4 de julio de 2012

GTP 2012, primera parte (AC/DC)


Tras largas noches de poco dormir y mucho pensar, tras largos días de incertidumbre sobre mi estado físico, tras los últimos ánimos de la gente que mas quiero y tras plantarme ante el arco de salida gracias al gran Ppong (que se prestó a llevarme), el tiempo se para un minuto, en el que me pongo en cuclillas (bajo cientos de piernas nerviosas, alumbradas por los focos ya encendidos), cierro los ojos e intento mentalizarme para lo que va a acontecer. Sé que sera duro y sufriré, pero me autoconvenzo que “estoy motivado!!!”. Siento como mi corazón empieza a latir con gran fuerza y puedo sentir como todo empieza a carburar en mi interior. Me incorporo, doy saltitos para intentar calentar y estirar las piernas que tantos pasos darán hoy, y yo mismo me grito “estoy preparado!!!”. 



Me he colocado al final del pelotón para obligarme a no salir fuerte e ir guardando fuerzas, aunque no es un lugar donde me gusta estar. Cada vez me late mas y mas rápido el corazón, por la mente se me pasan todos los entrenos que he realizado y disfrutado en el último mes, con todos y cada uno de vosotros, de una forma u otra. Me acuerdo de los consejos de los más experimentados en estas lindes e intentaré hacerles caso.
Sin darme cuenta…. Ya estoy aquí, se puede escuchar una cuenta atrás de 10sg, miro a mi compi de salida (Ppong), los pelos de punta y las manos sudan. Todo llega pero también todo pasa. “Lo material se olvida y queda el recuerdo de lo vivido, por lo que hoy quiero disfrutar de esto al máximo…. Me lo digo a mi mismo cuando escucho…“¡¡¡YAAAA!!!
Los primeros kilómetros no me debo calentar, pero tampoco quiero empezar a andar tan pronto, es una lucha de mi corazón con mi cabeza…pero cuando me doy cuenta estoy casi en la barranca, no he parado de correr y estoy sudando, ando un poco para bajar pulsaciones, me quito el frontal y me bajo los manguitos y vuelvo a trotar. Veo a dos féminas que van a buen ritmo, corro hasta que las cojo y sigo con ellas hasta el riachuelo de las campanillas. Voy progresando puestos más rápido de lo que pensaba. Veo a Mayayo y me digo “sube con el y así no fuerzas más de lo que debes”, pero esto me dura 1km, cuando comienza la subida dura a Maliciosa, la gente me parece que va demasiado despacio y voy pasando poco a poco, me encuentro bien y acabo de decidir que haré caso a mi corazón hasta que me aguante la cabeza. Al llegar al Piornal troto hasta la última subida al pico de Maliciosa, echo un vistazo a la chuleta de los tiempos y justo en el control… “¿llevo el mismo tiempo que el año pasado?”. No me preocupa, ficho y salgo corriendo.
La bajada la quiero hacer a mi ritmo, ni mas rápido ni mas despacio… desde aquí hasta Canto Cochino se que se hará largo pero hay que correr. En este momento me acuerdo de mis amigos que están a punto de llegar a Rascafria y les llamo para intentar darles ánimo para que no se rindan y terminen. Voy disfrutando de cada piedra o rama que me encuentro, hablo con los que voy pasando.
Ya en Los Porrones me junto con otro corredor, para no ir tan solo y llego con el a Canto Cochino, donde, cual es mi sorpresa, que esta el Gran Rafa!!! Que alegría me da. Esto me va a hacer ir emocionado, por lo menos, hasta la Hoya de San Blas.


En la zona de la Pedriza voy disfrutando de “la autopista”, zona sombría donde puedo compartir palabras y emociones con otros corredores. La subida al Collado de la Dehesilla se me hace divertida y corta, en comparación al año pasado… Bajo a buen ritmo toda la zona hasta la Hoya de San Blas. Algún kilometro sale por debajo de 5’/km (debo guardar fuerzas…), empieza el calor y todavía no llega el avituallamiento. Adelanto a un par de corredores y plas!! Que ilusión, a comer y a beber!!!! Voy 20 min más rápido con respecto al horario que le había pensado y pasado a Elena, por lo que la llamo para avisarla. Salgo en cuanto puedo, quiero evitar estar mucho tiempo en los controles para no enfriarme, ya que luego me costará más empezar. Sabiendo que me esperará “mi  peque” en Morcuera, imprimo un buen ritmo en la subida. Siempre que tengo la más mínima oportunidad, me pongo a correr (según consejos de Fernan). Esta subida se hizo muy larga el anterior año y este año no quiero que sea así.
Sin darme cuenta, estoy en la parte más dura de la subida y me falta 4km para llegar arriba, hace calor y empiezo a sentir calambres brutales en los cuádriceps y gemelos. Cambio a cada paso el tipo de zancada para evitar que empeoren los calambres, como alguna golosina para suministrar más azúcar a mis malogrados músculos e intento ingerir bien de agua y suero. Con tanto entretenimiento llego más pronto de lo esperado arriba y ahí está esperando “mi amor” que me da un pequeño bocata de jamón y tomate (que necesitaba) y me da un pequeño masaje con gel frio, que me deja como nuevo. Le doy un beso, a forma de broma, le digo que le espero en el Paular y salgo corriendo.
Esta bajada la hago casi entera corriendo, a pesar de que vuelvo a sentir los calambres a cada paso. Sé que hay que correr para que pasen kilómetros rápidos y quizá en esta parte me puede más el corazón.
Llevo casi 6 horas solo, en la soledad del ultramaratoniano, es una sensación que me encanta sentir, pero a su vez es duro psicológicamente. Estoy llegando al avituallamiento del Paular y he hecho casi 11 km en solitario con la sola presencia de algún pajarillo y algún ciclista que me he encontrado por el camino.


Allí me está esperando, de nuevo “mi vida”. Llego 40 min antes de lo previsto, pero no creo que vaya demasiado deprisa, ya que me encuentro muy bien, si no fuera por los pu… calambres!!! Pero, en el control una enfermera se ofrece a darme un buen masaje con gel frio que me sienta estupendamente. Como tranquilamente, en este avituallamiento no tengo prisa, se lo que me espera y sé que voy bien de tiempo. Tras 15 min relajado… se acabo el descanso… tras otro buen beso a Elenita, salgo y corro hasta Rascafría, donde respiro hondo, cierro los ojos e intento mentalizarme durante unos segundo para lo que me espera en las próximas 3 horas.





Hace mucho calor y no corre apenas aire, voy paso a paso. En una gran recta, me paro… miro hacia delante y hacia detrás…. Y no veo a nadie a mucha distancia alrededor mía… La subida me toca hacerla solito, solito…. Paso a paso voy progresando, parece que no se manifiestan los calambres, aunque el cansancio y el calor abrasador, empieza a hacer mella. Me paro antes de salir de una zona sombría, y veo al final del camino lo que será un oasis para mí!!!. Han bajado unos voluntarios a mitad del puerto del Reventón con agua y me dicen “elige: modo ducha o modo bebido”, a lo cual respondo: ¿puedo elegir las dos?. Y me dan un baño que me deja como nuevo. Estoy un minuto con ellos, les doy las gracias por el detalle y continúo del tirón hasta arriba.
Llegando al control/avituallamiento del Reventón, empieza a correr una agradable brisa que me da la vida. Paso unos 10 min en el control y salgo delante de dos corredores que me han cogido en el control. Vamos juntos al principio, pero poco a poco se van quedando, lo cual me hace sentir fuerte (aunque a estas alturas ya no estoy para esfuerzos). Llego a los Neveros y en su pradera, pastan tranquilamente unas bonitas vacas, pero según me voy  acercando a ellas, dejan de pastar y todas me miran con ojos en sangre…. Uuuufffff, me obligan a mí y a uno corredor que venía a unos 100 metros tras de mí, a dar una rodeo sobre los piornos. Esto me sienta fatal, pero no estoy para salir corriendo delante de una vaca enfurecida…
En todo este tramo, intento correr siempre que puedo y así, llego a la laguna de Claveles, me acerco a ella, me refresco, me miro en el agua y veo que estoy entero, me vuelvo a mojar y me dispongo a subir la cresta junto con el corredor que venía detrás. Pero esta zona me encanta, subo a mi ritmo, sin forzar y adelanto a la segunda fémina y otro corredor del TP80. Me lo paso estupendamente y me siento muy bien por esta zona técnica.





Llego al punto más alto del recorrido, y me digo a mi mismo, “lo peor ya ha pasado”… pobre iluso que no se aun lo que me queda por sufrir…. Me informan, los chicos del control, que soy el 29 corredor que pasa, contando con los del TP80. No me lo termino de creer, ya que, aunque no quisiera creerlo…. me haría especial ilusión entrar entre los 30 primeros. Esto no dejo que me obsesione, pero si me motiva para los próximos kilómetros.  
La bajada, la afronto solo (para variar en el día de hoy). Se hace duro el canchal inicial, donde me hizo mucha gracia cuando me encontré a unos excursionistas y me dijeron: “¡mucho cuidado que es muy pina la cuesta!”. Ya en el chozo de Arangurez, pico el control y sigo corriendo hasta el primer arroyo que hay que cruzar, donde hay un corredor que se está refrescando y me invita a hacerlo yo también. “A esta invitación, no le puedo decir que no”, pienso mientras me paro, me mojo la gorra y lleno el bidón. Continuamos juntos trotando siempre que podemos, pero empiezan de nuevo los calambres que había olvidado. Se me va de la vista, pero de pronto salimos a la pista y hay un control sorpresa y una ambulancia…. Bien!!! Voy corriendo y pido por favor réflex o algo similar. Me lo dan rápidamente y me vuelvo a encontrar bien. De aquí hasta la Granja voy  a ir casi todo el tiempo corriendo, adelanto al corredor con el que iba y me grita “pues si te has recuperado pronto!!”, intento seguir a mi ritmo.
Cuando puedo ver los jardines, se me ocurre darle una sorpresa a Elena, por todo lo que está haciendo por mi hoy. Busco flores por todos lados, pero solo hay jaras y helechos… de pronto veo unas margaritas, las cojo y las bajo con sumo cuidado para que no se estropen, como si de un ramo de rosas en el día de los enamorados o como si fuera el regalo de bodas. Tras parar a coger un poco de aire cuando piso el asfalto ardiente, vuelvo a correr, cuando veo al final a Rafa y al pequeño Jorge que me están esperando gritándome y dándome ánimos. Entro en una plaza repleta de gente, se me eriza la piel y se me pone un nudo en la garganta de emoción. Le doy las flores a mi futura mujer con otro gran beso.
Este avituallamiento me lo tomo con mucha tranquilidad… quizá demasiado. Voy 1 hora por debajo de lo que pensaba, me encuentro bien relativamente y tengo muchas ganas de seguir. Me cambio las zapatillas y calcetines, bebo más que como (no puedo recordar si llegue a comer algo), ya que empiezo a esta fastidiadillo del estomago. Vuelvo a pedir réflex para los calambres que sigo teniendo y tras 30 min de descanso decido que ya está bien de descansar y tras agradecer la cocacola al Gran Rafa y despedirme de todos los que muy amablemente han ido a verme hasta allí, salgo trotando en solitario para sentir los aplausos de toda la plaza.

Hasta aquí la parte fácil del GTP 2012, de aquí en adelante, tengo todo bastante confuso….
Pero, seguirá…..

5 comentarios:

  1. Perdón por el ladrillo.... pero es lo que me ha salido.
    Ya continuaré.

    ResponderEliminar
  2. Hay que se nos hace mayor el chaval...me gusta Alberto.
    No tardes mucho en rematarlo que pinta bien.

    ResponderEliminar
  3. No es un ladrillo!! Disfruto como un enano, escribe en cuanto puedas!! :-D

    ResponderEliminar
  4. Alberto que quieres que te diga. ¡Que me está encantando tu relato! así que: ¡no pares, sigue sigue...!.

    ResponderEliminar
  5. Vamos Alberto. Lo de los calambres me suena bastante. Ya estoy deseando leer la segunda parte...

    ResponderEliminar