7 de octubre de 2010

Madrid-Segovia... Camino de Colmenar

 Ahora reconozco que lo de Victor fue una sorpresa relativa, sabía que al igual que yo, no quería hacer andando todo el camino, pero parece ser que en una salida previa entre Cercedilla y Segovia lo pasó bastante mal al final, por lo que no me parecía una buena idea, pero al igual que no le animé a venir conmigo tampoco intenté convencerle de que no me acompañara, de alguien que en plena resaca nos machaca corriendo en Becerril se puede esperar lo mejor.

 Empezando la carrera, tras una pequeña subida en la cual abandonamos a nuestros compañeros de travesía empezamos a trotar entre los corredores, gente de todo tipo, recios corredores equipados a la última, bellas señoritas con mallas de paseo y polos de Ralf Lauren, jóvenes, mayores y más mayores… al poco de empezar, bajando una pasarela que cruzaba una carretera, adelantamos a un señor mayor, está corriendo con unos pantalones y camisa de vestir y un paraguas en la mano, supongo que se ha encontrado con la marabunta de corredores e intenta huir de ella, al día siguiente me enteré que 18 horas más tarde pasó bajo el acueducto… solo tiene 72 años.

 Esos primeros kilómetros son complicados, más bonitos de lo esperado pero bastante feos, pistas y veredas en medio de un secarral, empezamos a tragar polvo y encuentro tremendamente útil llevar una botella de agua en la mano, no solo para hidratar sino para enjuagar la boca de vez en cuando, empezamos a temer que el calor va a ser importante durante el día.

 Como ya imaginaba, es complicado llevar un ritmo adecuado y ayudado en parte por el empuje de Victor, durante la primera hora de carrera hacemos casi 10 kilómetros, como estaba previsto, no corremos cuesta arriba, pero deberíamos haber andado algo en el llano, cosa que no hicimos. Casi sin darnos cuenta llegamos al primer avituallamiento en Tres Cantos, hasta aquí no hay problema, doy el OK para mis “seguidores” en las redes sociales y tras un pequeño descanso tomamos de nuevo el Camino, no pararemos hasta Colmenar Viejo.

  El primer tramo de esta etapa surca el carril bici de la Nacional 1, con mucho cuidado y pegados a la izquierda, vemos como los ciclistas nos esquivan, algunos pasan demasiado cerca, lo que nos hace extremar las precauciones. Sin contratiempos salimos de este infernal carril y comenzamos a bajar hasta un pequeño valle, aquí alcanzamos y conocemos a tres corredores clave: Toby, nombre inventado por Victor para un inglés que corre con su mujer sin hacerle mucho caso, el “abuelo de azul”, y el “abuelo de las mangas verdes”. Este último nos trajo por la calle de la amargura durante muchos kilómetros, corría con un ritmo lento y cansino, pero no paraba nunca, de forma que nos alcanzaba una y otra vez cada vez que andábamos un rato.

 Recibo en el fondo del valle la segunda llamada de Prisillas, está preocupado, siento que quiere estar a mi lado, poder ayudarme en todo momento…

 La llegada a Colmenar es dura, como casi todo pueblo, tiene su “cuesta del cementerio”, y esta no es como la nuestra, además de pendiente es interminable, la subo andando a ritmo… (i gotta feeling, uh uh, tonight….) y me doy cuenta de que Victor empieza a flaquear, corre bien, pero a la hora de andar le cuesta mantenerse a mi lado. A poco de llegar nos hacemos una foto con las cuatro torres de Madrid al fondo, Toby aprovecha para adelantarnos de nuevo. Al abuelo de las mangas verdes le vemos al fondo… corre Victor que nos coge. Y llegamos a Colmenar.

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