2 de junio de 2012

Algo más que un sueño


Son las 3,15 de la madrugada del sábado. He puesto el despertador a las 3,30 para ir con tiempo suficiente a Cangas de Narcea donde me espera el resto del grupo. Ellos están allí desde el viernes por la noche tras un accidentado viaje, que se alargó más de lo previsto. Sin duda los nervios, que no me han permitido dormir todo lo bien que hubiera querido esta semana, me han mantenido de alguna manera alerta haciendo innecesario el maldito aparato.
Tengo tiempo de sobra para completar la parafernalia de actos previos a cualquier carrera: desayuno, baño, macuto, baño, ropa para correr y para cambiarme, baño,…
Durante el viaje me doy cuenta de que el tiempo va a ser un factor importante porque me ha llovido, a veces fuerte, durante todo el recorrido. Dudo mucho que no nos mojemos. No me gustaría nada tener que utilizar el chubasquero.
Hacia las 5:30 llego a Cangas con tiempo de sobra para aparcar y juntarme con los compis. Saludos, fotos de rigor, buen ambiente y al tajo. No hace mucho han pasado las seis de la mañana. De momento no llueve pero la niebla se ve más arriba y aparecerá en cuanto ascendamos.
La subida hacia El Acebo es dura pero estamos frescos y podemos disfrutar con plenitud de la charla. Han pasado dos o tres kilómetros y ya se ha reído a mi costa todo el grupo pues he caído en una inocentada que no me esperaba viniera de Rafagti. Su risa abierta y franca resuena por encima de la del resto inundando todo el valle. La broma ha merecido la pena sólo por disfrutar de ella. Primer trote continuo en busca de la ermita de El Acebo, un paraje singular con una visión sobre Cangas espectacular. Estamos frente a un valle duro, en forma de ‘V’ poblado aquí y allá por pequeños caseríos rodeados de prados en las zonas más suaves que alternan con bosques casi salvajes en las más agrestes. Basta asomarse un poco al mirador para que la belleza inunde nuestras mentes sin esfuerzo alguno. Paramos un rato y aprovecho para desaguar y dejarme a mano un bocatita y un plátano así como una barrita. Estoy decidido a comer muchas veces sin tener que abrir el macuto. Aprovecharé las paradas para reponer mis provisiones y alimentarme algo más si lo necesito. Al poco de empezar he intentado beber de la camelback pero he desistido. Su sabor es horrible por lo que tendré que buscar otro método para futuras carreras. Me anima mucho ver lo que se ha inventado Mikel y decido probarlo para la próxima. De momento la vacío lo más rápido posible para no llevar un peso extra.
Pronto vamos a dejar todo lo que suene a civilizado y nos vamos a adentrar en pleno monte para buscar por una sinuosa senda el pico de Rabo del Asno. Las condiciones cambian por momentos alternándose el agua, la nieve y el frío, que hace mella en altura, todo ello siempre aderezado por la niebla. Me da bastante rabia que los que acuden por vez primera a estos montes no vean mucho más allá de sus propios pies. Pienso que la jornada va a ser dura y que los deseos de Prisi de transmitir a nuestros compañeros la profunda satisfacción que se experimenta al correr por estos parajes, pueden verse truncados por unas condiciones adversas. Por suerte, bien entrados ya en esta hermosa cuerda que divide el valle de Genestoso, del de Cangas de Narcea se obra el milagro: la niebla desaparece en una preciosa zona de lagos donde llegamos a ver a los rebecos en una demostración de adaptación al medio que a todos nos produce envidia. A la lenta belleza de las salamandras vistas antes en plena subida, aquellos oponen una velocidad meteórica entre los abruptos parajes cercanos al Rabo del Asno. La niebla escondía unos valles verdes que contagian su alegría a todos los miembros del grupo ahora exultantes. Como náufragos a la vista del barco ansiado,  ninguno podemos disimular la satisfacción que nos producen estas repentinas imágenes. Hemos entrado de lleno en la naturaleza asturiana. A partir de ahora, sí que Josema puede descansar porque con alguna excepción el tiempo no será impedimento para que todos nosotros disfrutemos de la belleza del entorno, que en muchos de sus parajes siempre conserva la magia de lo ignoto. Caminamos tranquilos gracias a las rutas que nos ha pasado José Piélago, una de esas personas que brinda sus conocimientos y su tiempo a los demás sin pedir nada a cambio. Así me lo pareció cuando lo conocí en la carrera de Muniellos. Su forma de hablar me recuerda el fino y acompasado caer del ‘orvallu’. Nos ha guiado por sus queridos montes salvándonos del mayor problema. Una y mil veces, gracias.
Creo que a estas alturas y hasta Leitariegos todos vamos disfrutando sin mayores problemas que los que nos ocasiona a algunos el frío: Alberto no da abasto a las más diversas solicitudes por parte de todos los que no somos capaces de realizar los mínimos movimientos para alimentarnos, convertidas nuestras manos en meros muñones sin habilidad alguna. No dejo de pensar qué haría si en alguna ocasión no tuviera a nadie a mano en una situación similar. Por mi parte sigo con el plan de avitullamiento y van cayendo bocadillos, plátanos, agua, barritas,… en una intermitente y efectiva sucesión.
Hemos bordeado un monte y nos hemos desviado un poco de la senda que en algunos lugares no está muy clara pero seguimos avanzando hasta unirnos a la divisoria de las provincias de Asturias y León, que anuncia la cercanía del puerto. La bajada hacia Leitariegos nos es favorable permitiéndonos disfrutar con gusto de la compañía del grupo. Estos intervalos de relax suelen ser los mejores momentos de todo entrenamiento, aunque en este caso, los parajes hacen que el goce sea mucho mayor. Me alegra ver lo bien que va Luís pues con su preparación pensaba que llegaría mal al puerto. Su cara no refleja el más mínimo atisbo de cansancio. Nadie parece estarlo. Siento por primera vez que vamos a conseguir llegar todos juntos. Una maravilla difícil de transmitir con palabras.
La última rampa de bajada la hacemos rápida y gritamos como locos para que nos oigan Chewaka, Alex y Carlos, que nos están esperando para avituallarnos y unirse a nosotros unos kilómetros más abajo. Llegar allí es extraordinario por todo: porque, por fin, estamos el grupo en pleno; porque todos llegamos en buenas condiciones y porque nuestros tres compis han preparado un avituallamiento insuperable. Nadie les ha pedido que sean tan solícitos pero ellos lo hacen de forma natural, como si no requiriera esfuerzo alguno. Para cualquiera de nosotros que se haya encontrado en carrera con ellos, la experiencia se le habrá hecho inolvidable. Un lujo poder compartir kilómetros con gente así. Están un nivel por encima del resto en ese sentido.
Llevamos 41 kilómetros. Nos quedan otros tantos. Aunque parezca que lo peor ha pasado no es así porque antes de iniciar la bajada definitiva a Cangas todavía tendremos terreno en cuesta.
Quedamos con los tres para encontrarnos más abajo y volvemos a correr. Esta vez bajamos directamente hasta Brañas donde la última vez dos fieros perros nos echaron a Prisi y a mí. Allí están ahora pero han sustituido su conducta agresiva por un imparable hopear. Ahora la mansedumbre de los canes sirve de regocijo para los compañeros que hacen escarnio de nosotros de aquí en adelante ante cualquier perro que ven, por minúscula que sea la figura de éste. ¡Paciencia! ¡Mucha paciencia!
Hemos dejado el camino y aparece la carretera. Sí, a pesar de estar en una zona medio salvaje tenemos que hacer un tramo por ella, y lo que es peor, nuestros planes incluyen un buen puñado de kilómetros de asfalto. A la mayoría de nosotros el cambio nos sienta mal pero la otra opción es intentar hacer una ruta de GPS que no hemos llegado a comprobar. Tras alguna duda, decidimos seguirla para nuestro bien porque, a pesar de que nos perdemos casi al final y en algún momento llegamos incluso a saltar cercados, la senda discurre en general paralela al río por una preciosa vereda. Vamos a buen ritmo ayudados por el terreno favorable. Continuo comiendo: en este tramo cae parte de una barrita, un bocadillo y un plátano. Justo antes de cruzar el río Naviego se unen a nosotros Alex, Carlos y Chewaka. Comemos rápido, pues se han quedado fríos en la espera, antes de iniciar la dura subida hacia la Magdalena. No he tenido tiempo de fijarme en mis acompañantes pero no recuerdo ver a nadie cansado.
Iniciamos una durísima ascensión por unas zetas empinadas casi hasta lo vertical. Me cuesta mucho seguir el ritmo de un fogoso Chewaka que sube como si pesara menos de cincuenta kilos. Carlos también anda afanoso lo que nos muestra que la idea de que calmasen nuestro ritmo a esas alturas ha sido un gesto un poco altivo ya que están frescos y mantienen una buena cadencia que pone a prueba, en esas duras rampas, nuestras piernas. Son varios kilómetros de durísima ascensión que culminan en una zona de brañas donde llegamos al tiempo que comienza a nevar. Todos nos vamos resguardando bajo el alero de un cobertizo a la espera de que vaya llegando el resto del grupo. Casi al final aparece Luís. No sé en qué momento se ha obrado el cambio pero ya no tiene nada que ver con aquel que bromeaba en Leitariegos. Exhausto se sienta en una piedra ajeno a la nieve y al frío. Es un mal síntoma que me recuerda a su pasado sufrimiento en el Goierri. En cualquier caso voy preparando mi mente para lo que pueda venir. El día puede ser más largo de lo previsto y es bueno irlo asumiendo. Mikel llega detrás pero no parece cansado. Además, desde su primera Madrid-Segovia asume el sufrimiento sin pestañear por lo que no creo que su retraso sea una cuestión que nos deba preocupar.
Al final no sé si toma la decisión más adecuada (desde luego en este momento seguro que lo es) pero Luís decide abandonar. Creo que nadie intenta convencerle de lo contrario porque su aspecto refleja extenuación. ¿Hubiera conseguido llegar con un poco de descanso? Es probable que sí, conociendo su perseverancia y su voluntad de hierro.
Alex sacrifica el resto del camino y se va con él. Todos agradecemos su renuncia apenas iniciadas sus andanzas porque la fatiga de Luís puede jugarle una mala pasada. La abnegación de su hermano me recuerda a aquel Alex de mis primeras rutas de montaña cuando llegaba el último tras cualquier cuesta y no permitía que esperáramos lo más mínimo con lo que era el único que hacía las salidas sin descansar apenas. Bravo Alex, no cambies nunca.
Enlazamos una pista que nos va a llevar casi en llano hasta nuestro próximo objetivo: la ermita de la Magdalena. Después de un rato de decepción el llegar allí es un bálsamo para todos nosotros: fotos, admirable e idílico paisaje, lleno de unas preciosas vacas asturianas y un paisano que al conocer lo que hemos hecho recurre a una imagen cercana a sus quehaceres y exclama: “Menudo cercado habéis preparado”. Me imagino la superficie que ocuparía esa larguísima elipse que estamos ya cerrando  como símbolo de nuestro esfuerzo sin poder evitar sentir un pequeño escalofrío. ¡Qué plenitud! ¡Qué sensación de estar realizando una gesta al alcance de pocos.
No necesito comer porque no siento hambre. Creo que estoy fuerte y no voy a necesitar más que algún trozo de barrita en lo que queda de ruta. Alberto y Rafa parecen acabar de empezar. Van de un lado para otro como si necesitaran alargar un poco más la distancia. ¡Menudos corzos! Aún recuerdo cuando hace unos meses Rafa dudaba si apuntarse al MAM porque la distancia le imponía. Algún día se dará cuenta de la calidad que atesoran sus piernas.
El resto del camino transcurre ya por una larga pista que va remontando pequeños montículos: vemos las antenas del pico Cuervo, pasamos las ermitas de San Gervasio y la de San Pelayo llegando a la de San Antonio que es la más cercana a Cangas. Me hubiera gustado hacer todo este tramo corriendo pero tenemos que alternar las carreras con la marcha a pie. Me encanta ver por primera vez a un eufórico Chewaka avanzando en cabeza y a un parlanchín Carlos que unido a Mikel va disfrutando de los kilómetros. Es una justa recompensa a tanto esfuerzo diario.
Quien no se haya acercado a Cangas por esta zona no habrá disfrutado de una de las más bellas entradas a una población que recuerdo. Estás casi dentro de ella sin conseguir advertir nada. Cuando lo hacemos vemos las primeras luces de la población detrás de  un primer plano de castaños y alisos. Es como si nos introdujéramos en ella a escondidas.
Entramos en barrena casi hasta el mismo puente donde Alex y Luís nos esperan con bebida y con la sana alegría de los amigos reencontrados. Prisi no puede evitar unas lágrimas. Sin duda, a pesar de que la felicidad no puede ser total, hoy ha conseguido un sueño del que todos estamos orgullosos de formar parte.
De la nada hemos creado algo, dando igual lo realmente importante o nimio que sea porque siempre permanecerá en nuestra mente, recordándonos que un día en Asturias fuimos uno y disfrutamos de ello. Y ese recuerdo evocador aparecerá en alguna ocasión, no se sabe en qué momento ni en qué lugar, haciendo que nuestro cuerpo tiemble por un instante rememorándolo. Muchas gracias, compañeros,  por haber contribuído a ello. 

7 comentarios:

  1. Enhorabuena fernan por este pedacito de CUT, donde he podido saborear con tu texto ésos magníficos parajes que pintas con letras y que para mí es como estar allí disfrutando con vosotros.
    Gracias y enhorabuena fer. Un abrazo.
    ¡Viva el CUT!

    ResponderEliminar
  2. Gracias compi por plasmar tan fielmente todo lo que hemos vivido y por tenerme tan presente en todo momento.
    Seguiremos explorando juntos rutas futuras. Seguro.

    ResponderEliminar
  3. Releemos crónicas y volvemos a triscar montes. La aventura queda en pequeños detalles y grandes sensaciones. La del año que viene nos espera. Gracias.

    ResponderEliminar
  4. Gran crónica Fernan, como tú muy GRANDE.
    Espero poder compartir contigo y con el resto de Locos
    muuuchos momentos como estos....

    ResponderEliminar
  5. Gran crónica Fernan, como tú muy GRANDE.
    Espero poder compartir contigo y con el resto de Locos
    muuuchos momentos como estos....

    ResponderEliminar
  6. Muy bella crónica Fernan. Suelo contestar varios días después de su primera lectura para asimilarlas, releerlas y saborearlas y con ésta tuya no me canso de releer.

    Un muy fuerte abrazo Biritxo.

    ResponderEliminar
  7. Gonchu eres de aquellos a los que admiro por las ganas con las que vives este deporte. Disfrutarás mucho con él. Suerte en el GTP.
    Prisi encantado de participar en tu sueño que al final fue el nuestro. Espero que nos queden todavía muchos kilómetros juntos.
    Mikel un placer compartir kilómetros contigo. Muchísimas gracias por haber cargado ese tramo paralelo al río que hizo que el CUT saliera redondo, redondo. Sin él, hubiera quedado un poco cercenado.
    Chema te puedo decir que el verte ir ahí en cabeza después de tantas horas viéndote sufrir con nosotros, me encantó. Es uno de los recuerdos que más me satisfacen. Justo premio a alguien tan grande como tú. A Carlos también le puedes incluir aunque no logremos que comente nada. Sois tal para cual.
    Luís una lástima ese tramo que resultó traicionero. Te eché de menos en la llegada: tenía preparada una broma pero la dejaré para la próxima ocación, que no tardará mucho en llegar.

    ResponderEliminar