16 de septiembre de 2011

La elección.

Puedo detenerme ante el calor que lleva abrasándome durante tantas horas, tanto que ha llegado el punto que no distingo el horizonte ante mi vista. Detenerme descansar y poner fin a la tortura.
Puedo detenerme ante la falta de fuerzas que me llevan acompañando desde hace más de 30 minutos, un vacio que me bloquea y que no me permite dar apenas un paso. No tengo nada que demostrarme, puedo descansar y poner fin a la tortura.
Puedo detenerme y dejar de sufrir ese dolor en las plantas de mis pies que no me permiten caminar con normalidad y donde cada paso es un sumun de dolor. Puedo aliviar a mi familia que sufre y conocen mi situación, puedo descansar y poner fin a la tortura.
En cualquier caso puedo pensar que me siento satisfecho, que he llegado lejos, que lo he dado todo y que siempre habrá otra oportunidad.
Pero puedo elegir continuar. Porque el Sol y el calor terminarán plegando. Porque a esa molestia que me sacude le sucederá otra que despierte mi interés, porque llega un momento que los pies parece que no existan y no seré mejor, ni más grande, ni más fuerte, pero habré llegado a mi meta, al objetivo y solo entonces podré saborear el calor, el dolor,  el sabor y el alcance de mi reto.
Sólo os pido una cosa. Paciencia. Ante la duda, ante la adversidad, paciencia y un buen puñado de minutos que hagan poso de esos pensamientos para que surgan nuevos y quizá, seguramente de un sesgo distinto.
¡Fuerza y ánimo!.

2 comentarios:

  1. Preciosa entrada Prisi, gran resumen de la verdadera naturaleza de lo que nos tiene que acompañar en un ultra. Me ha encantado. Gracias por sintetizar tan bien nuestra realidad

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  2. La he leído un poco tarde... muy buena. Una retirada a tiempo puede ser una victoria, pero llegar al final no tiene precio. En el ultra, al ser tan largo, van a pasar muchas cosas, entre ellas algunas negativas, ser capaz de superarlas es lo que da el éxito final. Llegamos de nuevo, sufrimos y disfrutamos en el camino, vivimos.

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