16 de junio de 2010

El M.A.M. de M.A.

 No hay nervios, no hay miedo… la salida está a punto de producirse y no tengo la sensación de que voy a hacer algo importante, lo mejor del MAM            ya ha ocurrido, nos hemos juntado los siete esperando ese bocinazo que nunca llegó.
 A la voz de “YA” comienza la carrera, esta vez es diferente, esos miedos y dudas del año pasado no aparecen por ningún sitio, esta vez sé que puedo con ella, y tal vez por ello la emoción sea menor, no así el trabajo, sobre todo el mental, que fue intenso durante toda la prueba.
 Tras el “batacazo” del Mapoma tenía claras una cosa con respecto a este MAM, y es que no podía hacerlo forzando a tope como en la anterior edición, entonces fue mi objetivo principal, el lugar en el que darlo todo, este año es un paso más en la preparación de algo muy grande que poco a poco se va acercando. Con esos pensamientos en mente, controlar los ritmos para que no fueran excesivamente rápidos fue más sencillo, el hecho de pensar en que al llegar a meta había que dar la vuelta y empezar otra vez es capaz de amarrar al más valiente.
 Con la mente ocupada la subida hasta el Puerto de Navacerrada fue sencilla, esta vez no intenté mantener los pies secos, muchos cruces a un río con gran cantidad de agua aseguraban que en alguno de ellos caería, así que disfrute como un enano chapoteando entre las piedras, sin problemas, excepto por no seguir las marcas y tener que hacer algún escorzo para saltar la valla en la subida a Bola, disfrutando en la bajada por la Loma del Noruego, despacio pero sin los miedos de la salida anterior, con fuerza en los pequeños repechos y con la sorpresa de alcanzar a Fernando cuando estábamos llegando a Cotos, señal de que su tobillo no estaba recuperado del todo.

 La subida a Peñalara es más dura de lo que puede parecer en un principio, es muy “cabrona”, es tendida y se deja correr, para mi es la que al final de la carrera marca diferencias, no por el tiempo que en ella hagas, sino por el desgaste que produce. Con ese pensamiento en mente salí de Cotos tras agradecer a mi padre su presencia allí, no sé si me anima o me deprime, pero es bueno verle y saber que está cerca. Esta vez subí despacio, controlando pulsaciones, viendo como Fernando olvidaba su dolor y subía como una exhalación hacia la cumbre, controlando y manteniendo a tiro al bueno de Luis Ángel, que para olvidar dolores aumentaba el ritmo. Por detrás quedaban Josema y Despacio, muy por delante Lluvio y Ppong. Siete locos en busca de un sueño, siete locos separados por unos metros y unidos por una ilusión.
 Aquí fue donde se rompió el grupo, mi miedo a quedar atrás en los descensos y el frío que hacía en la cumbre hicieron que no me parase a esperar allí arriba, tras el rodeo de rigor al vértice geodésico, me lancé en “tumba abierta” (jejeje) de nuevo al avituallamiento de Cotos. Nuevamente sorprendido por mi “capacidad” para el descenso, ya que incluso con vaciamiento vesical por medio alcance a Luisete, me di cuenta de que yo soy muy malo bajando… pero los hay peores.
 Sin saber porqué, el dúo dinámico que habíamos formado tampoco esperó antes de encarar los tubos, haciendo suposiciones a posteriori quiero pensar en que sabíamos que Pepe estaba en buenas manos, personalmente puede que influyera otra vez la experiencia del año pasado, en la que hacer los tubos con Josema y Alberto en plenitud de facultades resultó bastante duro debido al fuerte ritmo que llevaron, ritmo para el cual no estaba yo preparado este domingo. De manera que lentamente, despacio pero sin pausa, mucho más tranquilo que el año anterior, atravesamos el bellísimo bosque que nos lleva al matadero, esa subida dura y descarnada en la que “el pasito pa’lante y el pasito pa’tras” pasan a tener sentido, ese tramo en el que tienes tiempo de pensar en todo y nada, en el que subes más con el corazón que con las piernas. Este año lo he sufrido, ha sido un buen entrenamiento mental, físicamente no había problemas para subir, primero un paso, luego otro, las fuerzas estaban ahí, el ritmo era lento pero constante, demasiado lento tal vez, empieza a hacer mella el que otros corredores te adelanten… ¿qué hago aquí?... ¿vale la pena sufrir?... no me duele nada, tengo el pulso controlado… ¿por qué estoy pasándolo mal?... Me paro para dejar que un grupo de tres o cuatro corredores me adelanten, miro atrás, entre la niebla se divisa la Sierra, espectacular, un rosario de corredores suben por la pared con más pena que gloria, al fondo Prisillas viene como una moto, un poco por detrás veo a Pepe… los malos pensamientos se desvanecen como la nube que acaba de irse, dejándonos contemplar la majestuosidad de las Cabezas de Hierro… un pie, otro pie… ¡llegamos!
 Reunión en el avituallamiento de Cabezas, con la idea de no quedarme atrás salgo de nuevo antes que los demás, y de nuevo acabo unido a Luís, haciendo por una vez de maestro en el arte de saltar los riscos, totalmente recuperado del bajón “tubárico”.
 A partir de ese momento y hasta el Puerto todo fue según lo previsto, recupero mi ritmo objetivo de cara a la Goi, trotando en las bajadas, en las subidas andando más o menos fuerte dependiendo de la pendiente, y trotiandando en los 7 metros llanos que encontramos en toda la carrera.
 Fue en el avituallamiento del Puerto donde llegó el último problema, y único que me tiene algo preocupado en espera de lo que pueda ocurrir, y es que, tras un corto rato de charla con los chicos del Castillo (gracias por venir chavales), tenía unas ganas enormes de llegar, quería acabar, así que decidimos bajar otra vez sin esperar, de un tirón hasta la meta.
 Siete horas después nos reunimos de nuevo los siete.

Todo el agradecimiento del mundo a los chicos de la organización, a los que marcaron el recorrido y sobre todo a los de los avituallamientos, sin cuyas sonrisas y ánimos hubiera sido mucho más difícil llegar. Muchas gracias también a Fernando Tomé por su maravillosa foto.


3 comentarios:

  1. Sabía que en todo momento ibas regulando y más lento de tu capacidad. Creo que eso te ayudó mucho de cara a la Goi, pero también creo que todos nos hemos centrado mucho en enfocar todo de cara a la Goi y no hemos exprimido al máximo el MAM, aunque sí que es cierto que fue muy especial y todos la disfrutamos muchísimo, ya con varios días de distancia y la euforia diluyéndose, objetivamente creo que, por lo menos a mí, me falto algo. Centrarme un poquito en el MAM como objetivo en sí mismo y no como medio de paso a otro objetivo. De todos modos, a mí me vino estupendamente que formáramos grupo durante toda la carrera, porque hizo que me fuera todo muchíiiiisimo más fácil.

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  2. Tienes el fondo y el coco suficiente para lograr tu objetivo.
    Pasa que a veces, te agobias un poco en algunos momentos. Algo así como una hiperventilación que te dispara las alarmas.
    No sé si son nervios, tensión, responsabilidad .... Pero puedes dominarlos.
    Yo te ha visto en este MAM mucho más sólido que en el pasado y el resultado no creo que haya sido mucho peor. Eso controlando como ibas.

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  3. Tus comentarios denotan una cualidad que es un verdadero diamante en las distancias largas. Sabes 'interpretar' en todo momento el transcuso de la carrera. Es muy importante ser consciente de lo que va pasando para poder ir 'corrigiéndote' y eso, se ve que lo tienes dominado. No hay que pensar que el Goierri será el doble que un MAM porque todos sabemos que no es así. En primer lugar no será el doble de desnivel ni nuestra mente ni nuestro cuerpo tendrán los mismos deseos y las mismas motivaciones. Tú ya tendrás ganado para esa carrera lo más importante: una buena visión de lo que vaya aconteciendo. Si surge algún problema lo sabrás resolver con cabeza.

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