7 de septiembre de 2009

Carrera de las Dehesas de Cercedilla

Comienza la carrera y Fernan130 y Prisillas salen como alma que lleva el diablo, llevamos recorridos 100 metros de los casi 23.000 de los que consta y sin darme cuenta me he quedado solo. 

Ha sido esta una carrera extraña, en principio prevista como adecuada para iniciarse en el mundo de la montaña en unos casos y como inicio de temporada en otros, el cambio de recorrido, a pesar de no habernos cogido por sorpresa, ha conseguido que esta no haya sido una carrera más, su dureza y su extraordinaria belleza quedarán en nuestro recuerdo por mucho tiempo. 

De aquí surge mi primer error, el no haber visto esta carrera como un objetivo importante hizo que el planteamiento sobre la misma fuera nulo, estaba en la línea de salida y no sabía si íbamos a ir juntos o separados, rápido o despacio… 

Por lo que heme ahí, viendo como los dos cracks se alejan entre el barullo, quisiera decir que después de pensar decido seguir su ritmo, pero sería engañarme a mí mismo, con la inconsciencia que caracteriza al novato corredor, fuerzo el ritmo y tras unos metros llego a su estela, al principio con ganas y fuerzas, pero poco después, ya en el kilómetro dos, por fin me paro a pensar y me doy cuenta de que ese no es mi ritmo, me he quemado en dos kilómetros y todavía faltan más de veinte. 

Ni que decir tiene que a partir de ahí paso el peor momento de la carrera, otra vez en tierra de nadie, por detrás no veo a nadie y por delante cada vez están más lejos, con las piernas cansadas y el corazón a 170 lpm, decido frenar poco a poco y esperar a Luis Ángel, a quien debía haber acompañado desde el principio en su primera incursión en estas lides. 

Y bien que me vino, nos juntamos faltando 100 metros para el avituallamiento de la Fuenfría, y tras unas pocas palabras, fue él que tiró de mí hasta la cima del Minguete, momento en el cual me recuperé de la paliza inicial y a partir del cual disfruté como un enano, trepando en un principio los riscos del Montón de Trigo y bajando después sin miedo entre piornos y canchales. 

Aquí la parte más bonita de toda la carrera, bajando por unos prados, junto al río, con los bosques de pinos a la izquierda y los picos cubiertos por la niebla a la derecha, uno de esos momentos mágicos que hacen valorar todo el esfuerzo que puede costar llegar hasta ahí. 

Una vez abajo, y pasados un par de maravillosos avituallamientos, en los que nada faltaba, desde ánimos hasta chocolate, pasando por unos exquisitos plátanos y jugosas naranjas, además de agua, comenzábamos de nuevo a subir, teníamos por delante cinco kilómetros hasta el segundo paso por la Fuenfría, subida tendida y trotable, pero muy larga, en la cual nuestro amiguete Luis dejó de disfrutar un rato… 

En estos momentos la duda vuelve a sobrevolar sobre mi cabeza, hay dos opciones, tirar para adelante o acompañar a Luisete intentando animarle, me quedé con la segunda, ganar tres o cuatro minutos no me iba a suponer ningún tipo de aliciente así que la solución fue sencilla. Será él ahora el que tenga que decir si le vino bien o mal, ya que hay veces que posiblemente sea mejor dejar a alguien a su ritmo y no incordiarle mucho, espero que esta vez no haya sido así.

Claro que, llegando a Fuenfría, en los últimos metros, aparecen sus colegas los ciclistas y no veáis como se puso a tirar, se le olvidaron los cansancios, los fallecimientos y los dolores de piernas, una vez allí intenté mantener un ritmo que le fuera más o menos cómodo hasta el Collado de Marichiva, desde el cual ya me dejé caer hasta llegar a la meta, dónde entré una vez más corriendo junto a mi chico, me encanta ver la cara de ilusión que lleva en esos metros. 

Así que la conclusión es positiva, tras esos primeros kilómetros de apuro, una vez puesto en marcha el Diesel, disfruté muchísimo toda la carrera, y lo más importante, me quedé con ganas de haber dado otra “vueltecita”.

5 comentarios:

  1. Para el que no te conozca se puede pensar que lo de la 'vueltecita' se trata de una fanfarronería de alguno de Bilbao, pero para los que hemos trotado contigo, sabemos que 'el hombre tranquilo' es así. Siempre me ha admirado la resistencia que tienes en distancias largas y a tu ritmo.
    Me parece que en el buen resultado de Luis, algo tendrá que ver tu compañía...

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  2. ¡Coño!, y yo de viaje, perdiéndome esto... Si es que no puede ser.

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  3. Mikeloti, eso es poder.
    Pienso que, lo que se pierde delante, después se gana al final.
    Quiero decir, si hubieras seguido con la patata a tope, te hubiera cogido y... ¡no hubiera tenido piedad de ti! ¡Te hubiera quitado hasta el chocolate de los avituallamientos!
    ¡Cuánto me alegro de que terminaras bien!
    Yo, en otro momento, escribo. ¡Que he vuelto a nacer!

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  4. Mikel, no sólo me vino bien que me esperaras, sino que me vino de maravilla, ya que gracias a eso supere ese pequeño bajón que me dio el creer que el alto estaba en el 17 y no en el 18 como realmente estaba ¡ESE KM. SE ME HIZO ETERNO!, con el cansancio que ya llevaba acumulado, pero dejo la épica para una mini crónica que quiero preparar. La verdad es que fue todo un lujo poder disfrutar de tu compañía durante toda la ruta. AUPA Mikel.

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  5. Pues Mikel, como siempre acertada la crónica de nuestro hombre tranquilo.
    Tienes razón y es evidente que ayer en la linea de salida no sabías muy bien cual sería tu papel. Lamentablemente un tobillo traidor hace un par de semanas se encargo de "rebajar" tus aspiraciones y eso se nota.
    Aún así piensa que has madurado, bueno en tu caso la madurez te viene de serie. Esa capacidad para irte hacia delante y rectificar cuando viste que no era tu ritmo es un activo que atesoras para futuras aventuras.
    Es un honor compartir mis zancadas con vosotros.
    Un abrazo.

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