20 de agosto de 2009

Corazón Indomable.

El que me empuja a afrontar con ilusión cada nueva salida. Siempre con ganas de batalla hecha diversión.
Arraigo la esperanza de recuperar mi fuerza y, aunque no termina de llegar os garantizo que cada nuevo día, cada quedada, me digo: "hoy vas a recuperar las viejas sensaciones", "hoy la vas a liar".
Siempre espero que las piernas acompañen mis deseos y, si no es ese día confio en el siguiente.
Como un ingenuo juvenil.
Ayer mismo en las espesas rampas del cortafuegos, que nos agarraba como chichle los pies, sintiendo la arena entrar por la zapatilla en cada zancada mi corazón empujó más que mis músculos o mi pulmón. No pude reprimir un grito de rabia en un tramo de la segunda subida, de rebelión.
Y ya estoy esperando la siguiente ocasión de afrontarlo para cobrarme debida revancha.
Me resisto a ceder, quizá quiero creer que me empuja un corazón indomable y no una absurda ostinación.

4 comentarios:

  1. Joséma, me da la espina de que todo eso es tan NATURAL como la tierra que tus zapas pisan en cada salida. Y si no, pregúntale a Fernan o Ppong. Yo soy el último en poder contestar a tus dudas, quizá nunca llegue a ese punto y, si acaso, me queda mucho camino aún por recorrer, pero permíteme que te deje mi impresión:

    Todo, pero todo en ésta vida tiene sus momentos. En éste irremediable devenir del tiempo hay que aprender a entender el cómo y el porqué. Soy de la opinión en que en ésta vida se puede conseguir casi todo lo que uno se propone. Ahora bien, no siempre se consigue como uno quiere. Sirva el siguiente ejemplo para ilustrarlo:
    Tu, irreprimiblemente agarrado a la pretensión de conquistar las montañas como hace algún tiempo, en cada salida vuelves a casa con dos sensaciones contrapuestas: por un lado el mal sabor de boca de que te falta un puntito para conseguir tu pretensión; y por otro las ganas de arrebatarle ese puntito al destino en la próxima salida. De ésta dualidad, lo que vemos los demás es algo bien distinto. Yo veo a una persona que ejecutaba en cada paso de ascensión una proeza. Que con el paso del tiempo no se ha acomodado y sin amilanarse sigue subiendo con las mismas ganas que antes. O quizá más. Y lo más importante, que allí donde desea llegar y las leyes físicas no se lo permiten, sin darse cuenta, está llegando. Ésto es así porque llegas en cada paso que Lluvio ha dado para terminar el MAM; en cada salida en solitario que se marcan Despacio y Mavegam cuando cualquier otro se quedaría tan agustito bajo las sábanas; en el paso de meta de Ezcaray cuando Fernan se quedaba con la sensación de que no estaba tan mal eso de probar distancias nuevas; y cuando a mí, sin comerlo ni beberlo, me has permitido soñar con algo que jamás habría soñado. Y es que tal y como yo lo veo, yo que te conozco de poco tiempo y al que aún le queda todo por aprender, has llegado al punto en que ya no caminas solo y que no sólo son tuyos tus pasos, sino que también lo son los de algún loco más que encantado está de compartirlos contigo.
    Quizá parezca demasiado para lo poco que nos conocemos, pero alguien a quien realmente admiro y creo así me lo ha contado y, ¡qué leches! así lo veo y siento, sin más.
    Por cierto, de absurda obstinación UNAS NARICES. ¡Corazón indomable hasta la muerte!

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  2. No te voy a recordar el miércoles famoso en que vi tu culo por vez primera después de mucho tiempo y lo malo es que no lo vi del todo bien porque te fuiste lejos, lejos. Ya sé que no te servirá de consuelo pero con ello te quiero decir que el cuerpo no es una máquina perfecta y que el no salir relajado no cotribuye a que vayas mejor. Acuérdate de mi en Segovia o en la carrera del agua... Ve tranquilo y espera tu momento porque estoy seguro de que tienes más calidad en tus piernas que cualquiera de nosotros. Tus cuádriceps me lo dicen cada vez que los miro. Eso sí, el día que ocurra se me quedará carita de pena como este verano pero... eso ya es problema mío y nada grave.

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  3. La verdad es que me dejais sin palabras.
    Soy muy afortunado.
    Como bien dice Luis Angel, no es más que una dualidad. El sabor agridulce de no llegar donde uno quisiera y el orgullo de esperar siempre la siguiente oportunidad.
    Realidad versus esperanza.
    Gracias. Sois la hostia.
    Hermanito, al final haré de tí plumilla además de montañero.

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  4. Como escribe la peña... pero bueno, alguien tendrá que rebajar el nivel literario, que esto parece un blog de filología en lugar de AA. Y es que, amigo Prisillas, da igual como lo llames, me da lo mismo corazón indomable, obstinación o "echarle huevos", lo importante, lo bonito, lo que nos da vida, es levantarnos cada mañana con un objetivo en la cabeza. Bien es verdad que los objetivos no pueden ser siempre los mismos y que varían con el tiempo, es posible que llegue el momento en el que no se pueda ir más rápido o más lejos, pero no es algo que deba preocupar. Primero, porque si en lugar de una hora tardas hora y media no va hundirse el mundo, y después, porque si vas más despacio... ¡podemos acompañarte!

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