26 de octubre de 2013

Aquellos mosqueteros...

Aún recuerdo aquellos días, aunque ya con toda seguridad desfigurados por el paso del tiempo. Incluso no sería extraño que mis pensamientos hubieran ido adaptando los hechos a los gustos porque así de voluble es la memoria, siempre completando para nuestra satisfacción aquellos puntos oscuros que el olvido va creando. Perdonadme si vuestra historia no se asemeja a la mía.
Lo que de una manera u otra estaba claro es que en aquellos años éramos ‘jóvenes retoños’ con muchos  más deseos que experiencia en el  mundo del ultratrail. En mi caso, no dejaba de ser  un recién llegado a las carreras de monte, aunque tenía experiencia en las marchas por la sierra, que nunca dejé de practicar desde que era adolescente. Por eso, cuando Prisillas, reunidos Mikel, Luis y yo con él, nos propuso hacer el G2H, no era capaz  ni de imaginar a lo que nos íbamos a tener que enfrentar. No sé si era inconsciencia o ignorancia por nuestra parte pero a todos nos ilusionó ‘lanzarnos´ a ello. Si Prisillas lo quería intentar lo acompañaríamos porque para eso nos había ido enseñando este universo trailero.
Josema, Mikel y yo en el Collado Piornal.
Para nosotros era un nuevo, apasionante e inexplorado reto ya que apenas conocíamos gente que tuviera experiencia en ello. Ppong nos dio, aún lo recuerdo, las primeras indicaciones. Fue una verdadera aventura; íbamos aprendiendo sobre la marcha: probábamos comidas, bebidas,  mochilas, zapatillas, dónde correr o dónde andar para no ‘quemarnos’… La distancia daba miedo, el desnivel,… Lo único que nos sobraba y con diferencia, eran ánimos. Creo que aquellos entrenamientos, aquellas dudas, aquellas ilusiones compartidas, aquel viaje a lo desconocido, forjó entre nosotros una cierta complicidad que todavía perdura. Al final, según va pasando el tiempo, es curioso pero ese momentáneo hermanamiento ha terminado siendo para mí lo más importante de aquellos días, de aquella carrera, lejos ya de la importancia del resultado, que ha acabado siendo uno más entre otros tantos…

Grabados ya de forma indeleble en la cabeza, tengo los primeros pasos del recorrido, dejando atrás las calles de Beasain con una llovizna ligera presagio de una noche dura de agua, viento y frío… Cuatro hombres trotando en paralelo como sus esperanzas… Gracias por compartir conmigo aquellos momentos.
Luis y yo.

4 comentarios:

  1. ¡Qué tiempos aquellos!
    Hemos crecido mucho desde entonces, somos más viejos y tal vez un poco más sabios. Al menos ahora sabemos de verdad a lo que nos enfrentamos y nos preparamos en consecuencia... en mis planes y sueños está volver a subir al Txindoki con vosotros...

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  2. Ciertamente el tiempo macera los recuerdos de forma que a la realidad de los hechos se le suman los matices subjetivos que nuestra mente añade.
    Aquel envite fue formidable e inolvidable desde el momento en que se gestó hasta su desenlace.
    Es un placer revivir aquella reunión en las Murallas, las salidas nocturnas a la barranca o la vuelta a la dehesa donde alguno recibió el empujoncito que necesitaba.
    Ahora con la perspectiva del tiempo los recuerdos son mayoritariamente buenos. Atrás quedó la amargura de la retirada. Tanto, que sólo el entrañable envoltorio que supone la aventura compensaría volver a quedarse sin el caramelo que supone ese o cualquier otro objetivo.

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  3. Mikel ya sabes cómo me gustaría hacer de nuevo esa carrera todos juntos aunque desde luego ya no sería como la primera vez. Hemos aprendido y creo que mucho. Buena prueba de ello es que cada uno afrontamos la larga distancia a nuestra manera... con diferentes materiales, distinta comida,... En eso va consistiendo la experiencia.
    Prisillas desde luego que los recuerdos son buenos porque formamos un buen grupo con una misma ilusión y disfrutamos un montón de días con ello. Eso era lo que pretendía resaltar con este post casi intimista. A veces no todo son resultados. ¡Qué no se nos olvide nunca!
    A ver si conseguimos un día reeditar esa carrera.

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  4. Auténtico. Esa es la palabra. Todo aquello, esto y lo que está por venir es auténtico. Marca imborrable la que horadó nuestras carnes para llegarnos a lo más profundo, a lo más propio de nosotros mismos, al alma que nos unió cuan mosqueteros por siempre desde la noche en que la templada txalaparta dio paso a una aventura de la que todos aprendimos a ser mucho mas AUTÉNTICOS, pero sobre todo, como los mosqueteros, a ser uno.
    Muchas gracias Biritxo por compartir esta entrada y todo lo que ella significa para nosotros. Estoy seguro que más pronto que tarde nuestras pisadas partirán de nuevo en la noche de Beasain. Sólo de pensarlo me estremezco y, con el bello de punta, emociono como nadie puede imaginar.

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