17 de junio de 2010

Un buen regalo

Debo de reconocer que me levanto bastante tranquilo porque no me siento presionado para terminar el MAM. Hace justo 28 días me hice un esguince de grado 2 y no tengo claro que pueda acabar la carrera. Lo malo: dos semanas en el dique seco, otra medio trotando y tres salidas de más de 15 kilómetros con dolores son un corto bagaje para lo que se avecina; lo bueno: en teoría, el fondo lo tengo y la última salida, el jueves anterior al MAM, disfruté corriendo por vez primera en cuatro semanas.
Pistoletazo de salida (es un decir claro) e inicio la subida a Bola. Noto que las cuestas no son problema para mí porque voy sin dolores y subiendo sin apenas esforzarme. Primer problema: en los pequeños rellanos que atravesamos el tobillo me duele más que ningún día lo cual me preocupa mucho.
Llegando casi a Navacerrada me llama la atención un corredor con chubasquero amarillo que anda rezongando por un problema con el material. Pienso: ‘No te queda ná’.
Arriba nos reunimos el grupo menos ppong que enfila hacia Bola.
Este tramo lo hago feliz porque veo que paso a la gente sin el más mínimo esfuerzo y sin apenas subir pulsaciones. En Bola bajo sin esperar pensando en que haré una bajada lenta. Será el principal test para ver cómo estoy realmente. Al poco de empezar tengo que recurrir a toda mi fuerza mental para no hundirme: lluvio me pasa como una exhalación y voy lentísimo. El pie me duele mucho y no consigo a veces ni correr. Intento engancharme a los que pasan lentos para que me sirvan de referencia y alimenten mi moral pero voy como un caracol. Trato de fijar mi atención en el camino y olvidarme del puñetero tobillo infructuosamente. Los pequeños repechos son un bálsamo para mí. Lo peor de todo es que, cuando llego a Cotos, lo hago con el resto de los compañeros a pesar de que he tratado de ir a tope: voy a ser una rémora y no voy a poder seguirlos. Y esto no ha hecho más que empezar.
Es entonces cuando decido que este MAM tiene que ser una prueba individual y que tengo que afrontarlo solo. No quiero que nadie espere por mí pues la decisión de correrlo en mal estado físico es mía. Pienso incluso que no podré llegar bien de forma al Goierri y empiezo a sopesar rajarme porque no quiero ir allí para no terminar.
Recurro incluso al plan B y pienso dónde puedo acortar. Comienzo a subir el Peñalara con muchas ganas, pasando a un montón de gente y sin ningún dolor. Recupero la fuerza mental y recompongo la estrategia: ahora se trata de tirar adelante con un único objetivo: terminar el MAM y demostrarme a mí mismo que puedo superar los problemas que surjan en el Goierri. Lo he hecho muchas veces cuando era montañero y sé que tengo capacidad para hacerlo de nuevo.
Curiosamente aparece de nuevo el corredor del chubasquero amarillo protestando ya cabreado por no sé qué. Es la viva imagen de la impotencia y gasta fuerzas en aspavientos.
A partir de Dos Hermanas, busco a ppong y lluvio que van por delante (el padre de Mikel ha comentado que este último nos saca 5 minutos). Conozco la zona y empiezo a extrañarme de que ninguno de los dos aparezca y para mi sorpresa me los encuentro casi en el mismo pico. Eso me da moral aunque llevo rato pensando en la puñetera bajada. En ésta otra vez me empieza a pasar gente pero esta vez ya estoy preparado y asimilo sin problemas el que me deje atrás todo el mundo. Además me he dado cuenta de que el dolor es intenso pero estable. No va a más lo que me supone una nueva inyección de moral. He decidido que voy a afrontar Cabezas: a la porra el plan B. Paso por el puerto sin apenas pararme y enfilo hacia Cabeza de Hierro con muchos dolores en la zona del asfalto, que me obligan casi a ir andando.
En los repechos anteriores al pico, alcanzo a lluvio y ppong que van muy lentos. Me da una alegría enorme y por vez primera pienso que puedo terminar el MAM aunque sea andando. Veo a ppong un poco hundido lo que me resulta extraño (yo no sabía nada de la mala semana que llevaba). Sigo adelante e inicio la subida con mucha clama pero a ritmo constante. La subida es durísima pero llevo muy reguladas las pulsaciones. Voy al 70 % de esfuerzo pensando en la horrible bajada que me queda. Me encuentro nuevamente (en las anteriores me pasó igual) con uno de los siete supervivientes, Enrique, al que conozco de algún entreno con el Tierratrágame. Le comento mis problemas y me dice que vamos hacia las 7 horas y que incluso andando lo terminaríamos. Eso me da mucha moral. Cumbreo y viene la parte peor del recorrido. Lluvio me vuelve a pasar y tengo que ir casi andando. Me parece que pierdo tanto tiempo que empiezo a mentalizarme por si me alcanzan los compañeros y me pasan. Sé que a esas alturas tendrán que seguir a su ritmo y que mi batalla es personal. Feliz en las subidas (iba incluso fresco pasando siempre a gente ya muy hundida) y casi llorando en las bajadas: eso sí, sin pensar ya en ningún momento en abandonar. Lo peor hasta Navacerrada: el pequeño tramo de hormigón con un fuerte dolor en el tobillo que me obligó a andar en algunos momentos. Lo mejor, el recibimiento de la gente del club: no tiene precio que alguien se moleste en subir hasta allí para darte dos minutos ánimos. Gracias a uge y a pablobur decido que el último tramo de bajada no lo haré andando como les había comentado sino que intentaré hacerlo corriendo a pesar de lo que me duele el tobillo. Consigo bajar con cierta solvencia hasta los últimos dos kilómetros donde me hundo un poco.
Para mí la experiencia ha sido totalmente positiva. Después de haberlo descartado, terminar el MAM ha resultado para mí un regalo inapreciable. Gracias a todos por vuestra confianza y perdón por no haber ido con el resto. Espero poder recompensaros en el Goierri.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena Fernan. A partir de ahora, además de Vigía, te podremos llamar "el cojo de los cojones". El año que viene entre Josema, Alberto y tú, tendréis que dejar el pabellón bien alto.

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  2. El "cojo de los cojones" me tiene a mí contento... si no le llega a doler no le vemos ni en la salida. Este si que es un crack.

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  3. Lo mismo digo, que ya vale de quejas y de pollas, si luego vamos como sputnik. ¡ayyyy que no puedo bajar bien! ¡ayyyy que me duele cuando no se qué! y luego empezamos a subir Peñalara y en un pis pas le perdemos de vista y en los tubos coge a Lluvio y a Ppong.

    La verdad es que me alegro muchíiiiiisimo, porque si bien es difícil acabar la carrera, por llegar en condiciones y por lo que ella en sí misma es, más difícil es que la termináramos los 7, cuando una semana antes, incluso un día antes, nadie daría dos duros ni apostaría mucho por tan grandioso resultado. Fernan, a partir de ahora me temo que las largas distancias que tanto evitaste antaño te serán inseparables en el tema de la montaña.

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  4. Hay Fernan, que si no voy, que si voy no creo que llegue al km30, que si .....

    Lo ves, que te habiamos dicho.

    Mi mas sincera enhorabuena, majete.

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