25 de abril de 2011

Aprender la lección

Ha pasado ya una semana desde que terminé mi primer maratón de asfalto y aún no tengo claras las conclusiones.

Como todo atleta al que le corre por la sangre la necesidad de devorar kilómetros, en el caso de los corricolaris nos llega un día en que te planteas afrontar la distancia madre, la que marca los puntos sobre las íes, la que impone ser respetada y admirada, el comienzo y el fin en sí misma. 42.195 metros que te harán sentir sí o sí. Ahora bien, lo que vayas a sentir ya depende de cada uno y de cada situación.

En mi caso concreto, esa necesidad surgió el año pasado y el reto era la misma prueba a la que presenté cara el domingo, el maratón de maratones de la península ibérica, la inigualable Marathon Popular de Madrid. Por suerte o por desgracia el año pasado llegué recién salido de una lesión y no pude afrontarla con el entrenamiento ni la forma suficientes y me tuve que retirar en el km. 28. Después se plantearía una nueva intentona a finales del mes Octubre en tierras que amo y siento, el Quixote Maratón, que en este caso ni siquiera me vio el pelo en la línea de salida, pues una pseudociática decidió que tampoco era el momento de presentarle mis respetos a la distancia. Aunque claro, presentarle mis respetos a la distancia no es del todo cierto, pues en Junio había afrontado el Maratón Alpino Madrileño, también con sus 42 kms. y pico y con un desnivel acumulado de unos 5300 mts, con un 75% del recorrido por encima de los 2000 mts. de altitud y más tarde terminaría también un ultra trail en el País Vasco con unos 91 kms. de dura montaña, aproximadamente 12.000 mts. de desnivel acumulado y unas condiciones climatológicas que no ayudaron mucho a ponerlo fácil. Pero claro, todo eso fue en montaña, donde no existen las prisas como tal, donde los ritmos se marcan de otra manera, el entorno te recoge en su seno y te regala preciosos momentos y donde el terreno a pesar de ser más peligroso es a su vez menos nocivo para nuestros doloridos músculos, por lo que para ser sinceros, el verdadero reto del maratón por excelencia, el de asfalto o carrera en ruta, aún no lo había vencido.

De Los Locos del Cerro

Este año había logrado entrenar algo más, poco más, pero ya era algo más. Cierto es que me sentía demasiado confiado. El hecho de haber superado el año pasado esas dos duras pruebas me ponían en una situación de comodidad irrespetuosamente artificial. Por eso mismo y porque la vida te responde en la manera en que tú te presentas a ella, pagué cara mi osadía. La semana y media antes del maratón empecé a tener mis dudas, mis dolores, mis sobrecargas, mi incomodo. Dicen que es habitual, pero yo lo veía especialmente real, por lo que tuve que buscarme la motivación que me faltaba para afrontar la distancia. La verdad es que en el fondo la corría más por cabezonería y engreimiento que por sentir la necesidad. Quería hacer un maratón y era ahora o tendría que esperar mucho. Cuando terminé La Tragamillas me llamó la necesidad y por ello me apunté, pero había empezado a perder la razón de porqué la corría, me sentía vacío. Por fuera luchaba porque veía muy ilusionados a algunos amigos con mi meta, especialmente a Mikel que desde el primer momento se mostró decidido a acompañarme adonde fuera durante mi primer Maratón, pero por dentro la llama lucía minúscula y sin apenas luz y calor. Un correo de Mikel me sirvió para alimentar una nueva ilusión ¿Qué es el Club Castillo? nos preguntaba. Pues bien, me dije a mi mismo: “no sé si te responderé a la pregunta, pero te ayudaré a que tengas un reportaje para la web del club y que desde fuera vean qué es éste y qué hacemos, lo unidos que estamos y lo mucho que nos aporta a todos.” Y de ahí surgió la idea de llevarme la cámara de fotos y grabar pequeños videos, cortitos, pero que recogieran en parte la esencia de mi primer maratón. Además, acompañé esa búsqueda de la ilusión con salidas en solitario que me permitieran reflexionar y en la última ahí estaba, la visión de mi entrada en meta del GTP como próximo objetivo, mi entrada en Beasain como sustento del motor y la ilusión germinó de nuevo.

Así, con unas pocas energías renovadas me presenté ante la Madre Distancia y comenzó el periplo. Al principio bien, muy bien, demasiado bien. Poco a poco las fuerzas mermadas empezaban a presentar sus quejas, pero la cabeza en su sitio. Km 32 y el muro que no aparece, más al contrario me siento con las fuerzas suficientes para afrontar esos 10 últimos kms. y terminar encima con una marca más que decente (¿3:35?), pero a la altura del km 36 llegó lo inevitable, la Madre Distancia dice que esto no iba a ser el camino de rositas que pensaba y que tendría que rendirla respeto y deferencia, por lo que en forma de sobrecarga muscular en los cuádriceps me empieza a boicotear el sabor de la gloria hasta obligarme a rendir pleitesía en forma de parón. Sí, tuve que parar y estirar un poco. Andar, trotar y volver a andar. No veía qué había a mi alrededor, ni me enteraba de los ánimos que me daban los compañeros del club, sólo escuchaba mi interior y al incombustible Prisi y sus ánimos. Detrás de todo seguía la certeza de que la terminaría, nunca lo dudé, la cabeza estaba en su sitio, el fondo me lo permitía, pero los calambres y el agarrotamiento me obligarían a entender que no había sido correcto presentarme con soberbia al Gran Marathon. El saber que terminaría pero que tenía que pagar con el castigo me obligaba a aprender a marchas forzadas que nunca se puede ir con altanería. Saber que entrarás, pero no de la forma en que había soñado me ha ayudado mucho, mucho. He aprendido del atletismo pero también de la vida. No viene nada mal que de vez en cuando un chaparrón nos obligue a abrir los ojos de nuevo y nos saque del bonito sueño para ponernos en nuestro sitio. Al final, un tiempo razonablemente modesto (3:45:53) y la lección aprendida. Lo prometo, la próxima no será igual. La próxima vez será especial.



6 comentarios:

  1. Que gozada leerte Hermanodealex. Relatos como el tuyo hacen amar aun mas este deporte...SOy PabloBur, un abrazo a todos los locos!!!

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  2. Luisito creo que más que lección te llevaste un buen epílogo.
    Vale que el año pasado te quedaras en puertas del muro.
    Vale que el año pasado en el monte cumpliste como un campeón.
    El asfalto es mucho más ritmo y el desfondamiento viene por crisis físicas y mentales cuando ese ritmo se nos viene abajo.
    Estoy convencido de que todavía tienes mucho margen de mejora en maratón. Sólo hara falta que mantengas la ilusión por seguir afrontando la distancia y que la prepares con un poquito más de intensidad.
    Un abrazo crack.

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  3. Enorabuena Luis Angel!
    Desafio conseguido, si señor.

    Que bueno que nada más terminar ya estes pensando en el siguiente, estoy seguro que conseguirás que sea especial como dices.

    Qué grande el video! si llego a saber que ibais a grabar me había apuntado al grupete ;-)

    Un fuerte abrazo,
    Aupa Locos!

    David

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  4. Gracias a todos por vuestros comentarios en gran parte inmerecidos, pues no he hecho más que lo que hacéis más que sobradamente y mejor que yo, pero siempre se agradecen las palabras de apoyo. David, la verdad es que según acabé el maratón juraba y perjuraba que no correría ningún maratón de asfalto más, sin embargo con la mirada puesta en el MAM y el GTP la semana de después me metí unos 60kms. para el cuerpo, con lo que mi mentalidad ha cambiado y ya pienso en tomarme la revancha ;)

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  5. Muy bien el vídeo que te has marcado y bien por el maratón aunque te falta continuidad para no sufrir en los finales... La experiencia siempre es un grado.

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  6. Me gusta mucho la que es y será tu historia con la maratón. Una historia de superación, en la que poco a poco y no sin sufrimiento vas logrando tu objetivo, en la próxima no pararás a estirar, en la siguiente llegarás corriendo y más adelante empezarás a mirar tiempos... ¡si no fuera porque las montañas nos llaman!

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