18 de julio de 2011

GTP II. La Maliciosa - Hoya de San Blas


Las vistas al comenzar a bajar la  Maliciosa son realmente espectaculares, a un lado la Pedriza, que es el siguiente destino, al otro la meseta de Madrid, tras el embalse de Navacerrada se puede ver nuestro Cerro, pequeño, modesto… ¿es posible entrenar allí una carrera como esta? Más allá distingo la ladera de la Sierra de Hoyo sobre la que está mi casa, acaba de amanecer y por un día disfruto de la visión desde el otro lado, que tampoco está nada mal.

El inicio del descenso, hasta que llegamos al Collado de las Vacas, es complicado, muy técnico y de gran pendiente, bajo tranquilo, midiendo cada paso, para mi sorpresa esta vez no me adelanta mucha gente. Llegados a la cuerda de los Porrones es más fácil correr y por tanto tener algún problema, aquí fue donde caí en el Cross de los Tres Refugios, ese recuerdo me hace ser prudente, además, cuanto más tranquilo sea el trote más energía ahorraré para lo que espera, de esa forma voy bajando despacio, aún así, en las zonas algo más técnicas adelanto a varios corredores.

Termina la cuerda y nos introducimos en el bosque, la sensación de correr por pequeños senderos entre los árboles es maravillosa, miras al suelo para evitar raíces, miras arriba para evitar ramas, de vez en cuando saltas alguna piedra de esas que quedan clavadas en medio de la senda. El esfuerzo a realizar no es muy grande, te dejas llevar y por un momento te das cuenta de que en apenas 10 kilómetros de carrera ya hay momentos en los que vas solo por lo que tienes que estar atento a la señalización porque, esto es una carrera de montaña y claro, ¿para que vas a bajar por una maravillosa pista de tres metros de ancho cuándo puedes atrochar entre los árboles?

El problema de los recortes son las zonas en las que entras y sales de la pista, grandes desniveles que forman auténticos toboganes de tierra suelta, muy resbaladizos, en el primero de ellos, en el que valientemente me lancé hacía adelante, acabé bajando de culo, tras llegar abajo descubrí que no había daños pero el susto me hizo aumentar la prudencia en esas zonas. Por eso, en esta foto, bajo agarrándome a una piedra, no queda muy bien pero es lo que hay, lo primero siempre es la seguridad.

Pincha en la imagen, es divertido

 Justo en este momento veo a Biri, que está esperando al borde del camino, detrás de mí viene Prisillas, juntos y a un ritmo bastante más fuerte que hasta entonces, cubrimos los últimos kilómetros hasta Canto Cochino. Por el camino, faltando poco para llegar nos encontramos con un hombre muy grande, en todos los sentidos, Chema, que ha venido a darnos unos necesarios ánimos.

Llegados al control de Canto Cochino me llevo una alegría, los avituallamientos, sin ser los de la Goi2H, están bien surtidos, descarto el plátano debido a mi mala experiencia en la Madrid-Segovia, pero me tiro de cabeza hacía unas naranjas que me supieron a gloria. Tras sacar la “pedazo de gorra por dios ¿dónde vas con eso?” que me regaló Marian el año pasado, vacío las zapatillas de piedras y tierra y sin más dilación salimos los tres juntos hasta el Collado de la Dehesilla.

Seguimos de momento en terreno conocido, nada más llegar a la “autopista” que nos llevará al Refugio Giner, Biri y Prisillas se paran para arreglar algo en la mochila, me dicen que continúe, así que poniendo esa marcheta que tanto había entrenado, trotando lentamente en las zonas más o menos llanas y andando en las pendientes más acusadas poco a poco voy haciendo camino.

Es una zona complicada por el hecho de que está muy concurrida, a diferencia de Euskadi, donde los corricolaris son aplaudidos y admirados, aquí da la impresión de que molestamos a muchos de los paseantes, sobre todo a aquellos que no se separan más de un par de kilómetros del parking más cercano, de forma que en muchas ocasiones hay que salirse del camino para poder adelantar  o cruzarte con algún grupo de “amables” caminantes. También tengo que decir que en cuanto te alejas un poco de la “civilización” las cosas cambian.

Pensando en estas tonterías estaba cuando llegué al Refugio Giner, voy solo, subo entre las jaras a buen ritmo, me veo fuerte pero procuro no emocionarme mucho, el camino es conocido y voy alcanzando corredores que poco después quedan atrás. Es este tramo uno de esos lugares en los que desconectas un poco de lo que vas haciendo, con una musiquita en la cabeza que te marca el ritmo, esta vez era una parte de “Party Rock Anthem” de LMFAO, sigues adelante sin darte cuenta de lo que estás haciendo, cada metro que avanzas es un metro menos para el final, y si no lo sufres mejor.


Claro que desconectar tiene sus riesgos, de repente me doy cuenta de que estoy subiendo demasiado y de que ya debía haber llegado al Tolmo, me paro y miro atrás, veo una mueca de cachondeo en la gran piedra que me dice… “¡colega, te has pasao!” Supongo que algún exabrupto saldría de mi boca en ese momento, bajo rápidamente a machete hasta el camino que debía haber seguido de haber estado atento, salto riachuelos, paso sobre las jaras y me araño las piernas, finalmente llego y me pongo a la cola de un pequeño grupo. La subida se complica un poco desde allí hasta el Collado dela Dehesilla, no solo la pendiente es algo mayor, sino que tengo que adelantar a muchos de los corredores que ya llevaba por detrás con un ritmo menor al que mío. En estas sendas tan estrechas adelantar es complicado: se llega, se respira, se pide permiso y con un arreón de unos metros se pasa para ir hasta el siguiente compañero. No sé el tiempo que he perdido, me da rabia pero tampoco voy a hacer sangre de ello, lo importante es que me he encontrado. Pocos minutos después llego al Collado de la Dehesilla.

Una vez pasado el control del collado entro en zona desconocida, sé que hay una bajada de varios kilómetros antes de empezar a subir el puerto de la Morcuera y poco más, en un principio me planteé reconocer el terreno durante los entrenamientos pero la dificultad para hacerlo me echó atrás en ese propósito. Por tanto, en ese momento empieza la aventura real, descubro que la bajada es similar a la subida, bastante lógico por otro lado, pero bajar no es igual que subir, las velocidades y los apoyos cambian, los matojos que cubren el camino no se pisan igual despacio que rápido, los arañazos son constantes. Un poco por delante hay un grupo de seis o siete corredores, me uno a ellos y veo Prisillas es uno de sus miembros, parece que he perdido más tiempo del que esperaba pero me da igual.

Un grito de un corredor por detrás nos hace parar, se ha encontrado un fore en medio del camino y pregunta si es nuestro, miro mi muñeca y veo que no está, en ese momento no sé si darle un abrazo o un beso en los morros, eternamente agradecido lo guardo en la mochila y continuo bajando. Un poco después me doy cuenta de que también he perdido las gafas, esas no se las encontró nadie.




Salimos del sendero a una pista, acabamos de entrar enla Hoya de San Blas, conocida desde ese momento por todos los que la sufrimos como “Olla” de San Blas, el calor es terrible y se hace difícil avanzar, como de costumbre, Prisillas se va alejando… ¡tengo que aprender a bajar más rápido”.



Cruzamos un pequeño río por un puente donde dos voluntarios nos dan la buena noticia de que solo falta un kilómetro y medio para el avituallamiento, el agua empieza a escasear en el bidón y ya había empezado a racionarla. Desde allí, atravesando unos prados, volvemos a subir. En ese kilómetro y medio que resultó interminable volví a conectar con Prisillas, me puse tras él hasta que le pisé por enésima vez, momento en el que me adelanté unos metros. Allí nos unimos a otros dos clásicos de este tipo de pruebas, Ludevu y Chusta, y continuamos nuestra ascensión hasta el punto de control.


3 comentarios:

  1. Pues la zona de la Hoya de San Blas me pareció bastante horrorosa: por el calor y por el paisaje. Me atrevería a cecir que es delo peor del recorrido. Discrepo un poco en el tema de los avituallamientos. Me pareció que había exceso de azúcar y un único salado: almendras, que no era lo más adecuado para el día. Eso sí, reconozco que no puede ser una excusa porque a todos nos dieron lo mismo... Si duda has acumulado experiencia y eso te permite ir 'pensando' en carrera y solucionándote tus propios problemas. Muy bien Mikel, sin duda, has dado un paso grande, grande.

    ResponderEliminar
  2. Tu si que eres grande, majete. Como dice Fernan vas "creciendo" carrera a carrera.

    ResponderEliminar
  3. A mi tampoco me gustó nada el tramo desde el collado a la Hoya misma. Vegetación alta, senda estrecha. Es el tramo en el que más tiempo coincidimos. Lo del fore fue un puntazo.

    ResponderEliminar