8 de mayo de 2012

Y por fin, la mitad del CUT

Tras dos semanas de competición, ahora tocaba disfrutar de un ‘paseo’ por el monte.

¡Qué mejor compañía que Prisillas, mi sempiterno camarada!

¡Qué mejor lugar, la tierra asturiana en plena primavera!

Marisa nos ha hecho un gran favor y nos ha subido al puerto de Leitariegos, una larga y sinuosa serpiente de asfalto que divide dos mundos: la extrema Castilla y la lluviosa vertiente asturiana.

Las lluvias del día anterior, como me temía, eran una copiosa nevada que supondría un doble esfuerzo: el de seguir un camino que se había convertido en un manto blanco indescifrable y el correr, más bien andar, sobre una mediana capa de de nieve.

Hace fresquito de invierno de modo que no sé si a mi primer error (me he dejado la comida en casa y tendré que ‘tirar’ sólo con dulce), sumaré un segundo porque he elegido manga corta, chaleco y manguitos, insuficiente para quitarme el frío.

A mis inicios, siempre duros hasta que el cuerpo se va acostumbrando, tengo que añadir el sobreesfuerzo de caminar o correr por nieve virgen. La magia de los copos desaparece pasado un tiempo con el vigor y el sacrificio.

Pronto alcanzamos la carretera y llegamos a Brañas de Arriba, el pueblo por donde la cruzaremos y enlazaremos con un camino que nos llevará paralelos al río hasta que lo crucemos. Nuevos problemas: al atravesar el pueblo nos salen dos mastines y nos obligan a retroceder. Pierdo los papeles porque ya son tres ataques de mastines en menos de un año. El último fue tan traumatizante (pasamos cerca de un rebaño y se nos tiraron diez) que no consigo conservar la calma delante de ellos. Prisi me pide tranquilidad pero no le escucho y me lío a tirar piedras como un poseso. Volvemos por nuestros pasos y los próximos kilómetros serán ya de carretera. Todo no es malo porque ahora puedo apreciar en toda su extensión la belleza de este largo valle.

Por algún lugar leí hace tiempo que los esquimales eran capaces de nombrar más de doscientas clases de nieve, según sus características. Al ver tal gama de verdes, me parecía increíble que en zonas como ésta no se hubiera llegado a la misma discriminación léxica: cada parcela, cada sembrado, los distintos árboles, los musgos, las zarzas,… cada uno tiene su propia y singular tonalidad. Todo ello suavizado por la tardía primavera. Un espectáculo impresionante. Poco más adelante y guiados por un par de paisanos, ya comenzamos a ver al fondo, muy al fondo, el río que tendremos que atravesar, sonoro y abrupto, joven e impetuoso por las nieves en pleno deshielo. El desnivel sobrecoge. Ya se distingue justo en frente la enorme pendiente que tendremos que superar una vez pasado el arroyo. Se trata de una sucesión interminable de zetas que se van ampliando cuanta más altura alcanzan. Impone pensar en cómo estarán las piernas al final de la cuesta y, mucho más, pensar en que no llevarás mucho más de catorce kilómetros hechos.

Nuevo mastín, aunque enorme menos amenazante, y comenzamos una durísima subida sin ningún tipo de descanso. A un exigente repecho le sucede otro mayor. Josema sube rápido. Parece que estamos compitiendo. Noto un tanto cargadas las piernas pero sigo con él. A media cuesta me pide que me pare para hacerme una foto. ¡Qué placer! Intento que mi corazón vuelva a un pulso acompasado lo antes posible al tiempo que observo lo rápido que hemos subido. Ya estamos muy por encima del nivel de la carretera que transcurre ahora justo frente a nosotros. Por suerte pronto llegamos a unas brañas donde la subida se atempera. Aunque ninguno de nosotros lo sabemos todavía, se trata de un punto clave porque allí nace la pista que va más directa a la ermita de la Magdalena. En lugar de seguir por esta ruta lateral optamos por subir más hasta que, llegados a una nueva bifurcación, decidimos ir a lo más alto por una dura pista con nieve hasta casi la rodilla. Doble error: a la dureza de la subida hay que añadir ahora la nevada que nos obliga no sólo a ir lentos sino a emplearnos a fondo. Tendremos que abrir huella un buen trecho. A nuestra izquierda hay otras que desconozco. He visto muchas y por el tamaño llego a pensar (lo que me confirmará al día siguiente Antonio, guarda de Muniellos) que son de oso. Sólo por este hecho, merece la pena haberse equivocado. Eso sí, al llegar arriba, Peña Cimera, somos conscientes del error aunque recuperar la pista nos cuesta poco. Ya podemos apreciar el camino que por todas las cimas nos irá llevando a Cangas. Así iremos a partir de ahora, viendo a uno y otro lado los dos valles que confluyen allí, un maravilloso y cómodo final que nos ayudará a terminar sin sobresaltos nuestro CUT. Un descanso en la pequeña pero coqueta ermita, algo de comida, un sorbo de agua, alguna foto,… No le digo nada a Prisillas pero descubro un segundo error que agrava el haberme olvidado los bocatitas: tengo bastante sed, poca agua, y las sales están mal disueltas y agravan mi deshidratación. Nos quedan más de veinte kilómetros y lo voy a pasar mal porque del pilón de la Magdalena no brota agua. De un modo u otro Josema se da cuenta de mis problemas porque me pregunta si no me gusta la ruta. Le digo que sí (¡no me va a gustar ir por estos valles tan salvajes!) pero voy tan concentrado en mi boca, cada vez más pastosa y empalagada, que no soy capaz de disfrutar del paisaje como mereciera. Con gusto me bebería lo que me queda de agua de un trago pero la dosifico hasta el final: un vaso de agua en los próximos veinte kilómetros. Voy sopesando qué me llevaré el día 19, cambiando mi estrategia y pensando en utilizar la camelback, aunque no me guste, para no tener serios problemas. No es extraño que Prisi se dé cuenta de que estoy a otras cosas. Es un 'killer' y detecta siempre en carrera cuando algo no va bien.

Estamos llegando al Pico Cuervo. Poco antes nos paramos cerca de unas lagunillas colmatadas donde se ven varias huellas. Esta vez no hay duda: son de oso. Elijo la más nítida y hago una foto. Me parece increíble que en pleno siglo XXI salgas a correr atravesando un lugar por el que varios osos han andado merodeando. Por un momento me siento trasladado a otra época y creo estar viviendo algo único, una auténtica aventura.

Es curioso pero a medida que asumes una situación esforzándote en minimizar los inconvenientes sin dejar que tus temores hagan crecer el disgusto exponencialmente, consigues hacer de la excepción la rutina y logras que las dificultades sean más llevaderas. Y eso mismo me está pasando. Avanzamos rapidísimo por una interminable pista en la que los kilómetros van cayendo ahora de forma vertiginosa. Aplico mi rutina en las largas distancias. Disminuyo al mínimo los esfuerzos pero corro siempre que sea posible. Ambos tenemos buen ritmo y eso ayuda más todavía a avanzar. Hace apenas unos metros estaba sufriendo por lo que quedaba mientras que ahora ya estamos pensando en no perdernos antes de entrar en Cangas. No sería muy distinto aunque la entrada no tendría el aire triunfal de ahora: llueve pero, como una puñalada certera, entramos en minutos de lleno en la ciudad. La gente nos mira con caras de asombro: ¿de dónde salen estos con tanto barro? Y pienso que en tres semanas seremos nueve los que podamos disfrutar de este momento con mayor asombro y más extrañeza de las gentes que se preguntarán al ver tan nutrido grupo de corredores en qué habrán gastado eso Locos sus esfuerzos.

5 comentarios:

  1. ¡¡Me ha encantado Biri!!.
    Fue un verdadero y auténtico placer recorrer cada uno de esos metros contigo. Algo que estoy seguro procuraremos repetir cada vez que nos veamos por aquellas tierras.

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  2. Gracias, gracias y mil gracias. Ya estoy descontando las horas, los minutos. Que ganitaaaaaaaas

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  3. Gracias, gracias y mil gracias. Ya estoy descontando las horas, los minutos. Que ganitaaaaaaaas

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  4. Envidio lo bien que lo pasasteis y tomo nota de cara a lo que nos vamos a encontrar, ya falta poco ¡aúpa!

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  5. Que envidia "sana" me dais, mientras unos luchamos contra nuestra forma fisica y el terreno a vosotros se os ve como pez por el agua. Digo yo que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio, el otro dia sin ir mas lejos creo que me cruce con Prisi y Fernan, yo a lo lejos pensaba como podian ir tan lentos cuando mi asombro fue ver como con una naturalidad innata podian llevar ese ritmo tan rapido, de todas las maneras si algo me habeis enseñado y ahora me estoy dando cuenta de ello es que el tiempo es lo de menos, lo principal es disfrutar de lo que estas haciendo ante todo por eso agradeceros que respondais a todas mis preguntas, yo por mi os estaria todo el dia preguntando pero no es plan.
    Bueno no me enrollo mas y espero que disfruteis de lo lindo por Asturias cuando vayais, un saludo de Esteban para todos los locos¡¡¡

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