23 de marzo de 2013

Alzar la mirada.

Ayer mientras rodaba con mi compañero del alma, con otro viejo rockero, viví una situación interesante.
Me encontraba como otros tantos días últimamente, forzado, con el ritmo "justito" para seguir a nuestro amigo del bigote. Con la mirada gacha, contemplando mi zancada tosca, un braceo aparatoso, apenas un trozo de suelo... ensimismado en tan poco y todo escasamente estimulante.
En un momento dado, después de trasladar a mi compañero la opinión de que a mi lado los rodajes ya carecen del nervio que le conviene, e intentar convencerle para que busque la compañía de sus propios ritmos al menos un día a la semana, en un momento todo cambió al alzar la mirada.
Por que a veces nos miramos demasiado el ombligo. 
Casi sin querer, alcé la mirada y busqué pequeñas metas en el horizonte. La luz de la gasolinera, la glorieta del Lobo... mi zancada se alargó, mi braceo se hizo más natural y paralelo, mejoro la entrada del aire en mis pulmones y el ritmo aumentó. Comencé a disfrutar y a cada pequeño objetivo sumaba el siguiente. 
En estos momentos tan dificiles, donde todo lo que nos rodea tiende a aprisionarnos, a restarnos ilusiones, seguridad e incluso salud es preciso alzar la mirada. No perder la perspectiva de tanto que tenemos por delante. Sentir próximos a quienes nos rodean y nos aprecian o aman y, mirar al frente. No necesariamente con desafio, pero si con esperanza. 
Somos corredores de fondo, y es el fondo, aquello que se vislumbra, que oteamos e incluso que imaginamos a lo lejos lo que debe impulsar nuestras zancadas. Siempre. No debemos olvidarlo. Hay que levantar la cabeza.
Usar el plano corto para situarnos y tomar conciencia de donde estamos en cada momento si, pero evitar cegarnos, levantar la mirada y buscar el horizonte. 
Zancada tras zancada hasta el final de nuestros días.

3 comentarios:

  1. ¡Cuántas veces una visión fugaz ha ganado una batalla!
    Los corredores de fondo y monte vivimos de las sensaciones y las sensaciones no siempre son buenas... la grandeza de lo que hacemos deriva de saber encontrarlas... en un charco, un árbol, una cuesta o una mirada complice. Es increible como se puede pasar de la más absoluta de las miserias a la emoción más grande... no dejemos escapar aquellas cosas que nos dan la vida por ir mirando la punta de las zapatillas.

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  2. Prisi ahí le has dado, muchas veces nos encerramos en nosotros mismos mirando la punta de nuestros pies y perdernos de vista la vida

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  3. Ya sabes que me alegra esa actitud y que seguiremos saliendo juntos porque de alguna manera uno echa de menos las conversaciones más que los tiempos. No merece la pena sacrificar un montón de buenos momentos por mejorar cronos. Así que me tendrás ahí para darte caña o para que me atices fuerte.
    Ya viste que en un kilómetro se puede pasar de estar detrás a ir delante tirando...

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