sean sobre las piedras. Aguantando el frío intenso (casi invernal) como podemos y sin ver la cima pasamos el Gambo. Ahora nos dirigimos hacia Etxegarate sin excesivas dificultades, después de lo pasado. El grupo de cuatro se hace dobles parejas y Elhermanodalex y yo llegamos al puerto que divide Guipúzcoa y Navarra no sin antes volver a ‘saborear’ la dureza del barro: llueve, nos acercamos al km 50, vamos con mucho ‘atraso’, agotados por el terreno, y nos quedan 38 kms que al final serán 41 según el Forerunner.
Aquí Mikel y Josema deciden abandonar. Elhermanodalex y yo seguimos. En mi caso tampoco me parece mala idea dejarlo, teniendo en cuenta lo poco que llevamos disfrutado. Todo ha sido duro, no hemos visto más que el suelo y estamos empapados. El hecho de que Luís siga conmigo me anima. Seguir sólo hubiera sido bastante duro.
Milagrosamente y cuando todo parece estar en contra, el acercamiento a la zona del Aizkorri es una ‘balsa de aceite’. Aparecen las pistas, podemos correr gran parte del camino y recuperamos las buenas sensaciones. Empezamos a pasar a corredores a los que la distancia comienza a pasar factura. La subida y el ‘cresteo’ por la cima de Guipúzcoa se hace muy dura por los resbalones y los continuos sube-bajas del terreno. Incluso aparece de nuevo un viento helador del que ya nos habíamos olvidado. Sin mayores dificultades y pasando gente terminamos acercándonos al municipio de Mutiloa (km 78) donde está el último avituallamiento. Es a partir de aquí cuando, así lo creo yo, la falta de entrenamiento y las ampollas pasan facturas a Luís. Nos comienzan a pasar todos los corredores que habíamos adelantado y vamos a un ritmo lentísimo. Me gustaría demostrarme a mí mismo que estoy fuerte y acabar esta zona con fuerza. Me noto ‘fresco’ y con ganas de 'darme caña'. Nunca podré saber si estaba cómo yo pensaba. Reprimo los instintos y acompaño a Luís cuyos andares denotan el sufrimiento que lleva. No sé si se da cuenta pero anda como si pisara cristales descalzo. Se me hace muy duro esperar, sobre todo, cuando un comentario desafortunado del segundo clasificado de la Ehunmilak incitándonos a que le siguiéramos, me despierta el instinto. No sabe con qué gusto lo hubiera hecho.
Lo más grato, paso por la zona de Urbizu, en Idiazabal, donde estuve yendo unos 20 años a un caserío. Todo lo conozco, todo está igual pero diferente. Saludo a los viejos conocidos, controlo bien las distancias que nos quedan. Vamos Luís, lo hemos conseguido.
Ya sólo pienso en cómo entraremos en Beasaín, planifico si levantar los brazos juntos, si entrar abrazados,… No siento el más mínimo cansancio. La entrada en el pueblo es mejor todavía de lo que había pensado. Todo el mundo anima, todo el mundo te jalea con verdadera sinceridad. Esta gente es admirable. ¡Cómo apoyan!
Según me acerco a meta me voy calentando, cada vez corro más y me siento más ligero. No sé dónde ni como me separo de Luís y entro esprintando en meta. Lo siento, me ha podido el ambiente. No he podido aguantar un poco más para entrar juntos. Una lástima.
Luís llora y en megafonía se oye claramente que dos villalbinos entran en meta. La gente nos mira como si fuéramos bichos raros y debe de ser verdad porque somos dos de los pocos foráneos, que han entrado en meta.
Un único deseo: desafiar de nuevo a la puñetera maldición del cuatro. Conimigo no puede y me gustaría demostrárselo.

3 comentarios:

  1. "Ya sólo pienso en cómo entraremos en Beasaín, planifico si levantar los brazos juntos, si entrar abrazados,… No siento el más mínimo cansancio”

    Me parece impresionante. Toda mi admiración.

    Hasta ahora no me había vuelto a dar cuenta de la maldición del cuatro.

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  2. Sigo sin creer en la maldición, aunque estaría bien que algún día termináramos cuatro para variar. Como ya te he dicho muchas veces... ¡olé tus huevos, Fernan!... eres un pedazo de crack.

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  3. Ole, ole y ole.

    ENHORABUENA majete, tengo ganas de que me lo cuentes en vivo y en directo.

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