19 de julio de 2011

GTP III. Hoya de San Blas - Rascafría


Fue el de la Hoya un avituallamiento rápido en el que comí una naranja y bebí un vaso de isotónico, allí estaba Biri, sentado, me dice que está cansado, ¡hay que joderse!, con su entrenamiento desde la intervención no hubiera llegado yo ni a La Barranca, y ahí está el hombre, con ganas de seguir adelante. Se sorprende por verme llegar por detrás, todavía no sabía que me había perdido, - con lo que he corrido para alcanzarte, dice.

No quiero perder mucho tiempo, el sol es insoportable y prefiero andar despacio unos metros que estar de pie sin hacer nada, junto a mí se viene un chaval sudamericano con el que había llegado hasta allí y con el que me cruzaré muchas veces a lo largo del día. La subida es cómoda, tampoco la conozco pero en mi imaginación la he visto como un par de Cerros por la pista (es curioso como en lugar de kilómetros se miden las distancias en cerros o dehesas). Tras unos minutos es los que camino tranquilamente me enchufo el MP3 y decido empezar a trotar despacio, no es esta la zona más bonita del recorrido y se hace un poco aburrido, cruzo la pista de un lado a otro buscando la sombra de los árboles, me dejo llevar de nuevo por las sensaciones de la música, evito pensar en lo que llevo y en lo que queda. El terreno hace una gran curva, al fondo, veo que Prisillas y Biri vienen a lo lejos, no creo que tarden mucho en darme alcance.

Gracias a dios, pasados unos kilómetros abandonamos la pista y nos adentramos en el bosque, se agradece de nuevo caminar por senda, aunque sea un terreno mucho más duro.

No dura mucho la alegría, tras triscar un rato entre los árboles y caminar con fuerza para superar pronunciadas pendientes, poco después volvemos a salir a la pista, el hecho de ir adelantando a pequeños grupos de corredores me hace ver que no voy mal. Al fondo se ve el puerto, tras una larga recta, al igual que en la anterior “etapa”, un par de voluntarios nos desvían hacía una pequeña senda, cuando dicen que faltan un par de kilómetros un poco duros me temo lo peor, sobre todo viendo la cara que pone Nerea Martínez, que anda por allí, supongo que entrenando para alguna de sus carreras, tal vez esa Ehun Millak que ganó este fin de semana. No obstante, un grito de ánimo de alguien como ella vale mucho, empiezo a subir con ganas.


Como la vez anterior, esos dos “últimos” kilómetros parecen no terminar nunca, el desnivel es importante, el calor terrible y el agua está a punto de agotarse, por lo menos cuento con “la gorra”, que hace que el sol no sea un problema. No queda más que cargarse de paciencia y paso a paso seguir hacia delante, por momentos no hay camino, se sube a machete por el cauce de un riachuelo seco, se pasan un par de pequeños cortafuegos, es duro... pero para lograr el objetivo hay que sufrir y este es uno de esos momentos.


De repente salgo de entre los árboles, solo faltan 500 metrospara llegar al control y un par de alicientes en forma de fotógrafos para correr un poco, en la cima están Carlos y la chica de Alberto, les medio saludo y me tiro de cabeza a por el isotónico del avituallamiento, tres o cuatro vasos saciaron mi sed, la naranja y el membrillo, muy bueno por cierto, me dieron alimento. 

De nuevo aparece Chema por allí, me cuenta que Alberto salió hacía un cuarto de hora, hablamos un poco de cómo me había ido y cómo me sentía mientras comía algo más. Según me disponía a salir llega Biri, me extrañó que no me alcanzaran durante el tramo pero me confirma que todo está bien. Sin esperar más, empiezo a bajar hasta Rascafría.

Me las prometía muy felices con la larga bajada hasta Rascafría pero nada más salir me di cuenta de que no iba a ser tan bonito como parecía, todo el líquido bebido en el avituallamiento bailaba alegremente por mi estómago, una sensación nauseosa hace que me ponga a caminar. Aprovecho para encender el móvil, no hay cobertura. Tras un par de minutos parece que todo se aposenta y puedo volver a trotar, estoy atravesando una bonita pradera, al fondo, Peñalara me recuerda que tengo que llegar hasta allí. Se ve muy lejos.

Es la parte más rápida de toda la carrera, el año anterior se bajaba por la pista hasta el final, lo que hubiera sido demasiado fácil ¿verdad?, así que este año han decidido explorar nuevos caminos. Por un momento me da rabia pensarlo pero en cuanto entramos en esta zona agradezco el cambio, el terreno no es especialmente técnico y resulta de lo más agradable, trotando despacio, pero sin pausa, los kilómetros van cayendo y la meta acercándose, además, de nuevo la zona resulta conocida, maravillosos recuerdos de algo que pasó hace ya muchos años hacen que todo sea mucho más fácil.

¡Paaaaaara!, deja de emocionarte que todavía queda mucho, y además, esta maravillosa organización nos tiene preparada una sorpresa antes de llegar a Rascafría, nos va a hacer recorrer las presillas desde el principio hasta el final. Con casi 50 kilómetros en las piernas y más o menos 40º de temperatura es inhumano recorrer esa zona. Bellas señoritas toman el sol cubiertas por bikinis con escasa tela, orondos domingueros disfrutan de sus enormes bocadillos de tortilla regados con unos cuantos botes de cerveza fresca mientras tú racionas el agua y las sales con la esperanza de llegar hasta la siguiente “gasolinera”.

Tras un buen rato de “sufrimiento” llego al control. Esta vez me obligo a beber despacio, por primera vez me siento un par de minutos para hacer balance y me pongo en contacto con la familia.

El resultado del balance: voy bien, no me duele nada en especial y creo tener fuerza de sobra para seguir adelante. Preocupación, escasa, por la parte estomacal, que es lo único que de momento ha dado la lata.

3 comentarios:

  1. Me llamo mucho la atención como fuiste abriendo hueco. Fernan y yo alternamos andar con algunos tramos de trote pero no fueron suficiente para echarte la vista encima en ningun momento.
    La subida a Morcuera empezó motivadora pero acababa haciendose larga y sufrida.

    ResponderEliminar
  2. A mí me pareció que estabas bastante bien en Morcuera. Mucho mejor que yo que ya notaba la falta de forma física en los tramos de trote y demasiada sed. No me gustaba nada no sentir hambre. Eso sí, lo mejor fue la subida a Morcuera porque ahí me encontré mucho mejor en comparación de la gente.

    ResponderEliminar
  3. En su momento se lo comenté Carlos, "este lleva cara de concentración, me gusta" y mira si ibas bien...

    ResponderEliminar