21 de junio de 2012

Vuelo de Halcón.

Cuentan los descendientes de la tribu Naskapi o Montagnais, originaria de la zona montañosa del Quebec en el golfo de San Lorenzo, la siguiente leyenda:
Hubo tiempo atrás un guerrero principal de su tribu que tuvo un un hijo llamado Chidicse. Aquel niño siempre mostró desde pequeño fascinación por las montañas y los seres que las habitaban. Pero especialmente por las aves. 
Así fue creciendo y se le veía siempre observando el vuelo de los gansos en sus migraciones. Pero lo que realmente extasiaba a aquel muchacho era el vuelo del halcón. No dejaba de preguntar a su padre y a los ancianos de la tribu todo aquello que pudieran contarle sobre tan rápida ave.
Con apenas 12 años Chidicse partió del campamento y ascendió por abruptas cornisas y escarpadas rocas hasta llegar al nido del ave. Allí logró su más preciado tesoro hasta ese momento, un puñado de plumas de la rapaz.
Desde aquel momento era frecuente verle partir y ascender una y otra vez las cimas de alrededor con la sola intención de contemplar el vuelo de su "hermano" halcón. Su aleteo, su planeo y finalmente sus picados espeluznantes en busca de la presa.
Aquellas ascensiones fueron fortaleciendo los músculos de Chidicse y cada día era capaz de llegar más rápido a la cima. Entre todos los jóvenes del pueblo no había ninguno que pudieran aguantar su ritmo. Pero lo importante para Chidicse comenzó un atardecer.
Aquel día el tiempo pasó muy deprisa y cuando quiso darse cuenta el Sol estaba ya comenzando a ponerse. Así que al contrario que otras veces que bajaba a buen paso, disfrutando del paisaje y del vuelo de su amigo pájaro, poco a poco fue acelerando la zancada, para terminar corriendo, brincando, saltando a gran velocidad, liberando una energía que le manaba de su interior. Cuando llegó a su tienda dijo: "Padre hoy bajé de la montaña tan rápido, que me sentí halcón, me siento muy feliz".
Desde aquel día si disfrutaba de cada ascenso, aún más de cada vertiginosa bajada donde sentía que realizaba su propio "picado" de libertad. Donde como la rapaz se fundía con el viento, y la naturaleza, donde el espíritu del ave le tomaba.
Aquella habilidad le salvó la vida en más de una ocasión en sus encuentros con los Mohawk, sus ascentrales enemigos.
Dicen incluso que, algunos aseguraron que durante aquellos vertiginosos descensos, el pájaro le acompañaba, que  sus brazos se convertían en alas y parecía que ambos se fundieran.
Por eso a Chidicse se lo conoció para siempre como "Vuelo de Halcón".



Dedicado a mi amigo Alberto "Lluvio". 
Vuela el sábado. Vuela y vivelo plenamente.

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