8 de octubre de 2010

Acompañando en la Madrid-Segovia

Visto que no me fue posible participar en los 100 kilómetros Madrid-Segovia decidí volver al plan inicial: por lo menos, acompañaría un rato a los compis del cerro.
Tenía pensado hacerlo a última hora de la tarde pero, cuando vi que Mavegam iba a llegar a nuestra zona tuve que salir disparado. Acababa de comer y lo que menos me apetecía era ponerme a trotar. Para empeorar las cosas hacía un calor excesivo.
Dejé el coche en un lugar estratégico y con mis pocas ganas fui en busca de Mikel. Lo encontré (calculo) al poco de salir de Matalpino en compañía de Arturo, un corredor mayor y fibroso. No me di cuenta de que Mikel iba mal hasta que llevábamos un rato trotiandando. Así como Arturo comentaba todo lo posible y más (no dejamos de ‘rajar’ por turnos), me extrañaba mucho el constante silencio de Mikel. Una cosa era la dificultad para terciar en el ‘rifirrafe’ verbal que manteníamos los dos ‘abuelos’ y otra muy distinta era la excesiva concentración que llevaba.
Al final confesó sus problemas estomacales que, sin duda, iban a más con el tiempo. Así nos fuimos acercando hasta el control de La Barranca donde su mala cara decía mucho de lo que estaba pasando su cuerpo. Tras ayudar a un corredor con una bajada de tensión fuerte (tenía la gorra literalmente blanca de la sal del sudor) llevándole a una sombra para que descansara, llegamos en poco tiempo al avituallamiento donde Mikel evacuó en pequeñas dosis, todo su estómago. Y es en esos momentos ( y no en las distancias cortas, como decía el anuncio) donde uno se la juega. Tras un breve descanso y sin haber tenido oportunidad de asimilar lo pasado, Mikel me comenta que deja la carrera. Es lógico actuar así porque la naturaleza es sabia y aconseja lo más adecuado para el cuerpo. Es en ese momento cuando le persuadí de que tenía tiempo de sobra para intentar recuperarse puesto que abandonar siempre podría hacerlo más tarde. Me alegro de haberlo convencido porque tenía muy mala cara. Le batí un poco de Coca-cola, comió un poco de mi barrita de mango, volvió a la Coca-cola y así poco a poco recuperó el ánimo a tal velocidad que ya quería irse sin ver cómo reaccionaba su estómago con el alimento. Me di cuenta de lo bien que se había recuperado al verle comerse con prurito un bollito que para mí lo hubiera querido. El resto ya lo ha contado él, ambos llegamos hasta la Fonda Real con el convencimiento pleno de que Mikel había superado la prueba. Si hubiera tenido la más mínima duda de que iba a flojear ya tenía pensado acompañarle hasta Cercedilla para interponerme entre él y su padre que estaría allí animándolo, como siempre, a que lo dejara. No sé cómo describiros la alegría que llevé de vuelta a La Barranca sabiendo que para Mikel había llegado el momento de desquitarse del puñetero Goierri y figurándome todo lo que pasaría por su cabeza cuando estuviese ya cerca de Segovia saboreando su triunfo. También me acordé de Josema y me veía logrando con él su próximo ultratrail. A veces la imaginación nos proporciona tanta alegría o más que la propia realidad, muchas veces amarga.
El gozo me duró poco porque me encontré a un Víctor literalmente hundido. Me faltó poco para decirle que lo dejara, tan mal era la pinta que llevaba. Con movimientos demasiado ostensibles, sin duda debidos a sus problemas musculares, y una cara que dejaba traslucir, demasiado a las claras, su sufrimiento. Lo dejé rápido y seguí buscando al resto de los ‘locos’. Los encontré casi a la misma altura a la que había coincidido con Mikel y tampoco el panorama era bueno: ya iban con un cierto atraso (si surgía algún imprevisto) agravado por los problemas de ampollas. No trotaban en ningún momento lo que suponía problemas musculares a la larga pues quedaba mucha distancia. Los únicos que me parecieron ir bien fueron Chema y, sobre todo, Carlos, que fue al que mejor vi. Los acompañé hasta el coche, pues no llevaba frontal y la noche se nos venía encima, para despedirme de ellos y de un maravilloso día de Doble A.

1 comentario:

  1. Grande eres Fernan. Siempre metido en todos los saraos, pero olvidándote de ti para ayudar a los demás. Si bien es cierto que la carrera la hizo Mavegam y que fue él el responsable de que la terminara, no sería justo decir que tu no tuviste que ver. Una parte importante de estas carreras es, como bien sabes, el momento en el que se decide abandonar o no. Esta vez estuviste fino, fino y ayudaste a Mikel a continuar. Envidio la fortaleza que tienes para estar siempre ahí, siempre a punto. Me uno a tu pensamiento de que la imaginación nos proporciona tanta alegría o más que la propia realidad y por supuesto, si me lo permites, me uno al de verme junto a Josema, Mikel y tu cruzando el próximo ultratrail. En ese caso, la realidad nos proporcionaría más alegría que la imaginación. De eso estoy seguro.

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