24 de junio de 2009

La crónica

Al fin llegó el día que tanto tiempo habíamos esperado, la mañana se presentaba muy bonita, con cielos despejados y temperaturas agradables gracias a una suave brisa que nos acompañó la mayor parte del recorrido, por delante, 44 kilómetros con 5300 metros de desnivel, posiblemente, el maratón más duro del mundo.

Sin embargo, no había nervios, el trabajo estaba hecho y el plan era claro, buscar un ritmo cómodo que nos llevase hasta el final, y a ser posible, todos juntos.

A las 8:15 (primer y único fallo de la organización) suena la bocina de salida y comienza la carrera, poco después de empezar una fuerte rampa sirve para poner el pelotón en fila de a uno, la subida desde Cercedilla a Navacerrada es relativamente cómoda y muy bonita, el ritmo, marcado por Pepe-despacio, se me hizo realmente cómodo, con sensación de poder dar mucho más, pero queda mucho todavía y hay que reservar todas las fuerzas posibles.

Llegar al Puerto de Navacerrada fue una importante inyección de moral, las pulsaciones no habían pasado de 145 en toda la subida, me veía fuerte, y la presencia de mi padre, al que le dije varias veces que no apareciese por allí, y ver que no me insistió mucho en que abandonara me hizo darme cuenta de que hacía fuera tampoco mostraba signos de cansancio.

Pero por otro lado, ni siquiera habíamos llegado a la primera cima, esta se alzaba majestuosa ante nosotros, la Bola del Mundo nos esperaba con su dura subida “a machete”, ¿para que ir por un camino si puedes ir saltando de piedra en piedra?... El hecho de subir en fila india supone de nuevo una ventaja a la hora de lograr el objetivo final, es relativamente sencillo mantener el ritmo del que va delante, pero muy complicado adelantarle, entre otras cosas, porque él va siguiendo a otro y así sucesivamente, de forma que el esfuerzo extra que se realizaría al adelantar sería bastante “tonto”. Poco a poco llegamos a la cima y encaramos la Loma del Noruego, como haría después en otro par de ocasiones, aprovecho el avituallamiento de mis compañeros para escaparme un poco en la bajada y dejarles bajar a ellos sin estar pendientes de lo atrás que puedan dejarme. A medio camino segunda sorpresa del día, dos seres misteriosos aparecen entre los piornos haciendo fotos, el buenos días de rigor se convierte en un grito… -pero Miguelito, ¿dónde vas? - , tras el frenazo pertinente alzo la vista y me doy cuenta de que los dos extraños eran Ppong y el Mudo, ¡qué grandes!, y tras una pequeña charla sigo bajando hacia Cotos, poco después me alcanza Alberto, muy comedido y tranquilo para como baja habitualmente, de forma que puedo llegar hasta el siguiente avituallamiento sin perder mucho tiempo.

Llegada a Cotos y nuevo encuentro con mi padre, sigue sin insistir en que me retire, así que doy por hecho que se me ve bien, unas almendras, un poco de isotónico, y enfilamos el camino de Peñalara por el Collado de Peña Citores, sigo encontrándome fuerte, y por vez primera en toda la carrera, poco a poco, empezamos a adelantar corredores, una vez arriba, y como en ocasiones anteriores, en cuanto llegó Pepe, junto con Prisillas, nos adelantamos pensando en que poco después nos alcanzarían. Tras un pequeño recorrido por la cuerda bajamos por la terrible pista de Dos Hermanas, a mi parecer lo menos bonito de toda la carrera, con gran alegría para mí, desde la organización debieron pensar lo mismo y antes de llegar de nuevo a Cotos, nos desviamos por un pequeño camino que nos lleva entre pinos y praderas, un par de resbalones sin ningún tipo de importancia y un nuevo encuentro con Ppong y el Mudo nos llevan hasta la media maratón.

De nuevo en el Puerto de Cotos, la espera se nos hace larga, no quiero pensarlo pero da la sensación de que algo ha pasado, no es normal que, habiendo salido como mucho un par de minutos después que nosotros, Pepe y Alberto no lleguen. Entre tanto charlo un rato con mi padre, parece que sigo bien porque no insiste en que me retire hasta que le enseño hacía donde nos dirigimos, quince minutos después Alberto nos da la mala noticia, Pepe se ha hecho un esguince nada más empezar a bajar desde Peñalara y no puede seguir. Miradas de rabia, juramentos varios y finalmente cogemos la carretera que nos llevará hasta el sendero que nos pone en la base de los Tubos.

De los Tubos poco puedo decir que no se haya dicho, no se puede negar que es una subida muy dura, no obstante, puedo decir que es la zona en la que más disfruté de toda la carrera, seguía viéndome con fuerzas, y a pesar de que Prisi y Alberto se me escaparon un poco incluso cantando jotas, el ver que poco a poco iba cogiendo y dejando atrás grupos de corredores hacían que todo fuese más fácil, además, una vez arriba, todo era más sencillo.

Porque no tenía miedo a la zona de Valdemartín, es verdad que es más dura de lo que parece en un principio y que tiene un par de subidas complicadas, sobre todo teniendo en cuenta los kilómetros que llevábamos en las piernas, pero sabía que ahí no iba a fallar, será inolvidable la llegada al avituallamiento de Bola, con los voluntarios aplaudiendo y llamándome por mi nombre, fue el primer momento en el que me sentí superviviente (y todavía faltaba lo peor).

La bajada de Bola, lugar donde me había torcido el tobillo, sin consecuencias, hace unas semanas, es lo que hice más tranquilamente de toda la carrera, mirando bien dónde tenía que pisar y con mucha precaución, una vez en el Puerto de Navacerrada, los gritos de Victor volvieron a subir mi ya de por sí elevado ánimo. Además, en el Calvario nos esperaba la gente del club, con su cervecita fresca y sus tortillas de patata… la meta estaba cerca.

Y como no, cuando faltaban 500 metros, en una zona que se hizo dura, esta vez sí, por el calor y la falta de aire, de la nada volvió a aparecer Ppong para acompañarnos en los últimos metros, dedicados en exclusiva al Sr. Don José Manuel Calleja Checa, artífice de que todo esto que he contado haya podido suceder… ¡GRACIAS!

Poco más que contar, allí nos esperaban Pepe y su maltrecho tobillo, también me dio una bajada de tensión al entrar en el polideportivo, pero nada grave, la recuperación fue rápida y… al día siguiente, las agujetas escasas, así que ya estoy pensando en un nuevo reto…

4 comentarios:

  1. Miguel Ángel menuda progresión llevas... Te veo con ppong en el supertrail de los Alpes... Ee año que viene no os libráis de mí: ¡arrepentidos quiere el señor...!Ay, ay, ay, es que tenía que haber ido...!

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  2. Enhorabuena, otra vez.

    Así contado parece fácil, pero luego hay que estar más de 6 horas dando vueltas por la sierra. No me extraña que el final se haga duro.

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  3. Mikel, tienes dos pilares fundamentales para afrontar pruebas de fondo. Un gran motor diesel y la cabeza bien amueblada.
    Ambas cosas te funcionaron de maravilla este pasado domingo y el resultado está ahí.
    En realidad me preocupaba más que el MAM te resultara más mito que realidad, a la posibilidad de que no terminaras.
    Un abrazo amigo.

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  4. Un abrazo Miguel Angel... gran carrera.

    Eres un Super-viviente

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